El Partido Popular reacciona ante el volantazo ideológico de Ciudadanos, que ha abandonado su sesgo de centroizquierda para apuntarse a las filas liberales. Génova acude este fin de semana al Congreso Nacional de su formación con un planteamiento abierto y trasversal. “Somos la casa común del centro derecha; todos los que no se sientan de izquierdas tiene aquí su sitio”, anunció este lunes el portavoz de los ‘populares’, Pablo Casado. El CIS indica un estancamiento del partido naranja. Su viraje hacia posiciones más centristas pretende revitalizar sus esperanzas electorales, arañando en votos del PSOE y del PP. Así lo piensa Albert Rivera, quien ya hace campaña para las municipales y autonómicas de 2019.
En el partido de Mariano Rajoy se mantienen las formas, el diálogo y la colaboración permanente con Ciudadanos, su socio preferente, con quien tiene suscrito un pacto de investidura. Pero se da un paso al frente para arrebatarle buena parte del voto que se dio a la fuga en las generales, tanto el 20-D como el 26-J. Y, sobre todo, se blinda para evitar más sangría en esa dirección.
La cúpula de Génova es consciente de que padece un serio problema generacional. Su votante se sitúa por encima de los 45 años, un asunto que inquieta. Ciudadanos hasta ahora, piensan en el PP, se ha aprovechado de esta circunstancia, aunque no ha sabido redondear la jugada. De ahí su abandono del centro izquierda y su gira hacia posiciones “liberal progresistas”, de acuerdo con lo anunciado por Rivera y su equipo en el congreso del pasado fin de semana.
El campo de batalla
La actual dirección de los populares pretende dar la batalla a Ciudadanos en asuntos de índole social. Javier Maroto es el encargado de conducir esta ponencia en el cónclave del PP este sábado en la Caja Mágica. Se han apartado de los debates cuestiones polémicas como la maternidad subrogada, la custodia compartida, y se ha abierto la puerta, de par en par, al voto en conciencia. Núñez Feijóo, Moreno Bonilla o Cristina Cifuentes son algunos de los barones que vienen reclamando planteamientos menos beligerantes con estos temas. El aparato del partido ha reaccionado, se pone de perfil, permite el voto en conciencia en asuntos de índole ‘ética o moral’, salvo los que se incluyan en el programa electoral.
Una jugada a dos bandas con las que Génova pretende, por un lado, apaciguar a su ala más conservadora, que planeaba abordar un debate a fondo en el Congreso Nacional sobre algunas de estas cuestiones. “No es el marco para este tipo de discusiones”, dijo Pablo Casado, quien derivó a comités de bioética o a los grupos parlamentarios el tratamiento de estos asuntos.
La actual dirección de los populares pretende dar la batalla a Ciudadanos en asuntos de índole social
En el otro lado está el viraje de Ciudadanos, que dirige la proa directamente hacia la línea de flotación del primer partido nacional. El PP se revuelve, relaja sus líneas en cuestiones de calado social y difumina sus fronteras hasta las lindes con la izquierda, para convertirse en el único partido a la derecha del PSOE. Si acaso, le concede a Ciudadanos el papel de “bisagra útil” en la formación de mayorías. Nada de disputarse mano a mano el liderazgo del espectro político del centro derecha, como pretende Rivera.
El Congreso del PP evita, así, las tensiones internas, intenta agradar a su flanco más tradicional y, al tiempo, se ofrece a un sector más joven y liberal que no se comparece con el PP que se oponía a la ley de matrimonios homosexuales a la del aborto. La 'casa común del centro derecha' está a punto de ver la luz.