La dirección del PP recibió sin gran sorpresa la noticia de la renuncia definitiva de Dolores Cospedal. "Ha tomado la mejor decisión para ella, su familia y el partido", declaró Pablo Casado, y añadió, para no dejar lugar a dudas: "La dirección del PP está comprometida con la honestidad". Agradecimiento, reconocimiento, y a pasar página. En su visita de este lunes a Génova, nadie le había exigido formalmente que renunciara al escaño. La aludida tan sólo aceptó dejar su sillón en la ejecutiva. "Todo se andará, es un proceso vivo", señalaban en fuentes de la dirección.
Casado no le reclamó nunca su dimisión como diputada. Insistía, eso sí, en reivindicar ejemplaridad e integridad. Pero sólo le pidió que dejara su puesto en la cúpula. Un gesto para acallar el momento de mayor tensión del escándalo de los audios con el comisario jubilado, José Manuel Villarejo. No podía aguantar, se irá en unos días, aseguraban en el entorno del presidente. "No me voy, se lo he dicho ya tres veces", señalaba Cospedal en la fiesta aniversario de 'La Razón'.
Al día siguiente, renunciaba con una misiva en la que repasaba su trayectoria de diez años al frente de la secretaria general y de más de veinte en el partido. Manos libres, ahora, para que los populares se ensañen con la ministra Delgado, "a quien le toca también predicar con el ejemplo y renunciar a su acta".
Una campaña sin escándalos
"No es que no coma el turrón. Es que no llega a las andaluzas", se decía en el PP, tal y como publicó Vozpópuli. "No le puede hacer eso a Juanma Moreno", añadían. Cierto es que el candidato de los populares a derrotar a Susana Díaz no es precisamente santo de su devoción. Es un 'sorayo' convencido, transmutado ahora en 'pablista' acérrimo. Cospedal, en su misiva, reconoce que ha adelantado su salida para no hacer daño a su formación a la vista de estos comicios. En Génova dan por hecho que seguirán saliendo nuevas escuchas, alguna de ellas en un tono mucho más ofensivo hacia sus compañeros de lo que se ha conocido hasta ahora.
Introdujo a Villarejo en el sancta santorum de Génova, en la séptima planta, junto al despacho de Rajoy, se recuerda ahora en el equipo de Casado. Le encargó que espiara a compañeros, como Arenas, y nunca dijo nada. "No tenía el visto bueno de Rajoy", añaden. El expresidente del PP no ha abierto la boca sobre este asunto. Confiaba en Cospedal, la mantuvo diez años en el cargo, le hizo ministra de Defensa y siempre le agradeció su defensa en el escándalo de Bárcenas. "Ella fue la única que dio la cara por Rajoy".
No le menciona en su mensaje de despedida. No cita a Rajoy: Es una carta muy dolida, que rezuna rencor contra aquellos "que traicionaron" al partido y contra los que luchó sin éxito. "Todos sabemos que se refiere a Arenas y a esos impresentables de Ignacio Goznález o de Paco Granados", se comenta ahora en círculos de la formación.
Casado estaba en Helsinki, hablando de cuestiones internacionales con la gente del Partido Popular europeo. Es un ámbito que conoce bien y que le atrae intelectual y personalmente. Se espera que, en pocos días, Cospedal tirara la toalla. No se veía demasiado preocupado. "Se irá, y muy pronto", confesaba uno de sus más próximos asesores. Núñez Feijóo hablaba de 'meses'. No ha sido tanto.
Seguirán apareciendo audios, "pero nada del equipo actual, eso es cosa del pasado", insisten en esa fuente. Villarejo volverá a su 'ámbito natural', que es la ministra Dolores Delgado, a quien ahora le toca pensar en su renuncia, según dicen en el PP, con escasa convicción.