"Cada semana que pasa, el PSOE se hunde", comentan en la cúpula del Partido Popular, donde se reclama desde hace semanas la renuncia de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones generales. "Si tuviera un mínimo de dignidad, convocaría una cuestión de confianza", le exigió el lunes Pablo Casado.
"Sin prisas", naturalmente, comentan en la cúpula del PP. "El desgaste que está sufriendo Sánchez es enorme", señalan estas fuentes. El principal partido de la oposición lleva a cabo encuestas en toda España de cara a las municipales y autonómicas de mayo. Buscan candidatos con buen cartel y, al tiempo, se pulsa la intención de voto. El declinar del partido en el Gobierno es muy acusado. El efecto del 'gobierno bonito' se ha esfumado, el rosario de escándalos en el Ejecutivo está haciendo mella en forma inclemente en la imagen de Sánchez. "No sólo es Villarejo, cada día surge algo, ese Ejecutivo es un desastre sin remedio, tan sólo evoluciona a peor", apuntan.
Casado está sumido en la ingente tarea de reconstruir su partido, a cuya presidencia accedió tras unas primarias sin precedentes. El PP se encontraba en una situación calamitosa. Pese a haber ganado las tres últimas elecciones, la corrupción y la gestión del desafío separatista catalán habían provocado una fuga de votos rumbo a Ciudadanos o a la abstención. "Necesitamos tiempo. Si hay que ir a las urnas antes de Navidad, se va, pero no es nuestro escenario favorito", añaden estas fuentes.
La batalla de las ideas
Hay que recomponer estructuras, rehacer equipos, efectuar relevos. La Convención Nacional de diciembre será el punto de partida de la nueva era de los populares. Allí se anunciarán los candidatos regionales y locales y, al tiempo, se aprobará una línea programática "más potente, combativa", señalan. Es queja general que el anterior presidente no se ocupó de dar la batalla de las ideas. Un registrador de provincias, honesto y serio, que hizo frente a la enorme crisis económica heredada del zapaterismo, pero sin voluntad de efectuar los cambios radicales que precisaba este país. Pudo hacerlo, tenía mayoría absoluta, algo que difícilmente vuelva a ocurrir, pero no lo consideró prioritario, según una opinión muy extendida entre el nuevo equipo de Génova.
Rajoy, genuino hombre de partido, se enfrascó en las labores de Gobierno y desatendió lo referido al PP. Fernando Martínez Maíllo, su fiel lugarteniente, se ocupaba de la sala de máquinas de Génova, controlaba el día a día, reparaba desperfectos y sellaba grietas. Faltaba ilusión y espíritu ganador, comentan algunos de los dirigentes que vivieron esa etapa. Casado ha impreso nuevos bríos al PP, con vocación ganadora. Pero es pronto para la gran batalla. Tanto para el líder como para las siglas.
"Necesitamos unos meses para estar en una situación idónea", señala uno de los miembros de la dirección. "Los enormes problemas de Sánchez, su gestión ineficaz, su imagen frívola, los escándalos de sus ministros nos ayudan", reconoce esta fuente, que añade, sin embargo, que "la descomposición del Gobierno y, en paralelo, la del propio PSOE, va a seguir avanzando, y a un ritmo constante". Seguirán exigiendo elecciones, sale gratis, no les van a hacer caso. Pero lo harán con la boca pequeña. Aún no llegó su hora.