Mariano Rajoy tiene que irse. Es la frase más escuchada entre dirigentes regionales de la formación, convencidos de que no es posible afrontar las próximas elecciones autonómicas con el símbolo de una derrota. "No puede seguir, es lo que toca", comenta un alto cargo regional, ferviente partidario de apostar por una renovación a fondo.
No piensan lo mismo en la cúpula del partido, donde se apuesta por un análisis sereno de la situación. Nada de hablar de dimisiones ni de vuelcos precipitados. Menos aún, del relevo de Rajoy. "Es demasiado pronto para abordar este asunto", comentaba Dolores Cospedal este viernes, en su improvisada rueda de prensa en el Congreso. En estado de 'shock', los 'generales' de la formación miran a Rajoy a la espera de alguna señal. Algo de ello se habló en la larga sobremesa de la tarde del jueves, entre el presidente caído y sus ministros, mientras en el Congreso se certificaba la muerte política del presidente.
Abandonar la política
Nadie acierta de describir cuales serán los siguientes pasos, a la espera de lo que decida el presidente. Se desconoce si seguirá como diputado, líder de la oposición, y si se mantendrá como presidente del PP. "Imaginamos que es cuestión que hablará este fin de semana con su familia", señalan fuentes de su entorno. "Si por él fuera, seguiría en la brecha. No le veo abandonando la política", añade.
No se quiere ir, no va a abandonar, desliza en privado uno de sus más voluntariosos lugartenientes. "El presidente seguro que sabe lo que tiene que hacer", responde a la gallega Alberto Núñez Feijóo, el eterno delfín, a la espera de acontecimientos. Son días de desconcierto, y también, de intrigas.
En el escenario del partido se adivinan dos opciones. La convocatoria de un congreso extraordinario que aborde una renovación en profundidad, casi una refundación. Esta sería la "vía de los huérfanos", como la denomina un dirigente del PP andaluz. Es decir, un vuelco total al partido, ya sin la presencia del patriarca Rajoy. Transformar de raiz la dirección del grupo parlamentario es cuestión que también se da por hecha. Rafael Hernando dejaría su jefatura de la bancada popular en manos de Soraya Sáenz de Santamaría, según se comenta en estos círculos.
Un candidato polémico
La otra opción sería la del cambio tranquilo, a lo Lampedusa, que cambie todo para que todo siga igual. Es la fórmula que defiende la dirigencia popular. La reforma tranquila, con algunos movimientos de piezas significativos, pero con Rajoy a la cabeza. Se trataría de proceder a las mudanzas mínimas de cara a las elecciones autonómicas y municipales. Tras la cita con las urnas, se procedería a un análisis y entonces se verá si es precisa la voladura total del edificio y proceder a su reconstrucción o se sigue más o menos igual.
Un resultado aceptable, e incluso esperanzador, en los comicios del año próximo daría alas a la actual dirección del partido al objeto de encarar las generales de 2010 sin llevar a cabo cambios sustanciales. Quizás tan sólo el nombre del candidato. A la espera de la decisión de Rajoy, se aceleran ya los movimientos subterráneos para la sucesión.
Los aspirantes no muestran sus cartas pero ya se adivinan estrategias. El banderazo de salida pudo ser la colisión entre Sáenz de Santamaría y Cospedal en la tarde de la moción, cuando ambas protagonizaron sendos encuentros con la prensa, en paralelo y a tan sólo unos metros de distancia. En esos momentos revoloteaba por el Congreso el rumor de la dimisión de Rajoy.