La gestora del PSOE ha encargado a un grupo de expertos el análisis de su hundimiento electoral. El equipo que dirige Javier Fernández quiere detectar los puntos débiles del proyecto socialista, realizar un diagnóstico amplio y detallado de los mismos y favorecer así la articulación de una respuesta para revertir la situación, tarea que deberá abordar la Ejecutiva que salga del próximo congreso federal (17-18 de junio). El PSOE acumula nueve años de retroceso en las urnas, ha perdido más de 20 puntos de apoyo popular y centenares de cargos públicos desde 2008, aunque las últimas elecciones autonómicas y municipales le permitieran recuperar poder territorial merced a los pactos con Podemos. Analizar qué ha ocurrido será el primer paso para tratar de enmendar el rumbo.
En este sentido, el citado grupo de expertos ha arrojado su primera gran conclusión, tal y como ha filtrado Ferraz esta semana a diversos medios de comunicación: el problema más importante lo tienen en el voto urbano. El borrador de ese informe socioelectoral recoge que el apoyo al PSOE resiste mejor en la España rural, mientras se hunde en las urbes, especialmente entre los nichos más jóvenes y cualificados del electorado. La respuesta de los socialistas a la crisis -primero económica, luego también política, institucional y territorial- habría llevado a esas capas de la población a desconectar de una formación a la que muchos de ellos habían votado recientemente.
En efecto, los socialistas han retrocedido enormemente en los últimos años en las capitales, y en 2015 se vieron superados por Podemos y sus aliados en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Oviedo, Santiago de Compostela, A Coruña o Cádiz. En las generales de 2016, solo vencieron en un municipio de más de 100.000 habitantes: Dos Hermanas (Sevilla). De la la larga lista de plazas que un día fueros feudos inexpugnables del PSOE -Gijón, San Sebastián, Baracaldo, Santiago de Compostela, A Coruña, Barcelona, Badalona, Parla, Getafe, Albacete, Sevilla…- hoy apenas quedan vestigios, como la mayoría absoluta de Abel Caballero en Vigo.
Sin embargo, siendo todo esto cierto, la realidad es que el PSOE está actualmente en niveles de apoyo similares en todos los municipios, de las localidades menos pobladas a las grandes capitales. La caída es más visible en las ciudades -y tiene más trascendencia, por motivos obvios-, pero el socialismo registra cotas de apoyo parecidas (18%-23%) en todas las categorías de municipios. Lo cual será determinante mientras se mantenga el actual sistema electoral, como sabe muy bien un PP hegemónico en la España menos poblada. Castilla y León, con 2’5 millones de habitantes, designa 31 escaños del Congreso; la Comunidad Valenciana, con 5 millones, elige 33.
Los estudios del CIS, que incluyen un cruce por tamaño de la localidad de los entrevistados, reflejan que el hundimiento del PSOE ha sido bastante homogéneo. El último, realizado en diciembre y difundido en enero, indica que Pedro Sánchez recibió en las generales de 2016 un apoyo parecido en todas las categorías de municipios. En las de menos de 2.000 habitantes, el 23’4% de quienes fueron a votar afirman que lo hicieron por el partido del puño y la rosa. Es la cota más alta, pero por escaso margen. En las localidades de entre 2.001 y 10.000 habitantes, el apoyo al PSOE fue del 23%; en las de 10.001-50.000, del 21’5%; en las de 50.001-100.000, del 22’9%.
Guarismos parecidos se registran en las ciudades más grandes. Las que cuentan con un censo de entre 100.001 y 400.000 ciudadanos, presentan un porcentaje de apoyo al socialismo del 19’2%; las de 400.001-1.000.000, del 22’9%; las de más de un millón, Madrid y Barcelona, del 18’2%. Son las cifras de recuerdo de voto, lo que los electores aseguran haber votado, por lo que presentan las imprecisiones propias de un estudio así. Pero, como ha quedado visto, no hay grandes diferencias entre las grandes y pequeñas ciudades en el caso del PSOE. Lo contrario de lo que ocurre con el resto de partidos.
Así, en el caso del PP se ve claramente que tiene una ascendencia mucho mayor en los pueblos que en las ciudades -diferencias de más de ocho puntos- y en el de los emergentes, Unidos Podemos y Ciudadanos, se da la situación contraria: tienen el doble o el triple de fuerza en las urbes que en los municipios pequeños.
La radiografía del CIS de diciembre es muy parecida a la del estudio postelectoral que difundió en noviembre, con un trabajo de campo realizado a los pocos días del 26-J. Mayores diferencias entre municipios se observan en el análisis de octubre, que recoge intención de voto y pregunta por el presente: qué votarían los encuestados en ese momento. Entonces, el PSOE obtenía una intención de voto global del 17%, la más baja de su historia en estos barómetros. En voto+simpatía -suma de electores que se decantan por un partido, bien mostrándose seguros de apoyarlo en las urnas o bien declarando sentir más simpatía por él que por los demás-, sacaba su mejor resultado en los municipios de 2.001 a 10.000 habitantes (22’3%) y el peor en las grandes ciudades (11’3%).
De la ciudad al campo
Víctor Lapuente, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford, explica que los cambios sociológicos y sus correspondientes implicaciones electorales germinan en las capitales y luego se extienden a los espacios rurales: “El contagio suele darse de ciudad a campo y no a la inversa”. De ahí que el PSOE busque priorizar la recuperación en el voto urbano, donde ha pagado caro la feroz competencia que le presentan Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la derecha. Los proyectos de Pablo Iglesias y Albert Rivera no tienen aún la capilaridad suficiente como para rivalizar de tú a tú con los socialistas en los pueblos, pero sí le han devorado parte importante de la tostada en la España más poblada.
“Ahí nos encontramos en un punto que algunos podrían calificar de no retorno: las izquierdas alternativas han sobrepasado al PSOE, convirtiéndose en la referencia para los votantes progresistas”, añade Lapuente, quien ve “el punto más débil” de Ferraz en “el norte de España y, muy en particular, las zonas urbanas”. Además, considera “plausible que Podemos, los Comunes u otras confluencias acaben desembarcando en el campo y reemplazando ahí también al socialismo”.
El principal punto débil del PSOE ahora es el PSOE; los votantes sienten que es un partido sin oferta.
“El principal punto débil del PSOE ahora es el PSOE”, opina la consultora política Imma Aguilar. “Los votantes ahora sienten que es un partido sin una oferta electoral ni política, sencillamente porque no ha hecho aún el proceso de autodefinir sus objetivos, ni su liderazgo, ni su camino. Creo que se si detienen a analizar aspectos de sus votantes se olvidarán de su principal compromiso con ellos, que es marcar la referencia política que ahora no marcan”, argumenta para recelar de los estudios segmentados que pretenden radiografiar por colectivos unas debilidades que Aguilar cree estructurales.
Para esta consultora, socia de Mas Consulting, la respuesta del PSOE no debe darse “nunca” mirando a Iglesias: “Esa recuperación no debe depender de los errores de Podemos; hay un votante que se fue a Podemos y que ahora puede volver solo si ve en el socialismo un proyecto claro de paz, de estabilidad, de izquierdas, potente”.
El futuro líder
Ese es el desafío al que se enfrentará el próximo inquilino de Ferraz. ¿Su perfil podría condicionar por sí solo el futuro del partido? Lapuente expresa sus dudas: “Los estudios de ciencia política tienden a restar importancia al líder, que tendría un impacto marginal sobre el voto; por otra parte, en momentos de crisis profunda, como el que vive el PSOE, un buen liderazgo (no necesariamente joven desde un punto de vista biológico, pero sí desde un punto de vista de discurso político) creo que es capital”. Esta podría ser, a su juicio, “la variable que resucite al partido, en el caso de que elijan un buen secretario general, o la que lo acabe empujando por la misma pendiente de la irrelevancia por la que se despeñó el PASOK griego”.
Los socialistas necesitan recuperar la conexión con las capas avanzadas de la sociedad, algo que es propio de un partido progresista
El futuro líder debería ser alguien distinto a Pedro Sánchez y Susana Díaz, según el sociólogo David Redoli, expresidente de la Asociación de Comunicación Política. “Si el próximo secretario general es Sanchez o Díaz, vaticino una continuación de la división interna, una prolongación del languidecimiento político”. El PSOE debe elegir a alguien “de reconocido prestigio, con respetadas credenciales tanto políticas como profesionales y, sobre todo, con capacidad para atraer a un nuevo y revitalizado capital social; la calidad de los proyectos políticos tienen mucho que ver con la calidad de las personas que los lideran, que los integran y que los vehiculan”, añade.
Respecto al retroceso urbano, Redoli también cree que los socialistas deben ampliar el foco y no centrarse solo en eso: “tienen que seducir a amplias capas de la población, tanto por estructura de edades, como por distribución territorial y por nivel socio-económico”. “El PSOE está obligado a definirse mejor y eso implica ser más coherente, consistente y creíble en sus planteamientos, por un lado, y ser más claro en su relato, en la comunicación y en la defensa de sus postulados, en las 17 comunidades autónomas, por otro”. “Pero, sobre todo, es imprescindible que recupere la conexión con las capas más avanzadas de la sociedad, algo que es propio de un partido progresista”.