Carles Puigdemont decidía poner fin este jueves a más de dos meses de bloqueo institucional desde las elecciones del 21 de diciembre. Lo hacía horas después de que el Parlamento catalán aprobase una resolución en la que reconocía su legitimidad como candidato al tiempo que reivindicaba el resultado del referéndum ilegal del 1 de octubre. El último gesto del independentismo ante la evidencia de que su futuro estaba en vía muerta.
Puigdemont ha permanecido huido de la Justicia española en Bruselas a donde decidió escapar el 29 de octubre. A lo largo de los setenta días transcurridos desde el 21-ha mantenido en vilo a toda la sociedad ante lo imposible de su investidura a distancia. Si regresaba a España, sería detenido de inmediato. De nada sirvió el intento de su plataforma, Junts per Catalunya (JxCat), para cambiar la ley de la presidencia de la Generalitat que permitiese la tan ansiada sesión telemática.
En todo este tiempo, el republicano Roger Torrent se ha hecho con los mandos de las cortes catalanas y ha tenido en sus manos en dos ocasiones la posibilidad de permitir que fuese investido a través de una pantalla. El Gobierno de Mariano Rajoy recurrió tal posibilidad ante el Alto Tribunal desoyendo, eso sí, la advertencia del Consejo de Estado. Los tiempos permitieron que la jugada terminase saliendo bien.
Torrent viajo a Bruselas para entrevistarse con Puigdemont, pero optó por abortar sus posibilidades ante las consecuencias penales que podía acarrearle contravenir las directrices marcadas por los tribunales. "Moncloa triunfa. (...) Esto se ha terminado. (...) Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí", le dijo Puigdemont a través del móvil al exconsejero de Sanidad, Toni Comín (ERC). Una confesión escandalosa captada por las cámaras de Telecinco y que supuso un varapalo definitivo para los ánimos del secesionismo.
La investigación judicial
A lo largo de estos dos meses, la investigación sobre la causa del procés no se ha detenido. Ante el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena han pasado figuras tan relevantes como Marta Pascal o Marta Rovira, dirigentes del PDeCAT y ERC respectivamente. Finalmente quedaron en libertad. La que no se dignó a aparecer ante el Alto Tribunal fue la exdiputada de la CUP, Anna Gabriel, que prefirió seguir los pasos del expresidente catalán fugándose a Suiza.
Sobre el expresidente pesó precisamente la posibilidad de ser detenido por las autoridades de Dinamarca, donde ofreció una conferencia en la Universidad de Copenhague el pasado 22 de enero. Era la primera vez que se atrevía a abandonar su refugio belga. La Fiscalía española pidió al juez reactivar la orden de detención europea contra el expresident, sobre el que siguen pensando los delitos de rebelión y sedición. Pero el juez desechó esa opción.
A mucho kilómetros de distancia, sí hubo un amago de detención del exmandatario catalán. Fue en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. Los agentes de la Policía Nacional, alertados por un vecino, pronto se dieron cuenta de que en realidad se trataba del humorista Joaquín Reyes durante la grabación de una parodia para el programa El Intermedio.
Los que sí iba en serio eran las pesquisas de los agentes de la Guardia Civil encargados de la investigación de la causa del procés, que no han dejado de entregar durante todo este tiempo informes al juez que demuestran los planes para la independencia. Buena parte de ello a través de los apuntes de la agenda 'Moleskine' intervenida en casa del ex número dos de Junqueras al frente de Economía, Josep Maria Jové Lladó. También en consonancia con lo que reflejaba el famoso documento Enfocats, que recogía la estrategia de desconexión del Estado.
Las quinielas de la sucesión
Ante la más que anunciada imposibilidad de que Pugidemont terminase siendo presidente, las quinielas se han sucedido durante los últimos meses acerca de su sucesión y del plan 'b' que estaba diseñando desde su mansión de lujo alquilada en Waterloo. Uno de los nombres que más sonó el asiento del expresident fue el de la portavoz del grupo parlamentario y mano derecha de Puigdemont, Elsa Artadi, aunque ha acabado siendo apartada. También se barajó al exportavoz del Govern y consejero de Presidencia, Jordi Turull.
Ahora, fruto del acuerdo con ERC, Puigdemont ha señalado al expresidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, que permanece encarcelado de forma preventiva junto al exvicepresidente Oriol Junqueras (ERC). Precisamente, el ex número dos del Govern agitó los ánimos al sector independentista con la entrevista concedida desde la cárcel de Estremera. "Rovira es una gigante en quien todos confiamos", dijo. Su partido salió raudo a aclararlo. Puigdemont seguía siendo el único candidato.
Pero todo ha terminado. O no. Porque lo más probable es que el magistrado del Supremo no concederá a Sánchez el permiso para acudir a la sesión de investidura en la que debe estar presente de forma física. Esto cierra, a priori, sus posibilidades de ser elegido como nuevo jefe del Ejecutivo catalán. Y en el aire están los planes de su mentor para dirigir desde Bruselas el futuro de Cataluña mediante una estructura paralela a la Generalitat con carácter simbólico.