Mariano Rajoy intentaba con la comida de este lunes sacudir la modorra del PP ante el aluvión de datos y noticias negativas que van desde un rebrote de la corrupción en los casos Púnica y Gürtel, pasando por el bloqueo político en Cataluña, y concluyendo en un asombroso crecimiento de Ciudadanos a costa del voto de los populares.
En Génova se dieron cita los treinta que más mandan en el partido, incluida la Dirección Nacional, y se esperaba que la alarma que se ha apoderado de la formación saliera a relucir pero, fiel a su estrategia de no hablar del adversario para no darle relevancia, Rajoy convenció a los presidentes autonómicos de hablar de todo menos de Albert Rivera.
Por sorprendente que pueda parecer con la que le está cayendo demoscópicamente al PP -algunas encuestas le dan ya por detrás de la formación naranja-, el presidente del Gobierno y los suyos hablaron del Pacto del Agua, de educación, de demografía (acordaron encargar informes al respecto) y, sobre todo, de financiación autonómica. Esta fue la clave de que la reunión, que superó las cuatro horas de debate, discurriera por los derroteros que se había propuesto Rajoy.
Montoro apaciguó la reunión desde un principio al asegurar a Feijóo, Herrera y los barones críticos con la quita de deuda a las autonomías que él "nunca" ha hablado de esa posibilidad
Ayudó mucho, según algunas fuentes, que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, presente en el almuerzo, dijera a los presentes desde el principio a los presidentes -sobre todo al gallego Alberto Núñez Feijóo, al castellano-leonés, Juan Vicente Herrera, y a la madrileña, Cristina Cifuentes, los más reacios- que él "nunca" ha hablado de "quita" en la deuda de Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia o Baleares, las comunidades más endeudadas.
De poco le sirvió al presidente murciano, Fernando López Miras, desgañitarse a puerta cerrada defendiendo que el actual sistema de financiación es injusto y es lo que ha llevado a su comunidad a esta situación de endeudamiento. Luego confesó a los periodistas que Montoro dijo que no habrá quita pero "algo habrá que hacer" para que el nuevo sistema de financiación no inicie su andadura lastrado por la deuda.
Pese a esas palabras, tanto Feijóo como Herrera, los dos barones con más peso junto a Cifuentes -que ayer no se dejó ver ante los periodistas para no tener que hablar de las duras acusaciones de Francisco Granados- lograron lo que pretendían y eso explica que el ardor con que han venido defendiendo en las últimas semanas que el PP no puede conformarse con culpar a Ciudadanos de sus males se transformara ayer en un susurro.
Espoleado por el cierre de filas, Maillo ha salido al final de la comida en tromba contra Ciudadanos y contra la "estatua de sal" que está haciendo Inés Arrimadas en Cataluña
"No hemos hablado de Ciudadanos porque no estaba invitado a la comida", llegó a decir el presidente gallego a la salida de la reunión. Más comedido, aunque visiblemente satisfecho, Herrera insistía en que "no es ningún drama" gobernar con ellos como él hace en Castilla y León.
Tan es así que los barones se han plegado a la estrategia de Rajoy que el coordinador general, Fernando Martínez Maíllo, ironizó diciendo que "lamentamos haber defraudado algunas expectativas" pero en la comida "no se ha hablado ni un segundo, ni un minuto, nada", de Ciudadanos, y mucho menos de un posible cambio de gobierno "ni nada por el estilo".
"No estamos hablando de quita de la deuda", ha advertido, "y ningún presidente de comunidad del PP lo ha defendido hoy porque las deudas se pagan".
Maillo ha salido en tromba contra Ciudadanos y, en particular contra su cabeza de lista en Cataluña, Inés Arrimadas, a la que ha instado a "que haga algo, que deje de ser una estatua de sal; que asuma que ha ganado las elecciones porque parece que les da alergia gobernar". "¿A qué tienen miedo?", se ha preguntado el número tres del PP, "¿a que le afecte a Ciudadanos en su estrategia nacional?".