Mariano Rajoy no piensa ceder. No entra en sus planes cortar cabeza alguna pese a la abrumadora insistencia de los grupos de la oposición. La sesión de control de este miércoles ha sido una de las más duras que ha soportado el Gobierno del Partido Popular. Dos ministros en el disparadero: el de Interior y el de Justicia. Un secretario de Estado, en el corazón del bombardeo. Un fiscal general del Estado en el punto de mira. Un fiscal Anticorrupción, objetivo de todos los ataques posibles. Un ruido de chivatazos, filtraciones y de duelo de fiscales como telón de fondo.
"En estas circunstancias sería una señal de cobardía por mi parte el soltar lastre". Mariano Rajoy parece haber hecho suyas las palabras de José Manuel Maza, fiscal general del Estado, en su comparecencia de este miércoles en el Congreso. El presidente del Gobierno defendió firmemente al controvertido jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix, la actuación de la Fiscalía y lanzó balones fuera ante los intentos zarpazos que le lanzaban desde las bancadas de la oposición. Pensar en ceses o en adoptar medidas drásticas significaría reconocer al menos una parte de culpa, señalan estas fuentes.
En pleno diluvio, el presidente no suele tomar decisiones graves, comenta una fuente de Moncloa. No piensa en sacrificar a José Antonio Nieto, el 'número dos' de Interior, al menos por ahora. Otra cosa es lo que ocurra más adelante, cuando ya se haya conseguido cerrar el trámite de la aprobación del Presupuesto, su principal obsesión.
Nieto es el eslabón más débil de todo el escándalo Lezo. Señalado por haber recibido en su despacho a Pablo González, hermano de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, ambos detenidos, el secretario de Estado circuló por platós y emisoras para exponer su versión al tiempo que el presidente del Gobierno comparecía en el Congreso. Negó todo lo negable, insistió en que no dimitirá, esgrimió la confianza que le otorga el ministro y mostraba su confianza en que pronto se aclaren 'todas las dudas o errores'. El titular de Interior consideró 'oportunas y exhaustivas' sus declaraciones.
Voces críticas y sospechas
Hay miembros del Ejecutivo que reprochan la inaudita torpeza del secretario de Estado de Seguridad en un asunto que 'olía a chamusquina'. Nieto es la mano derecha del ministro Zoido, a su vez, uno de los hombres de mayor leal hacia la ministra de Defensa, Dolores Cospedal. Se escuchan en Moncloa algunas voces críticas contra este ministro. Fue primero el lío del piso del director general de la DGT. Ahora se trata de un asunto de mayor dimensión.
"Nieto es una víctima colateral de la dura ofensiva contra el fiscal Moix", señalan sus valedores. El exalcalde de Córdoba ha tenido que hacer frente a un terremoto sin apenas tener tiempo de aterrizar en su departamento, añaden. Su reciente comparecencia en una sesión parlamentaria de urgencia no resultó demasiado airosa. El escrito de los fiscales Iañez y Cerdá le situaba en el foco de todas las sospechas de un chivatazo. "Presunta investigación chivada del secretario de Estado de Seguridad", exponía la enrevesada redacción de los fiscales. Maza, en el Congreso, sepultó los chivatazos con una denuncia, casi lamento, sobre las filtraciones. "Dénme herramientas para acabar con ellas", le solicitó a los portavoces parlamentarios, que apenas consiguieron magullarle.