Mariano Rajoy sólo habla ahora de alcanzar un acuerdo de investidura con el PSOE para, inmediatamente, formar gobierno y ponerse en marcha. Tras diez meses con un Ejecutivo en funciones, los cajones de los asuntos urgentes están desbordados. La Administración languidece, sumida en una burbuja paralizante.
Despejada la figura de Pedro Sánchez y, a punto de superar el bloqueo, en Moncloa se piensa ya en el equipo que habrá de conformar el futuro Consejo de ministros. El objetivo supremo la estabilidad. Rajoy teme que una oposición combativa bloquee todas sus iniciativas desde el minuto uno. De ahí que no haya puesto mala cara a la posible recluta de dirigentes de Ciudadanos para su futuro equipo.
Cerrar los presupuestos y poner en marcha las reformas que reclama Bruselas serán los primeros pasos, que acarrearán la adopción de medidas incómodas. Javier Fernández, presidente de la Gestora del PSOE, ha dejado claro que nada negociará con el PP salvo el trámite de la investidura. Habló de nuevo este miércoles con Rajoy para frenar las voces que, desde las filas de Génova, anunciaban exigencias y condiciones. El diálogo entre ambos dirigentes ha funcionado. Al menos en el tono. La investidura se acerca, comentan en los dos flancos. El Comité Federal contemplará la caída de 'los muros del no'de Ferraz.
El gobierno de cinco minutos
Temen en Moncloa ese gobierno de ‘cinco minutos’, atenazado y efímero, sin apenas capacidad para sacar adelante proyectos y condenado a una rosario permanente de revolcones parlamentarios. Frustración y pérdida de tiempo. Y una imagen permanente de “todos contra el PP”, o “el PP se queda solo”. Nada grave cuando se goza de una mayoría absoluta pero muy inconveniente si apenas se cuenta con 137 diputados.
Descartada la gran coalición con el PSOE, ese empeño imposible de Rajoy, en Moncloa no se descarta buscar refuerzos para su futuro Gobierno. Ciudadanos es el socio perfecto. Votaron en agosto a favor de la investidura del candidato del PP y no se han distanciado tras aquel empeño frustrado. Tan sólo han interpuesto críticas y reproches, de relevancia menor. Incorporar al Ejecutivo a miembros del partido naranja es una vieja idea del equipo de Génova. Ya lo intentaron en las negociaciones estivales por el pacto. “No nos fiamos, no formaremos gobierno con un partido corrompido”, declaró Albert Rivera el 12 de agosto.
Eran otros tiempos, piensan en medios del PP. Nadie descartaba por entonces la posibilidad de ir a las terceras elecciones. Y Ciudadanos pretendía mantener una distancia profiláctica con los populares. Ahora es distinto. En el caso de que Rajoy logre su objetivo, el fantasma del retorno a las urnas se difumina. Dirigir la acción del Gobierno desde dentro siempre será más eficaz que fiscalizarlo desde fuera, creen en Génova. Tres carteras para los naranjas, se sugiere en estas fuentes. Se ha hablado siempre de Educación y Justicia. Y hasta de una vicepresidencia.
Un perfil demasiado bajo
Algunos dirigentes de Ciudadanos no se muestran tan hostiles a esta posibilidad. Incluso le han hablado a su líder en favor de este paso. Temen perder perfil en una oposición de grupos independista y de izquierdas. En el Ejecutivo mantendrían un cierto protagonismo, señalan. “Somos condicionantes, según nuestra propia versión, pero en Andalucía apenas pintamos algo y en Madrid chirriamos demasiado”, señalan.
Rivera no es partidario de entrar en los ejecutivos a los que apoya. No lo hizo en Andalucía, con Susana Díaz, ni tampoco en Madrid, con Cristina Cifuentes. “Respaldar sin entregarse”, es la norma. No es Rajoy demasiado partidario de esta fórmula, pero haría el esfuerzo. ¿Estabilidad’ es la palabra clave. No es lo mismo presentarse ante el Congreso con propuestas complicadas de la mano de Ciudadanos que hacerlo en solitario. “La fórmula es viable. Después de la investidura de Rajoy, el escenario será otro”, señalan estas fuentes. En noviembre empieza todo.