La huida hacia adelante de Pedro Sánchez con el separatismo para mantener el pulso a la legislatura finalizó en la tarde noche del jueves, horas antes de que la vicepresidenta Carmen Calvo compareciese por sorpresa después del Consejo de Ministros.
La rebelión de los ministros contra Calvo, el creciente malestar en el PSOE y la entrevista de Felipe González enterraron la estrategia de Sánchez. Al menos, de momento. El Gobierno mantiene un hilo de esperanza hasta el miércoles, cuando el Congreso debate la tramitación de los Presupuestos. El juicio del 'procés' empieza el martes.
Negociación congelada
El presidente citó a Pablo Iglesias en la Moncloa a última hora del jueves para comunicarle que el Gobierno estaba en un callejón sin salida y que lo más probable es que no hubiera Presupuestos. Sánchez rectificaba presionado por su entorno, el partido y una movilización de PP, Ciudadanos y Vox que se prevé masiva.
Calvo dijo en rueda de prensa que se congelaba a la negociación con el separatismo porque el Gobierno no está dispuesto a dialogar sobre un referéndum en Cataluña, pero el referéndum siempre había estado encima de la mesa y nunca fue un obstáculo.
Las horas decisivas de este descalabro que deja la legislatura herida de muerte se vivieron entre la tarde del miércoles y la mañana del jueves. Ministros clave como Josep Borrell o José Luis Ábalos estallaron contra la figura del relator que Calvo se había sacado de la manga de una forma más o menos improvisada, y desde luego comunicada de una manera muy confusa.
Las comparecencias de Calvo provocaron horas de incertidumbre en los Ministerios. Nadie sabía cómo reaccionar. Nadie estaba informado. Cada declaración de la vicepresidenta añadía más incertidumbre a la estrategia del Ejecutivo.
La puntilla la dio el expresidente González con unas declaraciones emitidas por su fundación en un formato de entrevista. González, alejado del tono de algunos barones, hizo una crítica pausada de lo que suponía la decisión del Ejecutivo de llevar a una mesa de partidos catalanes (sesgada y alejada del Parlamento) una negociación que, en su opinión, discurría fuera de los márgenes de la Constitución.
La confusión
González fue muy duro con Calvo al asegurar que el Gobierno había generado una enorme "confusión" al introducir la figura de un relator-mediador en el diálogo con el separatismo.
Sánchez no aguantó. El separatismo mantuvo sus enmiendas a la totalidad a los Presupuestos, que en el fondo era lo que el Gobierno quería evitar a toda costa. Calvo hizo público un documento, que según la Generalitat enviaron apenas media hora antes de dar por rota la negociación. En él se recogía la propuesta de diálogo.
"El relator es lo de menos", decían fuentes cercanas a uno de los ministros con más peso del Ejecutivo. "Hablar de autodeterminación es la línea roja".