La Comisión Europea planea frenar todo tipo de especulaciones sobre una derogación de la reforma laboral en España. Fuentes del Gobierno de Pedro Sánchez admiten que el Ejecutivo europeo, liderado por Ursula von der Leyen, sigue de cerca la evolución del debate público y que en reuniones técnicas los representantes de España deberán aclarar su posición sobre el embrollo generado con el acuerdo con Bildu. En ese acuerdo, que luego rectificó, el PSOE suscribió la derogación "íntegra" de la reforma laboral de Mariano Rajoy a cambio de los votos de Bildu en el estado de alarma.
Hace pocas semanas, España envió a Bruselas un informe con todas las reformas que pretende desarrollar para ese ejercicio y los siguientes. En ese documento no se menciona nada de la derogación de la reforma laboral que Rajoy implementó para cumplir con el rescate financiero y que en Europa es considerada un éxito. Es por ello que, cuando los ministerios económicos supieron del acuerdo con Bildu, activaron todas las alarmas. Fuentes del Gobierno prevén que "la UE tomará nota" y les "tocará explicarlo todo”.
Los contactos con la Comisión Europea serán confidenciales, pero también técnicos, por ejemplo en el marco del Ecofin y a través de recomendaciones. Fuentes del Ejecutivo comunitario admiten que, además de los informes semestrales y trimestrales, se celebran conversaciones y debates discretos entre los representante de la UE y los de España. Todo apunta a que en esas sedes se abordará la cuestión. Con el agravante de que mientras tanto se está negociando el paquete de ayudas por la covid-19.
"Llegar a la cita con dudas sobre tus compromisos no ayuda", agregan fuentes conocedoras de las negociaciones exteriores de España. Nadia Calviño fue tajante sobre la derogación de la reforma el pasado jueves. "Fue un mensaje enviado a Bruselas", señalan en Madrid. Pero el equipo dirigido por Von der Leyen buscará más gestos.
El aviso de febrero
El tema de las reformas no es baladí. El Gobierno aspira a recibir entre 100.000 o 200.000 millones de euros en el marco de las ayudas comunitarias. Pero sabe que ese desembolso de los socios comunitarios “tendrá un precio”. La Moncloa ha vetado a los miembros del Ejecutivo emplear la palabra "recorte". Pero el fantasma de 2008 sobrevuela las cabezas de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
En la sala de máquina del Ejecutivo nadie se confunde. Los socios comunitarios impondrán a España algunas reformas de su sistema económico-social, como el sistema de pensiones, que puede resultar impopular. Es por ello que el anuncio sobre la reforma laboral ha generado tensión y hartazgo en los ambiente del Ejecutivo que deberán responder de las maniobras de Sánchez e Iglesias y convencer a sus homólogos comunitarios. Todo eso mientras países como Holanda y Austria pujan para que las condiciones del rescate español sean más duras.
El malestar europeo se fundamenta, además, en el hecho de que en el pasado febrero la Comisión ya había avisado a Sánchez. El organismo comunitario recogía en el informe anual sobre los desequilibrios macroeconómicos que “será importante que cualquier nueva medida sólo se adopte tras una detenida evaluación de sus efectos potenciales y que se preserven los logros de reformas anteriores”. El guiño a la reforma laboral era evidente.
Durante su Gobierno, el PP hizo una campaña importante en la UE para reivindicar la bondad de su reforma laboral. Es por ello que ahora la Comisión considera una verdadera línea roja volver aunque solo a hablar de revertirla. El Ejecutivo comunitario, de hecho, va repitiendo en varios informes desde 2012 que sirvió para crear trabajo.
Sánchez es consciente de que la Comisión analiza a fondo el debate político en cada país. La institución europea tiene una sede en Madrid y otra en Barcelona, y periódicamente recibe comunicaciones sobre la situación en el país. Los miembros del Ejecutivo afilan sus argumentos para evitar que la Comisión considere el pacto con Bildu una promesa de Sánchez, y lo relegue a una simple maniobra parlamentaria.
La imagen de Sánchez se deteriora
Otro problema para Sánchez atañe al desgaste de su imagen pública. En los pasillos de la Comisión y en varias sedes diplomáticas se comenta que el presidente del Gobierno ha perdido la confianza de Francia y Alemania. La afinidad con el premier italiano Giuseppe Conte también va a menos. Y con una UE más interdependiente que nunca después de la covid-19, el enfriamiento de esas relaciones puede salir muy caro.
"En Europa todos recuerdan la operación Monti", afirman fuentes comunitarias para recordar las presiones de los líderes de la UE -sobre todo Francia y Alemania- que en 2013 acabaron con la carrera política de Silvio Berlusconi. Bruselas presionó para que le sustituyera el ex comisario europeo de Competencia Mario Monti y tranquilizara a los mercados ante el repunte de la prima de riesgo.
Esta semana es clave para la UE. La Comisión anunciará la cantidad de ayudas previstas para paliar la crisis del coronavirus y las condiciones para acceder a ellas. En los ambientes diplomáticos y del Gobierno todos son conscientes de que los 500.000 millones de euros previstos estarán acompañados por algún tipo de condicionalidad. Francia y Alemania quieren evitar los “préstamos”, pero pedirán “reformas” a los países beneficiarios. Y difícilmente concederán al Gobierno de Sánchez más improvisación.