Política

Sánchez ya es candidato único a dirigir un PSOE que contiene la respiración en la legislatura del caos

Fieles y críticos al ‘sanchismo’ empiezan a estar de acuerdo en una cosa: “Esto no aguanta tres años” sin unas elecciones que clarifiquen el panorama político

Elogio del pesimismo, refutación de la temeridad
Cristina Narbona, Pedro Sánchez y María Jesús Montero en el Comité Federal del PSOE EFE

Hay dos Pedro Sánchez: uno, el todopoderoso secretario general del PSOE que acaba de ser designado “candidato único” a la reelección en el 41 Congreso Federal del partido por ausencia de rivales internos, y otro, un presidente del Gobierno cada día más débil en el Parlamento porque no logra enderezar una legislatura que nació con fórceps en septiembre del año pasado solo para que Alberto Núñez Feijóo no llegara a La Moncloa con Santiago Abascal de vicepresidente.

Esa debilidad le ha dejado sin presupuestos este año, probablemente también en 2025, y amenaza con desembocar en un adelanto electoral, por más que el propio Sánchez y sus fieles María Jesús Montero y Félix Bolaños se desgañiten negándolo; y eso es, precisamente, lo que explica la exhibición de poder que va a protagonizar el líder socialista con la aquiescencia resignada de sus críticos en el cónclave de Sevilla en el primer fin de semana de diciembre.

Porque ni a Emiliano García Page ni a Javier Lamban ni a otros más en la sombra se les ha pasado por la cabeza “hacerle al juego” a Sánchez enfrentándose a él con una candidatura alternativa ante el Máximo órgano de un PSOE en el que hace años no se produce debate interno. El socialista es hoy un partido controlado con mano de hierro porque la militancia anda desde hace diez años “entregada al culto al líder”; o, como dicen no pocos de esos críticos, “podemizada”.

En lo que sí empiezan a estar de acuerdo con esos mismos críticos algunos pocos cargos institucionales y orgánicos fieles al sanchismo, eso sí, fuera de micrófonos, es en que “esto no aguanta tres años” sin unas elecciones que clarifiquen el panorama; es más, tanta insistencia de Sánchez y el núcleo duro en que no habrá adelanto electoral unos y otros lo ven como un indicio de lo contrario. “Lo que no puede hacer el presidente es dar por concluida la legislatura porque, entonces, apaga y vámonos”, justifica a Sánchez una fuente ministerial a este periódico.

El Congreso de Sevilla es visto por los críticos como una exhibición de poder, un ‘prietas las filas’ en el PSOE por si tiene que convocar elecciones porque Carles Puigdemont y Junts insisten en salirse de la mayoría de gobierno; si las urnas le dan la espalda, se habrá garantizado tres años más en la Secretaría general y, sobre todo, controlar su propia sucesión, el sueño de todo líder

Habrá guerra sucesoria, admiten, “pero después, no antes” de una derrota de Sánchez en las urnas señalaba esta semana a Vozpópuli uno de los barones críticos, tras ver como Carles Puigdemont volvía a dejar al Gobierno colgado de la brocha con su negativa a apoyar el control del alquiler habitacional que propugnaban Sumar, Podemos, ERC y Bildu.

Esa aparente aquiescencia de los críticos no es inocente: por nada del mundo quieren darle argumentos para una retirada de su candidatura a la presidencia del Gobierno “para que se queme otro” en ese eventual adelanto electoral. El partido ya salió escaldado de la renuncia a repetir de José Luis Rodríguez Zapatero en 2011 en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales de aquel año: los socialistas perdieron cinco gobiernos y decenas de ayuntamientos y, seis meses más tarde, el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba no lograría impedir la mayoría absoluta de Mariano Rajoy.

”Táctica” exhibición de poder

El 41 Congreso Federal del PSOE es visto por los críticos como una “táctica” exhibición de poder que le saldrá a Sánchez en función de lo débil parlamentariamente hablando que llegue a él dentro de dos meses, con presupuesto 2025 o sin él. Un prietas las filas por si se ve obligado a convocar elecciones porque Junts per Catalunya insiste en salirse de la “mayoría progresista” en la que nunca estuvo; la última muestra, ese Puigdemont desafiante éste mismo jueves reiterando su no al techo de gasto presupuestario que se votará en el Congreso la próxima semana.

Y si los españoles le siguen sin dar mayoría en las urnas -ya lo hicieron el 23J aunque la aritmética parlamentaria le haya permitido permanecer en La Moncloa-, garantizarse tres años más en la Secretaría general socialista para controlar su propia sucesión, el sueño de todo líder político que se precie.

“A nosotros ni nos informan ni lo esperamos”, señalan con ironía desde una federación crítica, pero es que nadie, del secretario de Organización, Santos Cerdán, abajo, tiene claro qué va a ser de su futuro. Todos intuyen que Cerdán seguirá a los mandos porque el líder le ha designado coordinador del Comité organizador del Congreso de Sevilla, pero no deja de ser especulación

Sánchez no suelta prenda de lo que tiene en mente para la próxima Ejecutiva Federal -tampoco lo hacían sus antecesores a meses del Congreso-. “A nosotros no nos informan ni lo esperamos”, señalan con ironía desde una de las federaciones más críticas, pero es que nadie, del secretario de Organización, Santos Cerdán, abajo, tiene claro qué va a ser de su futuro.

Todos intuyen que Cerdán seguirá a los mandos orgánicos, porque el líder le ha designado coordinador del Comité organizador del Congreso de Sevilla, pero no deja de ser una especulación. como la limpia que, se rumorea, va a hacer el secretario general en una Ejecutiva en la que hace unos meses desembarcaron varios ministros para coordinar mejor la tarea del Gobierno con la del partido, que dicen unos, o “para hacer bulto”, que critican otros tantos.

La primera señal de sus designios va a llegar un mes antes, al filo de la tercera semana de octubre, cuando tenga que designar al sustituto/a de la actual vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que deja el Gobierno para ser vicepresidenta de la Comisión Europea al lado de Úrsula Von der Leyen.

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