Barcelona será el escenario que sellará públicamente el acercamiento entre el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero: ambos compartirán escenario este domingo para apoyar al primer secretario del PSC, Miquel Iceta. Y es que Cataluña ha servido para terminar de unir al secretario general con el único de sus antecesores que ha querido pasar página y empezar una relación de cero en esta nueva etapa de Sánchez en Ferraz. Tanto Felipe González como Alfredo Pérez Rubalcaba se mantienen lejos y sin ninguna señal de que eso cambie.
Zapatero se incorpora este domingo a la campaña catalana. El expresidente se había ofrecido a ayudar y, aunque en un principio no se contaba con su participación, finalmente entrará y lo hará en el acto central del PSC antes de las elecciones: compartirá cartel en la Ciudad Condal con Sánchez, Iceta y con el exministro Josep Borrell, que también se incorpora a su vuelta de un viaje a Chile para apoyar al candidato de la izquierda a esas presidenciales.
Sánchez y Zapatero irán así de la mano para respaldar a Iceta. Los socialistas catalanes están convencidos de que el expresidente "suma" y destacan que siempre ha apostado, y sigue apostando, por el diálogo como vía de solución a la crisis política. Pero, además de mostrar la unidad de acción en Cataluña, este mitin servirá para escenificar una reconciliación en la que han puesto de su parte los dos implicados.
El secretario general del PSOE ganó las primarias del 21 de mayo con todo el aparato, actual y pasado, del partido en contra. Los dos expresidentes del Gobierno y Alfredo Pérez Rubalcaba apoyaron a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y la arroparon en su puesta de largo cuando lanzó su candidatura.
Pero fue Zapatero el más entusiasta en su respaldo a la líder de los socialistas andaluces, a quien veía con "más madera de líder" y como mejor representante de la "fuerza del partido". El expresidente incluso la lió en Cataluña, el territorio que más se le resistía a la andaluza (que al final se quedó con un 11,75% de los votos, frente al aplastante 81,9% que consiguió Sánchez), cuando llamó a sus compañeros del PSC a "deshacer los prejuicios" contra ella por ser andaluza y mujer.
El expresidente, que había apoyado a Pedro Sánchez en 2014, estuvo con Susana Díaz hasta el final en esa batalla, pero después no le ha costado mucho hacer borrón y cuenta nueva con Sánchez, que en su vuelta a Ferraz se propuso aprender de algunos errores del pasado y trabar nuevas relaciones con quienes fueron sus abiertos enemigos en su primera etapa.
Entre ellos estuvo el expresidente, con quien rompió públicamente a los pocos meses de estrenar su despacho en Ferraz. La famosa cena que aquellas primeras navidades de 2014 compartieron Zapatero, el expresidente castellano-manchego José Bono y su predecesor, Emiliano García-Page, con Pablo Iglesias, marcó el inicio definitivo de las hostilidades que habían arrancado cuando, pocos meses antes, Sánchez renegó de la reforma del artículo 135 de la Constitución que había pactado el expresidente y le echó en cara que no hubiera sido más valiente con la reforma laboral.
Sus relaciones tienen mucho pasado, pero ambos han querido empezar de cero y la primera muestra de ese acercamiento tuvo lugar ya a principios de septiembre, cuando Zapatero decidió acudir a escuchar a Sánchez en un desayuno informativo en Madrid. Ese día, el expresidente estuvo en un discreto segundo plano, pero, a la salida, en una conversación informal con periodistas, elogió las propuestas del secretario general para Cataluña.
En concreto, celebró la iniciativa de Sánchez para poner en marcha una comisión en el Congreso para estudiar el modelo territorial, un órgano que después se ha puesto en marcha con poco entusiasmo por parte del resto de grupos (no están ni los nacionalistas vascos y catalanes, ni Podemos), y al que ha sido llamado a comparecer junto al resto de expresidentes. Sus palabras entonces ya se entendieron como un giro en su actitud hacia la nueva dirección y sus planteamientos, apenas dos meses después de que lamentara que no había que tener muchas "expectativas" en la reforma de la Constitución que propugna el PSOE.
"No hay rencores"
Desde entonces, según explican fuentes de Ferraz, la comunicación ha seguido siendo fluida. Ambos se vieron poco después de que aquel desayuno y hablan con frecuencia. A día de hoy, la relación entre ambos, según el entorno de Pedro Sánchez, es "muy buena". "No hay rencores", sostienen.
Nada que ver con Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba. En un principio, Sánchez se propuso acercarse a todos, pese a que durante la campaña también fue muy crítico con ese "viejo PSOE", pero no en todos los casos lo ha logrado. Ambos se mantienen al margen de los asuntos del PSOE -el primer expresidente socialista ha llegado a apuntar que quería cogerse un "año sabático" del partido- y distantes de su dirección.
El único contacto conocido con ellos tuvo lugar el pasado 21 de octubre, cuando telefoneó a todos los ex secretarios generales del partido para agradecerles el apoyo a su posición de respaldo al Gobierno en la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Pero ni siquiera esta crisis ha supuesto un acercamiento con González y Rubalcaba.
Y no parece que vaya a haberlo. En la dirección socialista algunos creen que esta relación, como la de la presidenta de la Junta de Andalucía, es irreconducible. Susana Díaz, su mayor enemiga en su primera etapa en Ferraz y en las primarias, es también, junto con el asturiano Javier Fernández, la dirigente territorial con la que Sánchez tampoco hará muchos esfuerzos para acercarse.
Con el resto los ha hecho y han tenido frutos. El extremeño Guillermo Fernández Vara, al que nombró presidente del Consejo de Política Federal del partido, fue el primero que atendió al llamamiento de esta nueva etapa, pero, poco a poco, ha ido tejiendo una nueva relación con los presidentes de Aragón, Javier Lambán, la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, y Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Los cuatro han garantizado que pedalearán con él para intentar que el PSOE llegue a la Moncloa en las próximas generales. Habrá que ver si de aquí a entonces, el pelotón tiene bajas o nuevas incorporaciones.