El Gobierno hará el homenaje a la Monarquía en el aniversario de la proclamación de Juan Carlos I, el próximo 22 de noviembre. Ese día se cumplirán 50 años de la llegada al trono de padre del Rey Felipe VI, que recibió la jefatura del Estado dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco, como estipuló la ley de sucesión franquista. La fecha está llena de simbolismo, puesto que se trata del dia en el que se produjo la restauración monárquica pese a que España ya tenía estatus oficial de reino durante la dictadura. Moncloa concibe ese acto como "el evento que conmemorará el importante papel que jugó la Monarquía en la Transición".
Esa cita es una de las que contará con la presencia del Rey Felipe VI, según detallaron fuentes gubernamantales. Pero el Gobierno, plenamente consciente de que ese día Juan Carlos I será el auténtico protagonista del homenaje, ha dejado en manos de la Casa Real la asistencia del anterior jefe del Estado. Con ese movimiento, el Ejecutivo presiona políticamente al Rey, que se verá en la complicada tesitura de decidir si su padre recibe o no en vida el reconocimiento que tanto ansía. La última vez que el Juan Carlos I participó en un homenaje fue en 2018, cuando se celebró en el Congreso el cuadragésimo aniversario de la Constitución Española. Pero ahora Juan Carlos I lleva casi cinco años viviendo en Abu Dabi, donde se trasladó cuando trascendieron los escándalos sobre el entramado de ocultación de su fortuna que investigó la Justicia.
Desde que llegó al trono, el 19 de junio de 2014, Felipe VI no actúa como hijo o como hermano, sino como Rey. Por eso, igual que su padre antepuso la restauración de la monarquía al morir Franco a la relación con su padre, Juan de Borbón -el conde de Barcelona-, Felipe VI supo que para garantizar su reinado y el de su hija debía tomar decisiones drásticas. No importa la sangre. Ese es el motivo por el que no solo renunció a la herencia de su padre, a quien además dejó sin asignación, sino por el que despojó a su hermana del ducado de Palma. Y por el que pactó con Moncloa la salida de Juan Carlos I a Abu Dabi.
El hoy jefe del Estado quiere una monarquía íntegra, transparente y renovada para “un tiempo nuevo” que ya lleva más de una década en el contador. Su máxima aspiración es que le quieran, porque de ese detalle depende su futuro y el de la Princesa de Asturias. Muestra de ello fue la forma en que el Rey aguantó estoicamente la nube de barro e insultos que le cayó en Paiporta. Felipe VI admira realmente el proyecto histórico de su padre, a quien reconoce su labor para hacer germinar en España un régimen de libertades homologable al resto de democracias occidentales tras cuatro décadas de mano dura. Pero ahora teme que el momento de limpiar la imagen de Juan Carlos I esté cerca.
Fuentes cercanas al Rey Juan Carlos trasladan a este diario el mal ánimo del monarca ahora que arranca este año de conmemoración, porque tiene la sensación de que no se le reconoce nada de lo que hizo cuando tomó las riendas de la jefatura del Estado. Aún no ha trasladado a su círculo cercano si visitará España ese día. En cualquier caso, la Casa Real pactó con Moncloa que Felipe VI participara, además de en el acto sobre la Monarquía, en una visita a los campos de concentración del nazismo de Auschwitz y Mauthausen, en Alemania. Pedro Sánchez arrancó este miércoles el ciclo de actos de “España: 50 años en libertad”, el programa de actividades con el que el que quiere celebrar, en plena oleada de escándalos que le salpican, el cincuentenario de la muerte del dictador. Y aunque Moncloa cursó una invitación al Rey para que acudiera, por motivos de agenda, el jefe del Estado excusó su asistencia.
Pedro Sánchez y Felipe VI se esfuerzan en trasladar una imagen de cordialidad. Pero lo cierto es que el vínculo entre Moncloa y Zarzuela vive uno de sus momentos de mayor tensión. Como ya adelantaron fuentes diplomáticas a este diario, el principal problema radica en la pésima relación existente entre el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el jefe de la Casa de S.M. el Rey, el también diplomático Camilo Villarino.
Esa confrontación fue la causa de la ausencia de una delegación española en la ceremonia de inaguración de Notre Dame de París, a la que sí acudieron líderes de medio mundo, entre ellos, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump. Ese vacío de representación en la catedral, que reabrió sus puertas tras cinco años de trabajos de rehabilitación por el incendio que arrasó buena parte del templo, desató una guerra sin cuartel entre el Ejecutivo y la Casa Real, que siguen librando su particular partida de ajedrez. Y que ahora salpica a Juan Carlos I.
Triyuga
09/01/2025 08:23
Para Sanchez todo son homenajes y gastos superfluos, eso si a los afectados por la riada en Valencia: que les den...
Cuqui51
09/01/2025 08:58
Debería de asistir el Rey
malu.joaquin
09/01/2025 09:40
No debería asistir ni el Rey ni su padre, no debe hacer el juego a ese personaje, como ha tratado a su padre!!