“Sólo escucha a Iván (Redondo), Carmen (Calvo) y algunas veces a Adriana (Lastra)”. El lamento es de un dirigente socialista, que no acaba de entender la gestión que el presidente Pedro Sánchez está haciendo de la formación de Gobierno.
El PSOE ha cerrado filas con la estrategia de Sánchez a pesar de la investidura fallida. Nadie acaba de comprender muy bien qué está pasando. Pero ni los barones ni nadie se atreven tampoco a airearlo en público. No se quiere perjudicar al partido, ni inmolarse políticamente en momento de liderazgo indiscutible del jefe del Ejecutivo y la amenaza de una repetición electoral el 10 de noviembre (nuevas listas, nuevo Congreso).
Los acontecimientos de las últimas semanas han consolidado a la dupla que forman la vicepresidenta Calvo y al jefe de gabinete de presidencia, Iván Redondo, como los asesores más próximos a Sánchez. Ese núcleo incluye también, aunque en menor medida, a la portavoz en el Congreso, Adriana Lastra.
Mala relación Calvo-Redondo
Del grupo ha caído de momento el número tres del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos. Sánchez apartó a Ábalos de la negociación frenética con Podemos, que lideró Calvo. Y tampoco ha aparecido en la ronda de reuniones que ha montado el líder del PSOE para construir una nueva propuesta que desbloquee la investidura.
Este círculo menguante no gusta demasiado a algunos sectores del PSOE. Las críticas a Redondo, al que algunos ven como un paracaidista con demasiado poder, son habituales entre algunos clásicos del socialismo. Su figura, sin mencionarla expresamente, fue utilizada por varios portavoces parlamentarios para cuestionar a Sánchez en la sesión de investidura.
Además de Redondo, Calvo y Lastra conforman el núcleo duro del presidente. El problema es que la interlocución entre la vicepresidenta y el jefe de Gabinete tampoco es la mejor posible. Y eso, dicen fuentes socialistas, desgasta al partido.
Calvo es una dirigente con mucha mili en el PSOE para lo bueno y para lo malo. Y al igual que partidarios, también tiene muchos detractores. Su papel en la recta final de la negociación con Podemos fue decisivo. Pero la vicepresidenta no pudo llevar el diálogo a buen puerto.
El papel secundario de Ábalos
Lo que más ha sorprendido es la aparente caída en desgracia de Ábalos, figura muy relevante para Sánchez tras su regreso a la secretaría General. El ministro de Fomento fue el encargado de negociar la moción de censura y ha jugado un papel decisivo en la pacificación del partido tras el tenso proceso interno de hace dos años.
Sin embargo, Ábalos apenas ha jugado un papel secundario en el guion de Redondo. De hecho, hay quien dice que al presidente no le ha gustado que se saltase ese guion. Moncloa considera como salidas de tono algunas declaraciones del número de tres del socialismo.
Se citan, como ejemplos, la entrevista en la que habló de un pacto con Ciudadanos. Ábalos también fue el primero en abrir la puerta a miembros de Podemos en el Gobierno, cuando Sánchez no lo había hecho todavía. Y también hizo unas declaraciones diciendo que todos los votos del Congreso valían lo mismo en un momento en el que Sánchez insistía (como ahora) en un Gobierno que no dependa de fuerzas independentistas.