El ministro de Sanidad, Salvador Illa, está cada vez más solo ante la tormenta del coronavirus. Ni Pedro Sánchez ni otros ministros han salido a defender al titular de Sanidad en la compra de 9.000 test para el coronavirus que han resultado ser defectuosos. “Illa está literalmente desbordado”, comentan fuentes del Gobierno de Sánchez, que apuntan a que el Ministerio de Sanidad no sabe dónde ni a quién pedir ayuda para lograr los millones de test y de mascarillas necesarios para afrontar la emergencia. “Está desbordado y muy afectado”, relatan.
La rabia por la gestión de la crisis va del Congreso a los pasillos de los hospitales. La conferencia de sindicato de médicos (CESM) entregó el pasado jueves, como adelantó Vozpópuli, una durísima carta al ministro Illa en la que mostró su “preocupación y malestar que está provocando entre todo el sector sanitario español y, de manera muy especial, entre el colectivo médico, la gestión que se está llevando desde el Gobierno de España”.
Los médicos hablan de “falta de previsión en el desarrollo de la enfermedad, a pesar de la gran cantidad de advertencias” que, según ellos, el Ejecutivo “ignoró alegremente”. Los médicos acusan a Sánchez de dar “bandazos” y califican de inadmisible la “enorme tasa de afectación del personal sanitario, próxima ya al 14% de los afectados” y la falta de material. Por lo que advierten: “No dude, les serán exigidas [responsabilidades] por nuestra organización en el momento oportuno”.
Todo el núcleo duro involucrado
“Aquí el problema es de preparación, pero también de rapidez”, añaden miembros del PSOE, que aseguran que la orden de Moncloa es dejar que Illa se responsabilice del asunto, aunque en la compra de los polémicos test está involucrada toda la plana mayor del equipo anticrisis, formado por José Luis Ábalos, Fernando Grande-Marlaska, María Jesús Montero y Margarita Robles.
La ministra de Defensa, según varias fuentes, está intentando desmarcarse de los errores de gestión del Gobierno. “Es muy inteligente y no quiere mezclarse”, sugieren en el PSOE. Illa, en cambio, está cada día más en dificultad.
“La culpa es de Sanidad. Llevan años sin realizar una compra de este tipo, acostumbrados a adquirir las tradicionales vacunas de la gripe. No están preparados”, comentan fuentes que desde hace días intentan que el Gobierno y otras administraciones locales abran un canal de compra con China. Para los menos alarmistas, el error de los test es comprensible. “No es la primera vez que se rechaza un pedido y fueron precavidos en fijar el umbral de fiabilidad del test en el 80%”, argumentan. Un error común, que se magnifica por la gravedad de la crisis sanitaria, sostienen.
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El anuncio de Sánchez
El pasado 21 de marzo, Sánchez anunció a bombo y plantillo la compra de centenares de miles de pruebas para detectar el Covid-19. Intentó dar la vuelta a una situación de objetiva dificultad. "Se trata de test fiables, homologados, y esto es muy importante. Deben contar con todas las garantías sanitarias", dijo. Se refería a los test comprados a una empresa china que no figura en la lista de proveedores clasificados y que se revelaron defectuosos.
Sanidad hasta ahora no ha aclarado el coste de la compra. Aunque fuentes conocedoras de operaciones de ese tipo aseguran que, si el intermediario no cumple el pliego, deberá devolver el dinero. “La cuestión es que el Gobierno llega tarde y está realizando varias compras a contrarreloj, sin muchos controles. Así que es posible que el problema se repita en el futuro”, añaden. En el Gobierno confirman que Sanidad ha cerrado varios contratos con muchas empresas. Además de los 9.000 test defectuosos, se esperan 640.000 pruebas para detectar el Covid-19.
Podemos se desmarca
Podemos tampoco se quiere mojar. “Por suerte es un asunto de los socialistas”, repiten desde el partido morado donde están centrados en profundizar las ayudas económicas ante la crisis. Lo cierto es que Sánchez dejó a Podemos fuera del núcleo duro que afronta la pandemia.
En el PSOE hay sorpresas por los muchos pasos en falso de Sánchez: desde no reprochar a Pablo Iglesias la cacerolada contra el Rey Felipe VI, hasta los vaivenes sobre la enfermedad de Carmen Calvo, la gestión de las mascarillas reclamadas por las Comunidades, la incapacidad de obtener ayudas de China y ahora la compra defectuosa de test.
Los socios nacionalistas también tuercen el gesto. ERC acusa a Sánchez de no saber cómo afrontar la crisis y le culpa de los miles de muertos. El PNV también se pone de perfil. Solo Podemos en el Congreso sigue respaldando a Sánchez, pero los socialistas saben que la oposición no le dejará un minuto libre, a la vez que caerán como lluvia las demandas judiciales de afectados y médicos. En el pleno de la tormenta, Sánchez no ve hasta dónde pueden llegar los nubarrones. Mientras tanto sus ministros empiezan a acusar el golpe. Illa por encima de los demás.