El Gobierno de la Generalitat de Cataluña ha pasado un mal rato tratando de explicar la aparente contradicción entre, por un lado, alentar las protestas contra la sentencia a los líderes separatistas y, por otro, enviar a los Mossos d'Esquadra a disolverlas a palos.
Las explicaciones han sido delirantes, en algún caso. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, ha llegado a decir que los Mossos trataban de proteger a los manifestantes con sus cargas.
Pero, según ha sabido Vozpópuli, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, cree que estas cargas policiales son la mejor manera de mantener vivo el conflicto catalán en el exterior. Es la lectura que hacen los dirigentes independentistas, que consideran que imágenes como las del lunes en el aeropuerto del Prat son de lo poco que les queda para que España sienta alguna presión de la comunidad internacional.
Prensa internacional no distingue entre Mossos y Policía
Los antidisturbios de los Mossos y la Policía Nacional están actuando de manera coordinada ante la ola de incidentes de media y baja intensidad que se están produciendo en Cataluña después de la sentencia del Tribunal Supremo. Las razones de esta cooperación son variadas.
La Generalitat no quiere dar una excusa al Gobierno de Pedro Sánchez para que intervenga los Mossos o ponga encima de la mesa medidas como la Ley de Seguridad Nacional o el 155. Pero tanto Torra como Carles Puigdemont creen, aunque nunca lo reconocerán en público, que las imágenes de dureza policial son una munición imprescindible para defender su mensaje de que España es un Estado represor.
Las escenas del Prat se han visto en medio mundo. El balance de heridos y casos como el del joven que ha perdido un ojo por el supuesto impacto de una bala de goma son un problema ante determinada opinión pública. Y, según piensa la Generalitat, la prensa internacional no distingue entre policía autonómica y nacional. Para diarios y televisiones mundiales se trata simplemente de Spanish riot police (policía española antidisturbios).
Es a lo que juega Torra, consciente de sus nulos apoyos en el exterior y la debilidad de la coalición independentista. Y el presidente catalán se basa en el precedente del referéndum ilegal del 1-O, que tuvo una enorme repercusión por las imágenes de la actuación policial en algunos centros de votación. La CNN, por ejemplo, tituló su crónica digital sobre la jornada como 'La vergüenza de Europa'.
La Generalitat no va a dejar de apretar en ese frente en la medida de sus posibilidades. Torra ya ha hablado con los corresponsales extranjeros y seguirá intentado que sus escasos aliados en Europa -alguno tiene- ejerzan de altavoz ante sus respectivas sociedades.
El Gobierno "cruza los dedos"
En Moncloa son conscientes de que la batalla internacional es importante. Y el Gobierno ha iniciado una campaña en varios frentes. Reuniones con embajadores o vídeos de los ministros ensalzando la democracia española en varios idiomas son algunos de ellos. Junts per Catalunya (JxCat) ha presentado una denuncia a la Junta Electoral para que se suspenda esta campaña.
El Gobierno mantiene la prudencia con los altercados en Cataluña. Insiste en la respuesta "proporcional", pero al mismo tiempo advierte de que el derecho de manifestación tiene sus límites. Y uno de ellos es bloquear al aeropuerto.
La realidad es que hay una preocupación lógica en Moncloa. Nadie quiere que las algaradas se vayan de madre o se produzca alguna desgracia que inflame todavía más los ánimos. Moncloa "cruza los dedos" para que el nivel de tensión vivido el lunes haya marcado un máximo y no suba de ahí. Y todo a 25 días de las elecciones generales del 10-N.