Vuelven las elecciones generales y regresa el dilema de siempre ante un escenario político más fragmentado que nunca. A la cita con las urnas del 28 de abril concurrirán además de los dos grandes formaciones (PP y PSOE), los partidos que emergieron en el anterior ciclo electoral (Podemos y Ciudadanos) y el último actor que dio la campanada en las elecciones andaluzas de diciembre (Vox).
El partido de Santiago Abascal se ve al alza en todas las encuestas y ahora mismo está de subidón como acusación particular en el juicio del procés. Pero en el camino hacia las urnas no sólo afronta el reto organizativo de construir todas las candidaturas con una estructura aún poco engrasada, sino que sus aspiraciones pueden verse castigadas por el reparto de escaños que fija la Ley electoral.
Precisamente, Podemos y Ciudadanos decidieron ponerse de acuerdo para impulsar su reforma exprés antes de que acabase esta atípica legislatura en la que ha habido dos gobiernos distintos. Pero el intento, escenificado en su momento en el Congreso por Irene Montero y Juan Carlos Girauta, quedó en eso; un mero intento. Ambos partidos eran los más interesados en cambiar el método D'Hont, que tradicionalmente ha beneficiado a los dos grandes partidos.
El mapa de circunscripciones en España se divide fundamentalmente en tres familias. Las pequeñas (donde están en juego entre 3 y 5 escaños); las intermedias (donde se juegan entre 5 y 9); y las grandes (donde se reparten más de 10 diputados).
"Para que el sistema no te haga mucho daño o concentras bien el voto o subes por encima del 15% a nivel estatal", recuerda el politólogo Pablo Simón. De hecho, ese porcentaje fue lo que marcó la diferencia de escaños que lograron Pablo Iglesias y sus confluencias (67) y los de Albert Rivera (32).
"Vox ahora mismo está en la banda de peligro. Todo depende de según donde se estabilice puede ser muy penalizado o pasar al límite, decantando el bloque de manera crítica", añade Simón. La formación morada, en declive en todos los sondeos, tampoco pierde de vista que en esta convocatoria podrían girarse las tornas. Aunque según los expertos, el partido de Iglesias tiene un suelo de votantes sólido y capacidad de movilización en la carrera hacia las urnas.
Las provincias donde más riesgos corren estos actores son aquellas donde se juegan entre 1 y 5 escaños, en total, 28 de las 52 provincias. Uno se juega en Ceuta y un en Melilla; dos en Soria; tres en Palencia, Segovia, Ávila, Huesca, Guadalajara, Cuenca y Teruel; cuatro en Lugo, Orense, Burgos, Álava, La Rioja, Lérida, Cáceres, Albacete; y cinco en León, Cantabria, Navarra, Castellón, Ciudad Real, Jaén y Huelva.
En provincias como Madrid están en juego 36 escaños y en Barcelona 31. En Sevilla y Málaga se reparten 12 y 11 escaños respectivamente, mientras que en Valencia son 15, en Alicante 12 y en Murcia 10.