El futuro jefe del Ejecutivo no tendrá más remedio que ir desvelando desde hoy los primeros nombres de sus equipos, en este caso parlamentarios. Mariano Rajoy comunicará ante la Junta Directiva Nacional del PP quiénes ocuparán las presidencias del Congreso y del Senado, así como sus respectivos portavoces. Será el primer escalón de un complicado puzzle que tendrá su segundo capítulo en la formación del Gobierno para culminar, en el mes de febrero, con la nueva dirección del partido.
Fiel a su peculiar estilo de mutismo casi absoluto, ayer todos se hacían cábalas respecto a las personas que asumirán cada uno de los cargos. Quizá la apuesta más clara sea la de Pío García Escudero para la presidencia del Senado, en sustitución del socialista Javier Rojo. Eso podría llevar al que ha sido hasta el momento su “número dos”, secretario del Grupo Popular, y al que dirigentes próximas a Rajoy califican de “persona muy sólida”, Antolín Sanz, a la portavocía en la Cámara Alta.
En cuanto a la presidencia del Congreso de los Diputados el abanico es muchísimo más amplio. Encabeza la lista Jorge Fernández Díaz, al que su condición de catalán podría auparle a un puesto en el que se necesitará mucha mano izquierda con el resto de los Grupos, especialmente con CiU a quien Rajoy quiere convertir en una especie de socio privilegiado. No se puede perder de vista a una mujer, Ana Pastor, miembro desde hace muchos años del reducido equipo de leales de Rajoy, acompañante inseparable por los distintos ministerios que éste ocupó hasta que a la propia Pastor fue nombrada titular de Sanidad en el último Gobierno de Aznar.
En la quiniela para la máxima responsabilidad institucional del Congreso también están dos castellanoleoneses, el soriano Jesús Posada y el burgalés Juan Carlos Aparicio. Todo ello sin olvidar al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Quienes le conocen creen que Gallardón prefiere estar en el Gobierno, en primera línea, aún a riesgo de quemarse en una legislatura difícil, aunque hay ministerios como el de Defensa, para el que suena, que le permitirían una gran proyección pública al tiempo que estaría alejado de los puntos más “candentes”. Su nombre también ha estado en las quinielas de la portavocía de la Cámara Baja, que constituye uno de los nombramientos más trascendentales de esta legislatura, aunque tradicionalmente haya tenido poca importancia el portavoz del partido gobernante.
Rajoy, mucho menos dado que Aznar a alimentar especulaciones en torno a sus equipos, “ha dado la orden de buscar apoyos” ante una legislatura “muy complicada que exige tener un portavoz de primera”, afirman fuentes populares. Y para esa responsabilidad se ha bajado mucho el nombre del vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, que parece haber asumido que tiene bastantes papeletas para asumir el cargo.
Alonso y Soria
Pero no es el único. El que fuera alcalde de Vitoria y en la última legislatura miembro de la dirección del Grupo Parlamentario capitaneado por Soraya Sáenz de Santamaría, Alfonso Alonso, parece otro valor seguro. Cabe resaltar la importancia que han adquirido en estos cuatro años las personas próximas a Sáenz de Santamaría, que son las que controlan ahora el traspaso de poder con el Gobierno saliente.
En cambio, en Canarias se ha extendido la especie de que José Manuel Soria, en lugar de entrar en el Gobierno podría terminar de portavoz en el Congreso. Amigo de Rajoy, éste necesita a alguien de su máxima confianza en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Soria, persona emergente del “universo marianista” no levanta susceptibilidades y tiene experiencia de gestión.
El pasado día 6, durante la celebración del aniversario constitucional, el único guiño que se permitió Rajoy ante los periodistas fue el de avisar que él es “razonablemente” previsible cuando se le preguntó por sus futuros nombramientos, lo que contribuyó a desatar, aún más, las especulaciones en torno a los mismos. De hecho, no están descartadas las sorpresas de última hora.