La mayoría que ha alumbrado la reforma laboral, con más partidos de derecha que de izquierda, ha torpedeado el lanzamiento del proceso de escucha de Yolanda Díaz que, previsiblemente, culminará en su candidatura a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. Esa lectura la comparten varias fuentes parlamentarias del espacio de Unidas Podemos consultadas por Vozpópuli.
Lo cierto es que la vicepresidenta segunda del Gobierno no pudo consumar su plan perfecto: sacar su decreto estrella con la CEOE y con los partidos del bloque de la investidura. Pero ni ERC ni EH Bildu, la izquierda soberanista, le prestaron su apoyo. La titular de Trabajo está construyendo un perfil político basado en el diálogo y en el pacto y alejado de las cuitas de partido. Pero el parto de la reforma ha demostrado que su oferta de diálogo tiene límites, precisamente, por batallas de partido.
Yolanda Díaz, además, enfrenta otro problema. Pese a que ella reitera cada vez que tiene ocasión que sus planes electorales pasan por alejarse de la izquierda a la izquierda del PSOE, un espacio que considera "pequeño y marginal", lo cierto es que el grueso de sus apoyos electorales vendrán de ahí. No por casualidad Unidas Podemos repite machaconamente que ella y solo ella es la líder tras la salida de Pablo Iglesias.
Un proceso en pausa
En verdad, Díaz tiene parado su proceso de escucha. Antes de que terminara el año, la vicepresidenta segunda dejó caer que el momento en el que empezaría a carburar su carrera sería después de Navidad, una vez superado el trámite de la reforma laboral. Pero la convalidación del decreto le ha dado más dolor de cabeza que otra cosa. Por eso, según las fuentes consultadas, a Yolanda Díaz le conviene guardar distancia y marcar un perfil bajo.
No solo no debe convocar, por el momento, actos como el que la juntó con Ada Colau, Mónica Oltra y Mónica García y que fue el germen de su oferta política para los españoles, es que Díaz tampoco debe mojarse en exceso en la campaña de las elecciones de Castilla y León que está a punto de terminar. Y eso los morados confirman que Yolanda Díaz acudirá al menos un día a arropar al candidato de Unidas Podemos, Pablo Fernández.
Eso sí, la fecha en la que la titular de Trabajo se arremangue en un mitin aún no está confirmada cuando falta poco más de una semana para que los castellano y leoneses elijan su nuevo parlamento autonómico, el que deberá, a su vez, elegir al próximo presidente de la Junta.
No obstante, dado que la política está condicionada por el momentum, en Podemos tampoco ven ya ten apremiante que Díaz se acerque. Y es que los morados son conscientes de que la convalidación del decreto de la reforma laboral, que no ha llegado tan lejos como la izquierda más purista hubiera gustado, ha sido una torta a su comunión con las bases del partido.
La campaña de las macrogranjas
La también titular de Trabajo ha dejado claro a la cúpula morada en varias ocasiones que no cuenten con ella para articular proyectos autonómicos de su plataforma que vayan a pasar el test de las urnas este 2022 como el de Castilla y León o el de Andalucía, la otra comunidad que anticipará los comicios. Y la campaña en Castilla y León empezó con el lío de las macrogranjas que desató una entrevista en The Guardian del ministro de Consumo, Alberto Garzón.
Desde entonces, Díaz mantuvo un perfil bajo que solo rompió para defender a Garzón y, en realidad, a ella misma, del duro derechazo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, propinó al ministro morado con menos atribuciones de Moncloa. La protección que la titular de Trabajo dio a su colega, no obstante, no significó más que un mensaje de orgullo ante su rival Sánchez.
Y es que los primeros que dan a Garzón por amortizado son sus colegas morados. El ministro de Consumo estuvo varios días prodigándose en periódicos y radios para aclarar la polémica sobre la calidad de la carne de las macrogranjas españolas. Pero la cúpula de Podemos sabe que no tiene futuro y menos en la futura plataforma que pretende armar la vicepresidenta.