Mientras el asesino confeso de Elisa Abruñedo pasaba su primera noche en la prisión coruñesa de Teixeiro, posiblemente la Guardia Civil trazaba el rumbo de otra investigación paralela dirigida a dilucidar si Roger Serafín Rodríguez pudo estar implicado en más crímenes contra mujeres que hasta ahora no han podido ser resueltos debido a la falta de pruebas o de pistas fiables. Las declaraciones realizadas al respecto por el delegado del Gobierno en Galicia, según las cuales los investigadores “no descartan ninguna hipótesis”, apuntan hacia esa posibilidad, si bien Pedro Blanco no hizo mención a ningún caso concreto ni quiso entrar en más valoraciones.
Hay abiertas “varias líneas de investigación”, se limitó a decir Blanco al ser preguntado por el caso de Socorro Pérez, la mujer de Ourense que fue asesinada el 2 de mayo de 2015 tras salir a correr por la ribera del río Miño. Un mes más tarde, su cuerpo semidesnudo fue descubierto en una zona forestal cercana al llamado Monte del Seminario. En este caso, el asesino no mató a su víctima a cuchilladas, como le ocurrió a Elisa, sino de un fuerte golpe en la cabeza propinado con una piedra. La investigación dictaminó que también sufrió agresión sexual. De todas formas, aún es muy pronto para saber si ambos crímenes pueden o no guardar relación y, como bien señaló el delegado del Gobierno, habrá que dejar trabajar a los investigadores.
En cuanto a Roger Serafín Rodríguez, se encuentra desde la noche del jueves en la cárcel de Teixeiro por orden de la jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Ferrol, que decretó prisión provisional sin posibilidad de fianza por un delito de homicidio o asesinato y otro de agresión sexual. La titular del juzgado sometió al acusado a un interrogatorio de seis horas pese a que ya se había confesado culpable del crimen ante los efectivos de la Guardia Civil que lo detuvieron, cuya perseverancia y empeño para dar caza al escurridizo delincuente está siendo muy alabada tanto a nivel político como social.
Una investigación que duró una década
La investigación duró la friolera de diez años y puede calificarse como un puzzle desesperante que al final pudo ser armado con éxito gracias a los masivos cribados de ADN que se realizaron en toda la comarca de Ferrol y a la pericia de un forense que dictaminó que el homicida era pelirrojo. Los investigadores también que tuvieron que sumergirse de lleno en el Archivo Diocesano de Mondoñedo, donde pudieron reconstruir el árbol genealógico del criminal después de hallar una muestra genética coincidente, perteneciente a un familiar, en los cientos de cribados que se llevaron a cabo en Cabanas y en varios municipios cercanos.
Elisa Abruñedo fue asesinada en la tarde del 1 de septiembre de 2013 después de salir a dar un paseo por los alrededores de su vivienda en la pequeña localidad coruñesa de Cabanas. Horas después, su cadáver fue hallado en una zona de monte próxima a su casa. Tenía varias puñaladas en el pecho y signos inequívocos de haber sido violada.