España

Así son la corte y los cortesanos de Felipe VI: "ni amigotes, ni negocietes"

Felipe VI tiene pocos pero grandes y fieles amigos. Casi todos, desde hace años. Algunos 'garbanzos negros', sin embargo, han caído por el camino. El Rey ha aprendido de los errores de su padre. Amiguetes oportunistas y cortesanos sospechosos, lejos de Zarzuela.

  • El rey Felipe VI de España durante su visita al Palacio Real en Rabat (Marruecos).

Cuando José Luis Ballester, el popularísimo 'Pepote', telefoneó a su amigo Felipe de Borbón para que le echara una mano en los asuntos judiciales que le llegaban hasta el cuello, la respuesta que recibió fue tan sólo el silencio. El entonces Príncipe de Asturias, amigo de 'Pepote' durante tantos años de aventuras deportivas, no pestañeó al colgar el telefóno. El divertido y expansivo 'Pepote' Ballester, medallista olímpico, compañero de Felipe VI en los Juegos del 92, había ido demasiado lejos junto a su también amigo Urdangarín en el caso Palma Arena cuando ocupaba la dirección general de deportes del gobierno de Jaume Matas en Baleares. Don Felipe dijo adiós a 'Pepote', conocido en los ambientes palmesanos con el sobrenombre de 'Iñaki--me-ha-dicho'. Toda una señal. El Príncipe no quería corsarios a su alrededor.

No ha sido el de 'Pepote' el único caso de amistades peligrosas con las que Felipe VI puso en su momento tierra de por medio. Francisco Sánchez Luna, el muy animoso y dichacharero 'Kiko', también medallista olímpico en el 92, también imputado y perseguido por la justicia a causa de presuntos delitos relacionados con la corrupción, dejó de aparecer hace ya tiempo en el círculo de amistades de Don Felipe.

Como expresivo argumento defensivo, Urdangarín comentó en su día que "yo hago lo que veo que aquí se hace", referido a lo que apreciaba en el comportamiento de su suegro. No ha sido en este aspecto de una conmovedora ejemplaridad la actitud del ahora oculto y silente don Juan Carlos

Trenta días 'gozosos'

Un mes se cumple este fin de semana desde la proclamación del Rey. Treinta días intensos, complicados, difíciles pero también, "gozosos", como ha comentado a algún miembro de su entorno. En ningún momento le ha temblado el pulso, en ningún momento ha titubeado. Le encolomaron el tópico de estar 'muy bien preparado' y lo está demostrando. Tenía la agenda del relevo en la cúspide de la Corona perfectamente preparada, estudiada al milímetro con la ayuda de su fiel Jaime Alfonsín, jefe ahora de la Casa Real. Y con intuitivas y oportunas aportaciones de la Reina doña Letizia.

Se advierten ya cambios notorios en el estilo de la Zarzuela. No sólo por la muy comentada audiencia con el colectivo de gays y lesbianas. O por la no menos sonora decisión de desterrar la cruz de las ceremonias oficiales y tomas de posesión. Se respira otro ambiente en Palacio. Un rey joven, laborioso, responsable, con ganas de cumplir afanosametne su cometido ha sustituido a un monarca crepuscular, debilitado por los costurones del quirófano y del escándalo, escasamente valorado por la opinión pública en su última etapa y con mínimas posibilidades de remontar en el aprecio de la sociedad.

Ha tomado buena nota don Felipe en estos largos años de aprendizaje como heredero. Ha observado, preguntado, inquirido. Ha grabado en la memoria hechos y episodios inaceptables, actuaciones impotables, decisiones bochornosas. La labor fundamental de un heredero es la de esperar y aprender. O aprender mientras se espera. Y Don Felipe ha sido un heredero ejemplar.

Los primeros trapicheos

"¿Pero esto es verdad?", aseguran que comentó Don Felipe al enterarse de algunos de los trapicheos más clamorosos de su cuñado Urdangarín, con quien al principio compartía relativa amistad, dada la afición de ambos por el deporte, pero a quien desterró de sus relaciones nada más surgir los primeros signos del descrédito que derivó en presuntos delitos.
Nunca ha comentado en público (ni apenas en privado) los asuntos más oscuros y reprobables protagonizados por su padre tras casi cuatro décadas de reinado. Pero los tiene grabados entre ceja y ceja. En especial, lo que hace a las relaciones de Don Juan Carlos con determinados amigos. "Ni amigotes, ni negocietes", le comentó ya hace años a una de las personas con quien más se ha relacionado en los últimos tiempos. Este puede ser el lema elegido por Felipe VI para perfilar su reinado. Esto es, la antítesis de muchas de las actuaciones de don Juan Carlos.

Cordón sanitario

No encontraréis ahora por Palacio ni Prados, ni De la Rosa, ni Albertos, ni toda esa recua de compañeros de aventuras, cacerías y negocios, que definieron el biotopo personal y profesional de don Juan Carlos a lo largo de demasiados años. Su hijo Felipe VI, ha instalado un filtro de ética a su alrededor. Los sospechosos, han sido alejados de su entorno. Una especie de 'cordón sanitario' de ejemplaridad y honradez, las características fundamentales para la continuidad de la Institución. Lo prometió en su discurso de proclamación, certero, oportuno y cada vez más valorado. Y parece dispuesto a cumplirlo.

Pocos amigos tiene Felipe VI, o al menos, son muy pocos los que se conocen. La lealtad y la discreción son exigencias que no superan con facilidad el paso del tiempo. Don Felipe es muy estricto en este sentido. No admite frivolidades ni pasos en falso.

Algunos nombres fijos

Álvaro Fuster, hijo de quien fuera representante en España de McDonnel Douglas, es posiblemente quien encarna mejor la figura de 'amigo íntimo'. Lo es desde la adolescencia y nunca le ha fallado. Álvaro, junto con su hermano Ricky, ha sido y sigue siendo compañía imprescindible del Rey. Conocen ambos al dedillo los antiguos amoríos de Don Felipe (Isabel Sartorious, Eva Sannun..), compartieron con él aquellos episodios polémicos y le ayudaron en más de una ocasión a mantenerlos en discreto secreto. Dos colegas, dos camaradas, dos compañeros de correrías, juergas, pasiones y emociones.

El financiero Javier López-Madrid, casado con Silvia Villar Mir, la hija del presidente de OHL y buen amigo de don Juan Carlos, también aparece en la lista de amistades duraderas. López-Madrid es también muy amigo de la Reina Leitizia y de la infanta Elena.

Otro fijo entre las amistades del Rey es Pedro López Quesada, esposo de Cristina de Borbón dos Sicilias e íntima de don Felipe. Con esta pareja se escapan al cine o a cenar, según cuentan los cronistas de la prensa de colorín. De los tiempos del colegio Rosales también aparecen el abogado José Antonio Jiménez Izquierdo o el conocido empresario Miguel Goizueta, de relevancia por haber sido quien presentó a Eva Sannun al entonces Príncipe. Su primo Nicolás de Grecia, o Entrecanales el vicepresidente de Acciona eran vistos con relativa frecuencia con el Príncipe.

Desde su matrimonio, algunos de sus inseparables dejaron de serlo. Y otros se han ido incrporando a la lista. "El Rey tiene algunos amigos que apenas nadie sabe que lo son", comentaba recientemente una fuente de la Familia Real. Nada que ver con las amigas periodistas de la Reina, siempre fijas, siempre fieles, una relación de origen profesional y que ha permanecido sin alteraciones a lo largo de todos estos años.

El decorado de la Zarzuela apenas ha cambiado. Pero el guión y los actores es bien distinto. Hay otros reyes y otros cortesanos. No aparecen por allí esa cohorte de comisionistas, negociantes, intermediarios, aprovechateguis, corsarios o simplemente trincones que deambulaban por Palacio en los viejos tiempos. Los nuevos tiempos llegan a Palacio de la mano de la transparencia y la limpieza. A ver lo que dura.

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