Priscila Lara Guevara y Constantín Gabriel Dumitru llevan más de un mes en prisión provisional. El Juzgado de Instrucción nº 4 de Cáceres mantuvo intacta la semana pasada su privación de libertad al considerar que aún existe riesgo de fuga. La abogada que les defiende a vuelto a la carga y ha solicita un estudio antropométrico, según ha asegurado la letrada a Vozpópuli, porque existen dudas de que ambos se alojaran la noche del robo en el hotel-restaurante Atrio de Cáceres.
La exmiss mexicana, de 29 años, y su pareja, de nacionalidad rumana y neerlandesa de 48 años, se encuentran desde el pasado 4 de agosto en Centro Penitenciario de Cáceres. Están acusados del famoso robo de 45 botellas de vino valorada en 1,64 millones de euros del pasado 27 de octubre de 2021. Un atraco que fue calculado al milímetro, según las fuentes policiales consultadas.
Un pasaporte suizo
La abogada de la pareja, Sylvia Córdoba, ha solicitado a la magistrada que instruye el caso, Aída María de la Cruz de la Torre, un informe antropométrico de su defendida, Priscila Guevara. Al parecer, en las investigaciones hay una documento, en concreto un pasaporte, de una mujer que se alojó esa noche en el hotel que no corresponde con su defendida. Ante esta situación la letrada ha pedido el peritaje para contrastar el salvoconducto, con las cámaras de seguridad y la imagen de su clienta.
En su momento las pesquisas de los agentes de la Policía Nacional determinaron que Priscila y su pareja se alojaron en el hotel con un pasaporte falso suizo y también ocultos con una peluca y una mascarilla para que no se identificara bien su rostro. Las grabaciones de seguridad, de poca calidad, fueron claves a la hora de identificar a Priscila y Dumitru. Tardaron varios meses en dar con ellos los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia (UDEV) de la Policía Nacional.
Cómo consiguieron la llave magnética de la bodega
Los testigos, trabajadores del hotel, manifestaron ante la juez y las partes que no sospecharon nada raro de esta pareja que se alojó durante una noche y que abandonaron el establecimiento a altas horas de la madrugada sin dejar rastro. Fue un robo limpio y para acceder a la bodega usaron una llave magnética. Otra de las grandes incógnitas que aún mantiene el caso vivo.
En su huida, sobre las cinco de la mañana, utilizaron un coche que no estaba a nombre de ninguno de ellos. En el maletero de ese vehículo iban los litros de vinos. Después su pista se perdió por Italia pero gracias a la colaboración de la Interpol fueron detenidos en Croacia y trasladados hasta nuestro país.
Un robo a la carta
El principal dilema al que se enfrentan ahora los investigadores de la Policía Nacional es conocer cuál fue el destino y quién fue el comprador de las 45 botellas de vino. La tardanza en el arresto de la pareja les dio un tiempo de oro para vender el botín. Los investigadores sospechan que los dos atracadores llevaban meses planeando esta ejecución, con varias visitas previas a la bodega y al establecimiento para conocer al dedillo su funcionamiento interno.
Al conocer perfectamente el material que iban a sustraer se lo ofrecieron a varios compradores de Francia e Italia. Una de esas personas, aún se desconoce, fue la que pagó por estas botellas de vino que están valoradas por sus dueños en un valor de 1.648.500 euros.
Ese precio es también motivo de disputa entre las partes enfrentadas en el juzgado. La letrada de la pareja también piensa encargar un informe pericial para precisar el valor de esas botellas. En marzo de este año, los gerentes del restaurante llegaron a un acuerdo con la aseguradora para cobrar una cantidad por el robo de las botellas.
El destino del vino
La defensa de los acusados piensa solicitar un peritaje del valor de los vinos a la Policía. Y es que los propietarios no presentaron facturas para valorar los caldo. Adjuntaron un libro, que se edita de forma bianual, con el catálogo de los productos que fueron robados.
Mientras todas estos requerimientos se suceden, los investigadores de la Policía Nacional buscan sin descanso el destino final de los vinos. Entre todas las hipótesis dos destacan por encima del resto: un coleccionista millonario o que los vinos descansen en otra bodega. El tiempo dará la respuesta.