El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha apartado a Unidas Podemos de la gestión directa de la crisis ocasionada por la invasión rusa de Ucrania. El líder del Ejecutivo se ha pertrechado bajo el paraguas del Departamento de Seguridad Nacional, dependiente del Gabinete de la Presidencia que maneja Óscar López, para coordinar el gabinete.
No obstante, la Secretaría de Estado de Comunicación se ha negado a responder a reiteradas preguntas de Vozpópuli acerca de cómo se ha organizado la célula de seguimiento de la guerra en Ucrania. Justo hasta que estallara el conflicto, era el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, el interlocutor con el presidente y con el resto de fuerzas políticas, a las que ha tenido puntualmente informadas de la crisis desatada en el Este de Europa.
Junto a él, los ministros de Defensa, Margarita Robles y de Presidencia, Félix Bolaños, conforman la guardia pretoriana con la que Sánchez está abordando la crisis ucraniana y con los que también está en permanente contacto. El rey Felipe VI también recibe informes constantes, según ha sabido este diario, de la situación en el Esta de Europa.
El presidente decide qué y con quién
Es más, otros ministros han evacuado informes pedidos por Presidencia tras la reunión del Consejo de Seguridad Nacional del pasado jueves. Son estudios sobre el impacto del conflicto en sectores clave, como el energético y las exportaciones en general. Otros ministros como Teresa Ribera, de Transición Ecológica o el responsable de Agricultura, Luis Planas, mantienen puntualmente informados a La Moncloa de las consecuencias económicas que esta guerra tendrá en la economía española y que el presidente del Gobierno ya tachó de importantes en su alocución del jueves.
Lo cierto es que el presidente del Gobierno tiene potestad para decidir qué personas integran su núcleo duro en momentos de crisis y de riesgo para el país. Pero es verdad que la creación del Departamento de Seguridad Nacional, en 2012, ha predeterminado los cargos y los modos con los que un jefe de Moncloa debe abordar estos asuntos. Y la estructura que ha creado Sánchez es, a priori, la más coherente dado que alcanza a los principales ministerios implicados, así como a su jefe de gabinete y al ministro que coordina al resto de ministerios.
El problema es que el actual Ejecutivo es una coalición integrada por dos partidos. El PSOE, por peso electoral y parlamentario, dejó claro a Unidas Podemos cuando se fraguó el pacto entre ambos que los denominados ministerios de Estado (Interior, Defensa y Exteriores) eran cosa suya. Aunque tras dos años de Gobierno, Podemos ha demostrado que una cosa es no tener competencia en esas materias y otra muy distinta no intentar virar la posición hacia sus intereses presionando a los socialistas y atacándoles ahí donde han surgido divergencias.
El recuerdo de los fondos europeos
Es lo que ocurrió, como recuerdan fuentes gubernamentales moradas, cuando se anunció el desembarco de los fondos europeos. El presidente organizó entonces un comité para abordar la llegada del maná europeo en el que no invitó a ni un solo miembro morado del Gobierno. En Unidas Podemos sentó tan mal que no tuvieron más remedio que recurrir a una protesta del entonces líder, Pablo Iglesias, para que en el mismo día se pudieran sentara en el comité.
La guerra en Ucrania no es el caso. En verdad, Yolanda Díaz, según precisa a este diario su entorno, habla "constantemente" con el presidente del Gobierno sobre el conflicto de Ucrania. Pero ni ella ni el espacio que lidera se quejan abiertamente de su ausencia en el núcleo duro de seguimiento de la crisis.
Aunque en Podemos aprovechan para señalar que el PSOE debe mostrar más deferencia para con su socio. El sentir entre los morados es que Sánchez sigue tratando igual de mal a Iglesias que a Díaz pese a que la titular de Trabajo lo exteriorice menos.
Más allá de la ausencia de Díaz, la realidad es que en esta ocasión a Unidas Podemos no le interesa tener a su principal líder en el Gobierno dentro de un núcleo de decisión tan duro. En primer lugar porque en caso de que hubiera discrepancias es mejor que estas se diriman en público. Y, en segundo lugar, porque sería difícil para la vicepresidenta segunda atacar la posición del presidente si ella también se encuentra dentro del meollo que decide los movimientos del Gobierno.
Y no es difícil que Díaz choque con Sánchez, porque la izquierda a la izquierda del PSOE, el espacio político sobre el que quiere construir una plataforma electoral, es profundamente antiOTAN. Esa postura, que comparten con el presidente ruso, Vladimir Putin, enfrenta a Unidas Podemos a una contradicción.
El partido ha sido tajante en la condena a Rusia y a su mandatario, pero será difícil que su mensaje en pro de erradicar cualquier atisbo de presencia estadounidense en suelo europeo goce de consideración entre los españoles que asisten horrorizados a la brutal embestida de Rusia contra su exrepública.