A Las Vegas Sands le da igual que la semana pasada la agencia de calificación Fitch le desaconsejara España, “mal negocio para casinos y complejos turísticos”; o que JP Morgan le pidiera en octubre “olvidarse del proyecto de Madrid” para repuntar en Bolsa; o que incluso el poderoso banco germano Deutsche Bank sentenciara en junio que Eurovegas estaba “en las últimas”. A Las Vegas Sands, comandada por el magnate ultraortodoxo judío Sheldon G. Adelson (un archimillonario que no se corta ni en pedir a un país todo tipo de prebendas fiscales para sus negocios, ni en reclamar a Obama un ataque nuclear contra Irán), le da igual que tanto el mercado como sus propios accionistas le reclamaran a gritos no ejecutar el mega-complejo de ocio y juego prometido para Alcorcón: LVS ha decidido no hacer Eurovegas, y acusar al Gobierno de Mariano Rajoy de no acatar sus imposibles y humillantes exigencias.
Así, Adelson, que en octubre también reconoció ante gran parte de sus inversores en Londres que no tenía la financiación suficiente para levantar Eurovegas, acaba de comunicar que descarta definitivamente la idea de asentarse en Madrid porque el Ejecutivo central rechaza sus imperativos, entre los que están permitir fumar en los casinos (una norma a la que se opone la mayoría y que chocaría con la legislación europea) o no pagar una cantidad ingente de tributos durante muchos años. Un rechazo completamente forzado por la multinacional norteamericana.
A cambio, el magnate de Boston prometió ser el nuevo Mr Marshall de la España en crisis profunda: una primera fase hasta 2017 en la que se invertirían 6.000 millones de euros y en la que se daría empleo a 100.000 personas. Doce hoteles con 36.000 habitaciones. El proyecto se coronaría en un futuro con una inversión total de 17.000 millones y cientos de miles de puestos de trabajo. Una píldora que la Comunidad de Madrid tragó, pero no Mariano Rajoy, cuya prudencia esta vez sí le ha servido para algo. El pontevedrés es consciente de que el insulso plan de viabilidad presentado por LVS en julio lleva más de cuatro meses acumulando polvo en un cajón de la Puerta del Sol.
No por nada, el presidente del Gobierno se mostró recientemente proclive a tocar el marco legal, incluyendo la ley antitabaco, aunque ésto, añadió, “será lo último que haga”. Antes, pidió movimientos a Las Vegas Sands, garantías de que si se reformaba la legislación Adelson vendría a España. Pero Adelson, que visitaba la península cada vez menos, realizaba más y más incursiones al sudeste asiático, a Vietnam, Corea y Japón, ya que sus beneficios en los lugares donde posee casinos (Singapur y Macao) se han disparado, permitiéndole acechar el décimo puesto de la lista Forbes. Además, Japón se impuso a Madrid en la candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de 2020.
Según ha sabido Vozpópuli, los problemas de Adelson para encontrar financiación para Eurovegas estaban haciendo agua. Éstos no son nuevos, pero ni las entidades españolas más importantes (Santander, BBVA), ni las extranjeras apostaban por el proyecto. En Asia es posible escapar de la estricta legislación de la Vieja Europa, conseguir beneficios, sortear todos los escándalos por corrupción y apenas dejar dinero en el país de acogida.
La renuncia de Las Vegas Sands supone un auténtico fracaso para el presidente Ignacio González, pero también para su predecesora, Esperanza Aguirre. Y para el alcalde alcorconero, ese títere de Espe sin iniciativa llamado David Pérez. Impulsa, en cambio, a Tomás Gómez, contrario al proyecto desde el minuto uno y marginado por el resto de dirigentes próximos a Ferraz. La España Oficial, otra vez derrotada, aunque Rajoy esta vez ha logrado quedar al margen. Es, además, un triunfo de Equo y los grupos ecologistas. En un comunicado, Equo considera "una buena noticia que Eurovegas no se instale en Madrid" y reclama "que se anulen los cambios normativos que se aprobaron para su instalación".