Castilla y León, tradicional granero de votos del PP, va a su bola. Esa sensación recorre Génova, agravada ayer tras la presentación del Presupuesto de la región para 2013, en la que la Junta restituyó los impuestos de Sucesiones (para las herencias) y Donaciones (para actos intervivos). “No nos gusta tener que aplicar estas medidas pero es la fórmula para seguir manteniendo muchos hospitales”, señaló la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo.
Pero la reposición de este tributo, hasta ahora bonificado por la Junta en un 99%, ha causado un cisma entre Valladolid y Madrid. En el PP nacional hace tiempo que nadie entiende el comportamiento de Herrera, quien ayer, precisamente, suavizó el céntimo sanitario (un impuesto sobre los hidrocarburos a razón de 4,8 céntimos por litro), otra de sus medidas controvertidas. De las comunidades gobernadas por los populares, tan solo Extremadura mantiene el impuesto de Sucesiones y Donaciones debido a que el Ejecutivo de Monago está en minoría y maniatado por la oposición del PSOE e IU. Cantabria lo retiró en enero pasado y otras autonomías del PP, como La Rioja, han rechazado reinstaurarlo.
El cisma llegó en julio
La ruptura se produjo antes, a mediados de julio: tenía lugar el Consejo de Política Fiscal y Financiera y las comunidades pedían relajar el objetivo de déficit autonómico, fijado en el 2%. Montoro se negó y, a la hora de votar, todas las regiones no gobernadas por el PP (Canarias, Cataluña, Andalucía, Asturias) lo hicieron en contra. El resto dio un “sí crítico” excepto dos: la inestable Extremadura y Castilla y León, gobernada cómodamente por los populares desde 1987.
Esa fecha marca el cisma definitivo, algo que la Junta ya venía provocando, según cuentan dirigentes nacionales del partido. Poco antes, en mayo, ocurrió otro importante choque de trenes. Se celebraba en Ávila el XII Congreso Autonómico del PP y la polémica por la retirada de las subvenciones a la minería pesaba en el ambiente. Y Herrera dejó atónita a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al exclamar: "No voy poner una alfombra al Gobierno central en asuntos como la minería, ya que las administraciones deben seguir apoyando sin recortes bruscos este sector”. La vicepresidenta, vallisoletana de pro, tomó nota y se dispuso a "poner orden". Poco después, el senador leonés Juan Morano fue expulsado del PP por votar contra los recortes al carbón.
Pugna interna
No son las únicas bravatas procedentes de Castilla La Vieja: Herrera mostró en varias ocasiones su disconformidad con la reforma laboral y la Junta se enfrentó durante meses con el Gobierno Central por diferencias en la ley de ordenación del territorio. También la Consejería de Cultura se rebotó con el ministro José Ignacio Wert por el IVA cultural. Además, Herrera mantiene un diálogo fluido con los sindicatos que las centrales aprecian. Por su parte, el PSOE castellano-leonés no levanta cabeza e IU acaba de regresar a la vida parlamentaria tras años en el desierto. Castilla y León es pepera hasta la médula.
Así que detrás de esta rara división, existe también una pugna interna en la que Sáenz de Santamaría ha tomado partido hábilmente. “Herrera está de salida”, relata un dirigente autonómico. Y, aunque el presidente cuenta con algún que otro medio de comunicación regional que no para de dorarle la píldora, los problemas internos se le acumulan. Herrera se decanta en privado por un claro sucesor: el portavoz y consejero de la Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez. Sin embargo, Génova puso de delegado del Gobierno en la comunidad a Ramiro Ruiz Medrano, expresidente de la diputación vallisoletana y hombre de confianza de la vicepresidenta. Ruiz Medrano suena como presidenciable a la Castilla y León.