La neurociencia entró por primera en un juicio en España de la mano del crimen de Pioz. Habitual en otros sistemas judiciales como el estadounidense, en este caso fue una invitada incómoda que provocó intensas discusiones. La reciente sentencia del Tribunal Supremo que ha condenado al autor a prisión permanente revisable tercia en el debate para hacer una contundente defensa del uso de estos avances tecnológicos en los procesos penales.
Los jueces entienden que son una herramienta útil para conocer la mente de los asesinos y medir su grado de responsabilidad. “Las neurociencias, valiéndose de renovados métodos de experimentación y neuroimagen, están permitiendo un análisis de la mente humana inimaginable hasta hace bien poco”, admite la resolución, redactada por el presidente de la sala de lo Penal, Manuel Marchena.
Fue un recurso de la abogada del acusado, Patrick Nogueira. Llevó a juicio a varios expertos para que explicasen los resultados de una prueba llamada PET-TAC. Consiste en una serie de imágenes que elabora un ordenador tomando como referencia los resultados de rayos x sobre el cerebro del asesino. Con ello la letrada trató de demostrar que su cliente sufría un daño cerebral que le impedía controlar sus impulsos. Es decir, que eso debía tenerse en cuenta como atenuante y no debía ser condenado a prisión permanente revisable.
"No entendida por algunos"
El jurado no tuvo en cuenta estos argumentos. Se decantó por lo que dijeron los peritos independientes a los que las neuroimágenes no les parecieron concluyente. Para ellos, Patrick Nogueira era un psicópata perfectamente consciente de sus actos y sus consecuencias. El Supremo considera que tanto el jurado como la sentencia de la Audiencia de Guadalajara motivaron bien sus argumentos, de hecho endurece la condena al joven brasileño. Pero al mismo tiempo defiende el intento de su abogada.
“Hoy asistimos a lo que con acierto se ha llamado una ‘revolución neurocientífica’, dicen los magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. A su juicio, “no falta razón a la defensa (del acusado) cuando subraya la importancia -no entendida por algunos- de una prueba tan certera como el PET-TAC para conocer el alcance de cualquier alteración neurológica”.
“El papel de la neurociencia ha resucitado en la dogmática penal el interés por ciertos perfiles criminológicos que, en una visión histórica que se creía ya superada, predisponían al delito”, recoge la redacción del juez Marchena (el presidente del tribunal del juicio del 'procés'). Se hace eco incluso de la idea principal de los “entusiastas defensores” de esta corriente científica: “no hacemos lo que decidimos, sino que decidimos lo que vamos a hacer de todas maneras”.
El determinismo de los procesos neuronales
La sentencia no va más allá y en cualquier caso aclara que “tan censurable como menospreciar la aportación de expertos en neurociencia, es abordar con frivolidad y simpleza el determinismo de los procesos neuronales, interpretando su realidad como muestra de fatalismo”. “Corremos el riesgo de avalar una degradación de la naturaleza humana que convierte al hombre en un títere del destino”, concluye.
Durante el juicio contra el asesino de Pioz, el perito propuesto por la acusación particular no discutió el informe de la defensa sobre el resultado de PET-TAC en el que se contempla un daño neurológico. Pero este experto, psicólogo y criminólogo, recordó que Nogueira planificó cuidadosamente su plan antes de matar y descuartizar a sus tíos y a sus sobrinos de tres años y dos años de edad. En la misma línea se pronunciaron los expertos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Guadalajara.
En su última intervención en el juicio, la fiscal del caso se dirigió a los miembros del jurado para advertirles contra la estrategia de la abogada de Patrick Nogueira: "La defensa quiere hacer un experimento con ustedes. Quieren que sean ustedes los primeros en aplicar esta teoría de que por una hipofunción una persona mata".
Oposición del fiscal
"La teoría del daño cerebral detectado en un PET-TAC como causante de estos terribles hechos no puede avalarse con variada literatura que hable de ello (...) habría sido tan sencillo como que la defensa presentase una sentencia de España o de cualquier lugar del mundo que acredite que un daño cerebral produce estos hechos, pero no lo ha hecho", dijo.
La sentencia de la Audiencia de Guadalajara recoge la opinión del jurado: “Considera, por unanimidad, que no está acreditado que el acusado padezca un daño neurológico, delimitado a las áreas cerebrales y cerebelosas que forman parte de los circuitos involucrados en la toma de decisiones y control de la impulsividad”. No obstante, el Tribunal Supremo apunta a un error de la abogada de Nogueira: no haber llamado a declarar a un neurólogo para poder explicar al jurado la relación de “los incuestionables resultados ofrecidos por la medicina nuclear respecto de la capacidad de querer y entender” de su cliente.
El doctor Antonio Maldonado Suárez, jefe del hospital Quirónsalud de Madrid, fue el encargado de hacerle el PET-TAC a Nogueira (dos años después de los hechos). Quienes defendieron sus conclusiones en el juicio fueron el psiquiatra José Miguel Gaona y el psicólogo Jonatan Quejido Domínguez. Entre sus conclusiones estaba que la acumulación de tensión, "se libera de forma virulenta, violenta y no adaptativa". Añadieron que Nogueira es capaz de comprender los hechos, pero le es extremadamente confuso el límite entre lo que está bien y mal y "es incapaz de comprender moralmente" las consecuencias.