Hace diez años, UGT y CCOO –entonces con José María Fidalgo al frente- convocaron una huelga general contra un decretazo de José María Aznar que, entre otras cosas, eliminaba los salarios de tramitación en caso de despido, indemnizado entonces con 45 días por año trabajado. Diez años después, es decir, esta tarde, las mismas centrales –y el mismo líder de UGT, Cándido Méndez, junto al sustituto de Fidalgo en CCOO, Ignacio Fernández Toxo- salen a la calle contra la reforma laboral del gregario infatigable de Aznar, Mariano Rajoy. Una reforma en la que la supresión de los salarios de tramitación debe de ser el capítulo más suave: se fomenta el despido con 20 días por año trabajado, los 45 días ya no existen, se facilitan los ERE…
Arropados por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que hablará en la sede de CCOO antes de la manifestación de hoy, las centrales buscan recuperar parte del brío de febrero y marzo, cuando se manifestaron y convocaron una huelga general, respectivamente. Porque aunque tuvo su tirón, el enfado contra la reforma laboral del 12 de febrero ha ido perdiendo fuelle por otros asuntos bien conocidos: arrinconada por los mercados, España paga intereses imposibles por su deuda, el Gobierno, titubeante, solo destila inseguridad, y el primer rescate ya es un hecho.
La protesta, además, quiere dar aliento a la probable huelga general –la segunda contra Rajoy, la tercera de la crisis- que tendrá lugar en otoño, probablemente en septiembre: ese es el runrún que corre por los pasillos de las organizaciones sindicales. CCOO y UGT cuentan con la repercusión que tenga la convalidación de la reforma laboral, a punto de terminar su trámite parlamentario. También juegan con un Gobierno de Rajoy cada vez más inestable –el verano pasado fue especialmente tórrido para Zapatero por culpa de la prima de riesgo-.
La manifestación recorrerá 58 ciudades de España. La más populosa se dará seguramente en Madrid. Estos días, las dos centrales mayoritarias no podrán quejarse de protagonismo: los mineros afiliados han dado la nota de color las últimas semanas. Está por ver si el resto de la ciudadanía responde, algo que no parece tan claro. Y menos un miércoles.