España

La ultraderecha política y clerical que suministra doctrina a Carles Puigdemont

Invocaciones al Espíritu Santo para implantar el uso del catalán o sus relaciones con el ultranacionalista Movimiento Popular Flamenco son solo dos de las relaciones de Puigdemont con el nacionalcatolicismo y la ultraderecha

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Invocar al Espíritu Santo como autoridad lingüística para implantar el uso del català, el euskera y el galego en el Congreso de los Diputados, equiparar la kale borroca de 2019 en Barcelona a la revuelta de Els Segadors de 1640, hacer partícipe al ultranacionalista Movimiento Popular Flamenco de la encrucijada política de Puigdemont o urgir al Estado a una subida exclusiva del salario mínimo para los catalanes. Estos son algunos de los parámetros ideológicos y sociales -ultraderecha y nacionalcatolicismo- de las fuerzas separatistas de Cataluña con las que Pedro Sánchez negocia su investidura como presidente del Gobierno de España.

La web de Vlaamse Volksbeweging (Movimiento Popular Flamenco), independentistas gobernantes en la región de Flandes, estrechamente relacionado con Junts per Catalunya, la formación de Puigdemont, mantiene en portada un artículo publicado tres días después del 23J con afirmaciones como estas: “Pedro Sánchez depende completamente del 'Sí' de Waterloo” o “el presidente Puigdemont tiene exigencias concretas como la amnistía y un nuevo referéndum (…) ha indicado que no cederá un ápice en este punto”. Tras asegurar que “La sombra del ‘caudillo’, el dictador Franco, todavía se cierne sobre España”, la autora de ese texto, Hilde Roosens, invita a leer ‘Nacional-Feixisme i Nacionalisme alliberador’, artículo publicado en julio de 1933 en el órgano de Unió Catalaniste, Nosaltres sols.

Ese texto de 1933 ha llegado a la web nacionalista flamenca a través de ‘Vibrant’, asociación cultural catalana especializada en la versión histórica del nacionalismo, en cuyas elaboraciones se inspira Carles Puigdemont cuando plantea exigencias para la investidura de Sánchez remontándose a 1714. ‘Vibrant’ tiene explicaciones históricas para diversos asuntos de la actualidad, siempre desde la opresión de España sobre Cataluña.

En un ensayo sobre el carácter belicoso de los catalanes coloca en el mismo plano el levantamiento de els segadors en el Corpus Christi de 1640, la implicación en la Guerra de Sucesión de comienzos del XVIII y el terrorismo callejero desatado en las calles de Barcelona en 2019, tras la sentencia del Tribunal Supremo por el 1-O.

Simbología empleada y comercializada por los grupos ultranacionalistas.

Puigdemont y los escamots

La asociación ‘Vibrant’, que hace suyo y rememora el Manifiesto Amigos de la Unidad Moral de Europa, de 1914, tiene entre sus objetivos “forjar un Estado catalán que no olvide su pasado y recuerde con orgullo todo lo que representa el sentimiento de catalanidad”, llegando a celebrar un año antes del 1-O, en un local del ayuntamiento de Ada Colau, un debate sobre seguridad y defensa para diseñar “el modelo de defensa que adoptará Cataluña en los próximos años”.

Otro grupo singular en la órbita del independentismo xenófobo de Puigdemont, en este caso ajeno a la cultura e involucrado en el activismo, es el de quienes se hacen llamar Escamots Catalans Motards o Escuadras Catalanas Moteras, denominación que evoca los escuadrones que pululaban en los años 30 en torno a ERC y Estat Català, con el tristemente célebre Capità Collons. Los actuales escamots, con una estética a medio camino entre Hells Angels y milicias parafascistas, se mantienen en discreto segundo plano tras su aparatosa performance durante una paellada-homenaje al prófugo Puigdemont organizada por el entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra, en su pueblo de Amer (Girona).

Otro grupo singular en la órbita del independentismo xenófobo de Puigdemont, en este caso ajeno a la cultura e involucrado en el activismo, es el de quienes se hacen llamar Escamots Catalans Motards o Escuadras Catalanas Moteras

Los Escamots Catalans Motards, que tienen colgado en YouTube un vídeo de su presunta misión de escolta a los condenados del 1-O en su traslado a Lledoners por carreteras catalanas, aportaron un aire guerrero al homenaje a Puigdemont en 2019. Allí, con sus motos, su parafernalia y su indumentaria negra con las camisetas de “Ni olvidamos ni perdonamos”, compartieron feliz jornada junto a destacados políticos y abogados como Laura Borrás, Xavier Trias, Jaume Alonso Cuevillas o Gonzalo Boye, además de Torra, de lo que da testimonio este vídeo.

Boye, Trías y Talegón con dos escamots en el homenaje a Puigdemont. Abajo:
Borrás posa con la Escuadra de Catalanes Moteros

Entre las más encendidas manifestaciones de comprensión y apoyo a los golpistas del 1-O cuando se las vieron con los magistrados del Supremo, figuraron las de la jerarquía eclesiástica. Desde obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense que cursaron visitas a los reos en Lledoners hasta la firme defensa de los encausados por el abad de Monserrat, pasando por algunas monjitas de clausura que hicieron caceroladas a la puerta del convento. Ese alineamiento de la iglesia católica, al menos del obispado y la gran mayoría de sus centros de enseñanza, se mantiene inalterado.

Con ocasión de la reciente Diada, las cartas dominicales de los titulares de las diócesis catalanas fueron dedicadas a esa efeméride que, siendo civil, mereció la celebración por todos los prelados “en clave sinodal”, como tituló ‘Catalunya Religió’, la más importante publicación católica de Cataluña, participada por numerosas órdenes religiosas, subvencionada por los departamentos de Justicia y Presidencia de la Generalitat, por el Ayuntamiento de Barcelona y beneficiaria del Fondo Social Europeo y de los Next Generation Catalunya.

En su reciente carta pastoral sobre la Diada, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, también presidente de la Conferencia Episcopal Española, acopla así catalanidad y fe: “los catalanes nunca perdemos la fe, puesto que se encuentra en nuestra identidad más profunda”, antes de pedir “rezar por nuestros gobernantes, a fin de que podamos llevar una vida tranquila y pacífica”.

La inmersión lingüística ha sido cumplida de siempre por la jerarquía eclesiástica, a veces recompensada con subvenciones oficiales, particularmente en los colegios concertados católicos. Pero por primera vez se han esgrimido desde una plataforma eclesiástica argumentos en apoyo de la política lingüística del nacionalismo fuera de Cataluña. En su número del 11 de septiembre la citada ‘Catalunya Religió’ ha publicado un alegato confesional en apoyo del uso del català, el euskera y el galego en la sede del Congreso de los Diputados, que obliga a una infraestructura dudosamente reglamentaria y sin presupuesto habilitador.

Sin atender a esas cuestiones mundanas, el conocido editor y escritor de libros de espiritualidad, Josep Maria Solà, haciendo suyas unas palabras de la diputada catalana de Sumar Tesh Sidi sobre que “el plurilingüismo es belleza”, advierte en ‘Catalunya Religiò’ de que “hay estados que consideran que la unidad del estado y el patriotismo exigen glorificar al máximo la lengua mayoritaria, llamada lengua nacional, e intentar hacer desaparecer las otras lenguas”. A continuación hace una interpretación forzada de la encíclica Fratelli tutti en la que Francisco se refiere al Espíritu Santo y la belleza, deduciendo que dentro de la belleza del Espíritu Santo el Papa incluye, aunque no lo diga, “la belleza de las lenguas”.

Concluye el escritor Solà con la referencia a una antífona del Libro de la Sabiduría 1,7 que “traduciéndola del latín de forma más o menos aproximada: ‘El Espíritu del Señor ha llenado toda la tierra, y él, que une todas las cosas, conoce todas las lenguas’”. Antes del broche bíblico a su alegato, el editor de libros espirituales se felicita porque “a mí me parece que la actual coyuntura política con las negociaciones para hacer a Pedro Sánchez presidente del Gobierno, puede ayudar mucho en el proceso de valoración colectiva de las lenguas periféricas”.

La publicación ‘Catalunya Religió’ recogió las cartas pastorales por la Diada

La simbiosis de lo sagrado y lo profano es más propia del partido de Puigdemont, heredero de la democracia cristina de Convergència i Unió, en esa especie de alianza de la cruz y la espada por la que luce la bandera de Cataluña en no pocas parroquias de la región. Ahora bien, Puigdemont, el fugado a Waterloo, no ha conseguido una foto con el papa Francisco, mientras que su rival en el mundo independentista, ERC, ha tenido acceso directo al Sumo Pontífice. Gracias a las gestiones de prelados españoles, incluido Omella, y algún eclesiástico catalán bien situado en la Santa Sede, Francisco recibió en audiencia a una delegación del ayuntamiento de Manresa para invitarle, sin éxito, al V Centenario de la conversión de Ignacio de Loyola en esa localidad catalana.

Durante aquel sorprendente encuentro en plena pandemia, los ediles manresanos, lazo amarillo en la solapa como testimonio de su militancia secesionista, entregaron a Su Santidad el librito Reflexions des de Lledoners escrito en prisión por Oriol Junqueras, católico practicante, dejando suficiente testimonio gráfico de aquel episodio. Un segundo intento para que el Papa acudiera a Manresa estuvo a cargo de la seguidora de Puigdemont, Lourdes Ciuró, en 2022, siendo consejera de Justicia. No pasó de un saludo cordial en una audiencia general, pero la dirigente de Junts y las publicaciones eclesiásticas sí dieron realce al hecho.

Prófugo Puigdemont

Ninguna de las exigencias previas del prófugo Puigdemont al presidente en funciones Sánchez antes de entrar en negociación de investidura es de política económica, aunque formará parte del acuerdo, si lo hay, para recibir los síes de Junts per Cat que lo mantengan en la Moncloa. De cómo entienden en el partido de Puigdemont las relaciones económicas de Cataluña con el resto de España y lo que planteen ante la investidura es un adelanto la propuesta del diputado de Junts, Joan Canadell, en el Parlamento de Cataluña el 14 de este mes.

Como en Cataluña “no se puede vivir con un salario de 1.080 euros”, este expresidente de la Cámara de Comercio de Barcelona y ultranacionalista ha planteado que “ens hem d’autoobligar a incrementar el salari mínim interprofessional català”. Eso se traduce en exigir al Estado un cambio legislativo, de acuerdo con una moción aprobada por el Parlament el pasado julio, que permita fijar un Salario Mínimo Interprofesional solo para catalanes que, según el diputado Canadell, lo situaría en 1.320 € por 14 pagas.

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