La tecnología no ha impedido que el agua en Canarias sea más cara que el petróleo. Si no llega a ser por la investigación de los isleños y el apoyo de la UE, el archipiélago sería un desierto industrial, turístico y poblacional. El impulso del turismo trajo a las islas nuevas formas de fabricar agua dado que en hasta entonces no existían cartillas de racionamiento agua pero sí cartografía del abasto de agua: iba por barrios. Los vecinos estaban pendientes del boca a boca para saber cuándo llegaba el agua a su casa. Los que mandaban en Lanzarote querían agua pero no poner dinero y eso suponía que cada habitante no accedería a 120 litros de agua por día. Tuvo que ser capital de Madrid desde donde se revolviera la papeleta a los lanzaroteños.
Lanzarote era un desierto hídrico. El agua llegaba en buques de la Armada aunque antes se hizo galerías en Famara. Y mucho tiempo antes, allá por 1912, se terminó la construcción las Maretas del Estado, que eran grandes depósitos de almacenamiento ubicados en Arrecife y destinados a recoger el agua de las escasas lluvias y que fueron construidas por orden del Rey Alfonso XIII. En Lanzarote se intentó generar galerías de agua en los 50 en Famara para escapar; pero no fue suficiente y se secaron. Las autoridades de Lanzarote fueron a Madrid y nadie apostaba por la desalación. "Era como una locura vivir del agua del mar", decía Manuel Díaz Rijo, ingeniero y promotor de la idea, que siempre recordaba que el régimen de Franco daba permisos con facilidad "porque pensaban que estábamos locos". "Es que no solamente faltaba agua, es que faltaba electricidad, la luz llegaba a las casas cuando se iba el sol y se iba a las 12 de la noche", recordaba Díaz Rijo.
Y es que a principios de los Sesenta el ingeniero lanzaroteño Manuel Díaz Rijo tuvo una idea que trasladó a Carrero Blanco y Vicente Calderón. El primero porque hasta entonces el agua de abasto llegaba a Lanzarote en barcos cisterna de la Armada Española y el segundo porque se iba a lanzar al turismo y, sin agua, no habría hormigón a la velocidad que el hotel Los Fariones requería para que fuera rentable y que tuvo como alma mater al industrial grancanario Virgilio Suárez (Viajes Insular), al empresario y aristócrata tinerfeño Fernando Machado, entonces directivo del Banco Industrial del Sur, y a Bienvenido Saavedra de director en aquel polvoriento de La Tiñosa.
Díaz Rijo quería además otra cosa: que al tiempo que se generaba agua se produjera energía. La gente de aquella época creía que estaba ajeno de la realidad; pero su iniciativa no solamente benefició al turismo sino a la industria pesquera. Entonces en Lanzarote había dos hoteles: un Parador del Estado desde 1951 y el hotel Lancelot desde 1965. El resto lo que había para atender al viajero venía a ser como aquellas hospederías que describía Olivia Stone en sus crónicas de viajes a la isla en 1884.
Sesenta años después la isla de Lanzarote tiene matices verdes y hasta exporta unos extraordinarios vinos. Pero los isleños no han perdido el miedo al desabastecimiento. Por eso, en las casas de autoconstrucción se siguen teniendo dispuestas aljibes. El caso es que Díaz Rijo, con el salvoconducto político de Carrero Blanco, Manuel en 1961 se puso en contacto con el gobierno de EE.UU. para sondear el uso de una patente de desalación y generación de energía al mismo tiempo y ubicada en San Diego, California.
Como los isleños pensaban que el ingeniero estaba loco a la hora de poner dinero debió recurrir a los que necesitaban liquidez rápida en el sector del turismo y es ahí cuando interviene Vicente Calderón y se crea lo que hoy se llamaría una startup de agua: Termoeléctrica de Lanzarote, S.A., con el presidente del Atlético de Madrid de socio financiero. Por eso el primer hotel que se construye es Los Fariones, que era suyo. El socio industrial de aquella operación fue Westinghouse Electric Company y Burns and Roe, Inc. En 1963 el proyecto fue lanzado con una base en Punta Grande, en Arrecife de Lanzarote. En 1964 llegó a la isla la desaladora desde EE.UU. y en 1965 comenzó a bombear agua. Fue el arranque de la desalación de agua en Europa. Antes, Termolansa creó la red de abastecimiento de agua porque, si aquella producción no iba a las casas, la empresa corría el riesgo de arruinarse nada más comenzar a operar.
En 1966, cuando Vicente Calderón lanza su estadio en Madrid, abre el hotel Los Fariones, que garantizaba el 100% de agua al turismo que visita este complejo, hoy renovado y que ha sido escuela de la calidad de servicios turísticos de la isla. Sin agua no era posible generar el hormigón de la planta hotelera que cautivó por su hermosura volcánica a todo el mundo siendo la isla receptora de delegaciones técnicas de Israel, Kuwait, Venezuela, EE.UU., o Libia interesadas en replicar el modelo lanzaroteño.
En 1974, Díaz Rijo sugirió a las autoridades que era preciso priorizar la solución del agua entre la gente de Lanzarote y reactivar sectores como el agrario y plantea que el INI (hoy Sepi) se hiciera con el 50% de Termolansa dado que Unelco Endesa era entonces de propiedad estatal y que el otro 50% restante estuviera en manos del Cabildo de Lanzarote. 60 años después todo ese tinglado está bajo la dirección de una filial de Canal Isabel II de Madrid y el agua sigue siendo tan necesaria como antes porque no se ha invertido en redes lo suficiente obligando a priorizar al turista sobre la población local. El agua llegó gracias al turismo.