El éxito de las cumbres iberoamericanas se mide en buena medida por el número de mandatarios que se reúnen en la misma y tanto Moncloa como Exteriores están intentando que ésta sea de las más exitosas, muy difícil de conseguir en unas citas que han ido sufriendo un progresivo declive. De momento Mariano Rajoy ya ha recibido un "no" del presidente cubano, Raúl Castro, mientras que otro compañero revolucionario, el máximo mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, mantiene la incógnita respecto a si acudirá a Cádiz los días 16 y 17 de noviembre, aunque en todo caso si enviaría una delegación en su lugar.
Parece que, en cambio, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kichner, sí vendrá a España, a pesar de haber protagonizado importantes desencuentros con nuestro país desde la "nacionalización" de Repsol, con insultos incluidos y, si no que se lo digan al "pelao" del ministro de Hacienda y Competitividad, Luis de Guindos, al que se refirió la argentina en esos términos. Además, fiel a su estilo, vendrá con uno de los séquitos más numerosos, calculado, nada más ni nada menos, que en unas cuarenta personas.
No han sido estas cumbres siempre un remanso de paz y de diplomacia. Sonoro fue el enfrentamiento del Rey con Chávez en 2007 al que pidió que se callara después de que el venezolano atacara una y otra vez el ex presidente José María Aznar ante un José Luis Rodríguez Zapatero que salió en defensa de su antecesor en el cargo. El "¿por qué no te callas?" de Don Juan Carlos llegó a convertirse en el eslogan de la oposición venezolana.
La cumbre de Cádiz, que hace el número XXII, es, dadas las circunstancias políticas y económicas por las que atraviesa España, crucial o, al menos, así se lo plantea el Gobierno y también Zarzuela. La necesidad de nuestro país de transmitir a la Unión Europea una imagen de fortaleza, de "vender" la marca España, de seguir apareciendo como "puente" privilegiado entre Europa e Iberoamérica, así como interlocutor indispensable con este Continente, son más necesarios que nunca. Pero no sólo. En clave interna también constituye un mensaje hacia el movimiento secesionista de Artur Mas. España y el Rey como anfitriones de los presidentes y jefe de Gobierno de toda Iberoamérica, pretende convertirse en una estampa de las fortalezas de nuestro país, el mismo del que reniega Artur Mas.
Moncloa llegó a temer que los sindicatos hicieran coincidir la huelga general con la presencia en España de los presidentes y jefes de gobierno iberoamericanos
Pero además es la primera cumbre iberoamericana de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y necesita que esta salga bien aunque para entonces todavía resuenen los ecos de la segunda huelga general que le convocan los sindicatos, para el miércoles 14, apenas dos días antes del inicio de este cónclave. De hecho, Moncloa había llegado a albergar el temor de que se hiciera coincidir la huelga con la presencia de los mandatarios iberoamericanos, que aterrizarán en el aeropuerto de Jerez durante todo el jueves 15. Sin embargo, el hecho de que se convocara una jornada de protesta europea para el día 14, exorcizó ese peligro.
Según la agenda, todavía provisional, de la cumbre, el viernes 16 el Rey y Rajoy almorzarán con el presidente de México, Felipe Calderón. Ya en la cena, se unirán todos los jefes de Estado y de Gobierno. El sábado por la mañana Don Juan Carlos y el jefe del Ejecutivo celebrarán un desayuno de trabajo con los presidentes cetroamericanos. Ese día habrá dos sesiones plenarias, de mañana y tarde, sólo interrumpidas por un "almuerzo-retiro", de todos ellos, con el Rey siempre presente.