En una sociedad cada vez más tecnológica y, al mismo tiempo, más envejecida desde el punto de vista demográfico, las personas mayores y la banca digital están destinados a entenderse. Y en ese progresivo proceso de inclusión financiera, tanto las entidades bancarias como sus clientes más veteranos deben realizar esfuerzos suplementarios para reducir la brecha digital que aún les separa.
Según el estudio ‘Heterogeneidad en el uso de los medios de pago y la banca online’, realizado por el Banco de España, solo 2 de cada 10 personas de 76 años o más utilizaba la banca online en 2020. Y aunque esta situación ha mejorado en los últimos años como consecuencia, por un lado, de la presión ejercida por el colectivo sénior para obtener unos servicios bancarios más acordes con su realidad y circunstancias, y, por otro, de la receptividad que, en general, ha mostrado la banca para acercar posturas con este destacado segmento de sus clientes, sigue siendo un problema que ocupa y preocupa a sus protagonistas.
Más competencias digitales
La carencia de suficientes habilidades digitales de los mayores les impide aprovechar las muchas ventajas que para este colectivo ofrece la banca digital en términos de agilidad, comodidad o de reducción de desplazamientos físicos. Pero también les convierte en un grupo especialmente vulnerable frente a los ciberdelitos que proliferan en Internet. Según datos del Ministerio del Interior, en 2022 en España se cometieron un 72% más delitos informáticos que en 2019. Una situación que hace imprescindible mejorar sensiblemente las competencias digitales de las personas mayores.
En 2020 solo 2 de cada 10 personas de 76 años o más utilizaban la banca online
En este contexto, Banco Santander ha reforzado su compromiso con la educación financiera del colectivo sénior con iniciativas como ‘Educación financiera para Mayores’. Se trata de un programa impartido por voluntarios de la entidad financiera para ayudar a las personas mayores de 65 años a acceder a una formación básica sobre banca digital y a familiarizarse con conceptos claves sobre ciberseguridad. Una iniciativa en la que participaron más de 2.100 personas en 2022. Y es que en un escenario en el que la digitalización de cualquier servicio es una realidad en el día a día de la gente, nuestra sociedad no puede permitirse el lujo de dejar a nadie atrás.
Banco Santander ha reforzado su compromiso con la educación financiera del colectivo sénior con iniciativas como ‘Educación financiera para Mayores’.
Con la Universidad de Valladolid
Siguiendo esta misma línea de trabajo con el colectivo sénior, la entidad que preside Ana Botín alcanzó el pasado noviembre un acuerdo con la Universidad de Valladolid (UVa) para favorecer la inclusión financiera de los más mayores. La colaboración se materializa a través de una serie de talleres de formación de los que ya se han beneficiado 840 personas en lo que va de 2023. Estas formaciones se han desarrollado a través de los programas universitarios de mayores que impulsa la propia universidad, entre cuyos fines y compromisos se encuentra evitar que este colectivo se sienta excluido del sistema financiero o del acceso a las herramientas tecnológicas que les permitan operar a distancia con los dispositivos tecnológicos.
Como señala el director territorial de Banco Santander en Castilla y León, Javier Martín Clavo, “para el Santander, la formación es un pilar básico para la inclusión financiera y la protección de los usuarios de servicios financieros, para ayudar a las personas a mejorar sus conocimientos y tomar sus decisiones de manera informada y segura”. Las clases, que han sido impartidas por 21 profesionales voluntarios de Banco Santander, incluyen el aprendizaje sobre el manejo de tecnologías, identidad digital y ciberseguridad, así como de aplicaciones, webs y otros soportes concretos del ámbito financiero.
Identidad digital y ciberseguridad
Una de las cuestiones sobre las que se hace especial hincapié en los talleres es en la protección de la identidad digital. Asegurar la información personal y el equipo informático, ser discretos en cuanto a la información que se comparte en Internet, pensar antes de responder un correo electrónico o SMS dudosos, mantener las contraseñas seguras o reportar cualquier sospecha de posible fraude son algunas de las recomendaciones que los formadores hacen a los participantes.
Naturalmente, la ciberseguridad es otro de esos apartados que más interés despierta en estas formaciones. Y es que, con los delitos informáticos a la orden del día, aprender a identificar y protegerse frente a prácticas como el phishing (mensajes engañosos destinados a inducir a las personas a caer en estafas a través de correos electrónicos) o el smishing (lo mismo, pero a través de SMS) resulta fundamental para evitar sobresaltos.