Elena Salgado se explica en privado: ella sabe que esto se cae; que no aguanta
Pocas veces como esta semana tuvimos los españoles la sensación de pertenecer a un país convertido en balsa de piedra, que dijo Saramago, navegando a la deriva. Esa impresión de extrañamiento y vulnerabilidad; esa sospecha de que nuestro destino se estaba jugando sobre tapete ajeno, sin que a ninguno de los tahúres que repartían baraja le importara un pito nuestro destino porque nuestros teóricos representantes, final de pesadilla el suyo, solo esperan a que pasen los días para ceder los trastos. Nadie ha defendido de verdad nuestros intereses.