Presionada por sus vecinos –especialmente por Alemania, con quien mantiene una durísima confrontación a espaldas del mundo-, Suiza se dispone a revisar la situación de las empresas foráneas que obtienen pingües beneficios en la confederación gracias a la laxitud fiscal reinante. El anuncio podría pasar por una bravata si no fuera porque ha salido por boca de la presidenta Eveline Widmer-Schlumpf: la mandataria asegura que el Consejo Federal dará una respuesta antes del próximo mes de junio.
Widmer-Schlumpf, presidenta para 2012 –el cargo es rotatorio y necesita un acuerdo entre los partidos-, ya ha comunicado sus objetivos, según el diario suizo francófono Le Temps: los holdings y las sociedades extranjeras. “La mayoría de los cantones ya asumen que sus estatus fiscales privilegiados deberán ser abandonados. Saben que tendrán que adaptar sus condiciones a las del resto de la UE”, apunta Jörg Walker, del servicio jurídico de KPMG en Zúrich.
No se sabe cuánto gravarán las autoridades helvéticas a estas entidades, pero sí que nada volverá a ser como antes. Lo que parece un empeño del Gobierno por mejorar la imagen del país en medio de una crisis mundial galopante no lo es tanto en realidad: hace ya siete años que esta coyuntura genera protestas desde Bruselas, irritada al observar que las grandes multinacionales, sociedades de negocios, holdings, testaferros, filiales y entes de diversa naturaleza jurídica escogen primero a Suiza para sus negocios.
División cantonal, otro problema
La división cantonal también provoca fricciones. En Ginebra, los beneficios de una sociedad mixta cuya actividad en el país no llegue al 20% es tasada con el 12,5% en impuestos. Esa misma empresa pagaría un 25% si se asentase en Londres. Aun así, Bruselas rechaza hablar de ultimátum, aunque algún país por su cuenta ha ido más allá. Es el caso de Italia, que incluyó a la Confederación Helvética en su lista negra.
Alguno se aventura a dar pistas, como el consejero de Estado del cantón de Zug, Peter Hegglin: “Muchos son ya los cantones que han acelerado el paso en vista de una homogeneización fiscal con el resto de Europa. El problema es que no sabemos aún la dirección que adoptará el Consejo Federal”, reconoce Hegglin.