Internacional

El asesinato de John F. Kennedy: un misterio vigente 60 años después

Los estudios más recientes sobre la muerte del ex presidente estadounidense cuestionan la oficialidad de las versiones antiguas y alimentan el misterio en su sexagésimo aniversario

  • John F. Kennedy -

El asesinato de John F. Kennedy forma parte de los rompecabezas humanos que nunca se llegaron a resolver (o al menos así lo plantea el pueblo estadounidense); una de esas historias incrédulas que décadas después permanecen vigentes gracias a su particular carácter desconcertante. Pero no se trata de una pieza cualquiera en este entramado. La muerte del ex presidente de Estados Unidos (del 20 de enero de 1961 al 22 de noviembre de 1963) fue el inicio de la era de las conspiraciones, de las teorías y de los entredichos.

Al igual que ocurriría en 2001 con el desmoronamiento de las Torres Gemelas, el magnicidio de Kennedy desplegó una atmósfera de irrealidad vigente en la sociedad actual, la misma que nunca ha aceptado la versión oficial de la tragedia. En pleno 2023, lo único en claro es que el asesinato ocurrió y tuvo lugar el 22 de noviembre de 1963, siendo complicado para la mayoría de estadounidenses entender qué parte de la historia es verdad y qué parte sigue oculta. Varias investigaciones han intentado aclarar lo sucedido en Dallas aquel día. Sin embargo, aún quedan demasiados puntos ciegos.

Kennedy reunía las condiciones necesarias para liderar al pueblo estadounidense en ese momento. Muchos lo señalan como el primer presidente contemporáneo por su juventud, su vitalidad, su modernidad e incluso por las dudas que solía presentar a la hora de las decisiones importantes; claves que lo diferenciaban del resto de líderes americanos. Pero también porque Kennedy fue el primer presidente nacido en el siglo XX y el primero también de una generación nueva nutrida y madurada entre guerras mundiales y conflictos internacionales. Eso hace que su magnicidio marcara de forma considerable no solo a la sociedad, sino también a la política y a los anales de la historia estadounidense.

"No preguntes qué es lo que tu país puede hacer por ti; pregúntate qué es lo que tú puedes hacer por tu país". La necesidad de que los ciudadanos estadounidenses fueran más activos fue uno de los objetivos principales del trigésimo quinto mandato americano. Lo que Kennedy no sabía es que ese discurso inaugural jugaría en su contra dos años después y que sus palabras aquel día servirían de inspiración para eso mismo que muchos defensores de la oposición querían: lo mejor para su país. Desde entonces, en Estados Unidos existe una fuerte desconfianza política, función que se nutre actualmente del oscurantismo y de la violencia.

John F. Kennedy: los misterios de su asesinato

Han pasado 60 años desde aquel fatídico 22 de noviembre de 1963, día en el que John Fitzgerald Kennedy iniciaba su última gira en Texas. Y eso que Byron Skelton, representante de Texas en el Comité Nacional Demócrata, señaló meses antes sus temores para realizar dicha escala. "Presidente, hagamos escala en Houston y no en Dallas. Tengo un mal presentimiento: el ambiente está muy cargado y hay grupos haciendo manifestaciones en contra de usted", recomendó Skelton. No obstante, sus esfuerzos fueron en vano y Kennedy insistió en visitar la ciudad más grande en Estados Unidos y agradecer los votos que le llevaron a su nominación en 1960.

Y el cuento de hadas terminó convirtiéndose en pesadilla. El cadáver del entonces presidente americano yacía tras varios disparos sobre el cuerpo en vida de su mujer, Jacqueline Kennedy, y sobre una limusina que, tras lo ocurrido, aceleró lo más rápido posible para llegar al cercano Parkland Memorial Hospital. Una vez allí, Kennedy fue declarado muerto ante miles de personas con cámaras de fotos que grabaron media hora antes el momento en tiempo real desde docenas de ángulos distintos.

A partir de aquí nacen muchas historias, como era de esperar. Es lo que tiene que miles de ojos estén puestos en el presidente y ninguno sea capaz de fijarse en los detalles que lo rodean. La proclamada como oficial: Kennedy fue asesinado por Lee Harvey Oswald, investigación cerrada y anunciada por la Comisión Warren. Creada por el presidente entrante, Lyndon B. Johnson, el informe de esta fue el que fijó el relato de lo ocurrido, el cual se mantiene después de seis décadas a pesar de que ni abordaba ni despejaba las principales incógnitas y que acabó despachando lo sucedido sin profundizar lo más mínimo en las contradicciones existentes.

Dicha investigación concluyó que el principal actor actuó solo y que propició tres disparos desde la sexta planta del Depósito de Libros escolares de Texas, su lugar de trabajo, desde una posición estudiada previamente donde contaba con el ángulo preciso para alcanzar al presidente cuando la comitiva dobló la esquina de la calle Elm y redujo la velocidad hasta casi detenerse. Pero de esta teoría saltan y llueven preguntas en cúmulo. Por ejemplo, ¿por qué se cambió la ruta original, cuyo trazado se alejaba de ese incomprensible giro de 120º que contradecía los principios básicos de seguridad? Hay quienes aseguran que esta relación también guarda sentido con la búsqueda de más cercanía entre el presidente y los ciudadanos de Texas.

Pero a día de hoy se desconocen los motivos exactos que motivaron estas decisiones, así como otras incógnitas que rodean uno de los casos más siniestros de la política estadounidense, como ocurre con la teoría de la "bala mágica" o si fueron dos o más los actores que perpetuaron el magnicidio. El problema, sin embargo, se perfila cuando se intenta profundizar sobre el asesinato, apareciendo como principal obstáculo la enorme cantidad de información falsa que hay disponible.

Paul Landis, un ex agente del Servicio Secreto de 88 años que presenció la muerte del presidente de cerca, asegura que tomó una bala del automóvil después de que le dispararan a Kennedy y luego la dejó en la camilla del mandatario en el hospital. Podría parecer un detalle sin importancia, pero para las personas que han pasado años analizando cada fragmento de evidencia, el relato de Landis es un avance importante e inesperado. Sobre todo en cuanto a las conspiraciones sobre cuántos hombres armados estuvieron involucrados, quién fue el responsable final y cuántas balas alcanzaron realmente al presidente.

Algunas de estas dudas se reviven gracias al trabajo de Oliver Stone, director, guionista, productor de cine y exmilitar estadounidense que ha presentado recientemente un documental sobre Kennedy. En él se detiene sobre las pruebas que demostrarían que Oswald no estuvo en la sexta planta del edificio en aquel momento, pistas que fueron destruidas por ser consideradas peligrosas para la Comisión Warren. Asimismo, el director busca explicación a fugas en el misterio, presentando numerosas contradicciones entre los testimonios de los miembros del FBI y los trabajadores que vieron el cuerpo de Kennedy posteriormente al tiroteo y denunciando, entre demás hechos, supuestas presiones de los servicios secretos a los forenses para dar una versión falsa sobre la entrada de las balas.

El asesinato de John F. Kennedy, mucho antes de la explosión de las redes sociales, dio por inaugurada la gran era de las teorías de la conspiración. Tanto es así que se siguen publicando investigaciones y testimonios que culpan a la mafia, a Cuba, a la Unión Soviética, a Castro, al estado profundo o a la CIA, entre otros. Un sinfín de misterios y dudas que mantienen vivo, sesenta años después, uno de los sucesos más impactantes de la historia estadounidense.

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