El hombre que permaneció escondido en el taller en el que se atrincheraron en enero los autores de la masacre del semanario Charlie Hebdo antes de ser abatidos se ha querellado contra tres medios de comunicación que divulgaron informaciones sobre su presencia allí, que los yihadistas desconocían.
Fuentes judiciales han confirmado este miércoles que la Fiscalía de París -única competente en asuntos de terrorismo- abrió el pasado jueves una investigación sobre la base de la denuncia de Lilian Lepère, que considera que las revelaciones de las cadenas de televisión France 2 y TF1 y de la emisora de radio RMC pudieron poner su vida en peligro.
Lepère, de 26 años, trabajaba en la imprenta de Dammartin en Goële en la que se refugiaron el 9 de enero los hermanos Chérif y Said Kouachi para escapar de la policía que los buscaba por el atentado que habían cometido dos días antes contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en el que murieron doce personas.
El diputado Yves Albarello reveló a RMC esa misma mañana que un trabajador de la imprenta se encontraba escondido
Su jefe salió al encuentro de los hermanos Kouachi y le dijo a su empleado que se escondiera, lo que hizo en un pequeño armario sin que los terroristas llegaran a saber que había otra persona en el interior de la nave.
Sin embargo, el diputado Yves Albarello reveló a RMC esa misma mañana, cuando la empresa estaba ya rodeada por las fuerzas de seguridad, que un trabajador de la imprenta se encontraba escondido. La información fue confirmada minutos después por la hermana de Lepère, Sindy, a la que una periodista de France 2 delante de la cámara le preguntó: "Ha tratado de ponerse en contacto con él varias veces y ¿no le contesta?". Sindy Lepère respondió que habían dejado de llamarle al teléfono móvil porque eso podría perturbarlo si estaba escondido o en una situación difícil.
TF1 también se hizo eco de la presencia de un empleado en el interior de la imprenta. Según los argumentos del abogado del demandante, Antoine Casubolo Ferro, los hermanos Kouachi, que tenían un transistor, iban armados y estaban decididos a no entregarse, podrían haberse enterado de esa circunstancia, por lo que su cliente corrió un riesgo injustificado. Para el letrado, los tres medios denunciados no respetaron la obligación de prudencia o de seguridad, figura recogida en el Convenio Europeo de Derechos Humanos y en la legislación francesa.
Ya en febrero pasado, el Consejo Superior del Audiovisual les reprochó esa actuación. Asimismo, la justicia abrió en abril otro procedimiento similar porque el canal BFM TV reveló, cuando el yihadista Amedy Coulibaly tomó rehenes en un supermercado judío de París, que varios clientes estaban escondidos en una cámara frigorífica. Algunas de esas personas se querellaron contra la cadena de televisión, al considerar que había puesto en peligro sus vidas.