Cuando Ana Belén Casado y Yolanda Valdehíta aterrizaban esta madrugada en el Aeropuerto Internacional Atatürk desconocían que unas cinco horas antes sus pasillos habían sido escenario de una masacre. Mientras un triple atentado suicida sacudía el principal aeródromo de Turquía, dejando 42 muertos y 239 heridos , las dos turistas españolas viajaban hacia ese mismo lugar en un vuelo de la compañía Turkish Airlines procedente de Antananarivo. La capital de Madagascar había sufrido dos días antes un atentado con víctimas mortales durante la celebración del 56 anivesario de la independencia del país y nada les hacía presagiar que Estambul les recibiría con otra pesadilla.
"El avión ha debido aterrizar en una zona alternativa porque al salir, nos esperaba un autobús para llevarnos a la terminal que ha dado muchísimas vueltas y ha tardado muchísimo en llegar", explica Casado. Sin embargo, nadie les había informado de lo ocurrido, por lo que a medida que iban avanzando en el camino descubrían situaciones cada vez más "extrañas". "Todo era caótico. El suelo estaba repleto de personas tumbadas, la mayoría de origen asiático, que supongo que habrían pasado horas sin dormir esperando a que se reanudasen sus vuelos", cuenta. "Había colas interminables, un montón de basura, todas las tiendas estaban precintadas e incluso había gente robando agua y comida de las cafeterías. Era un auténtico caos", continúa la joven.
Es la décima vez que ocurre esto en un año. Me avergüenza seguir todavía viva y ser feliz después de todos estos ataques", revela Burcu Ezer
La imagen apocalíptica del aeropuerto de Estambul se suma a la cadena de atentados sangrientos que han sacudido Turquía recientemente. "Es la décima vez que ocurre esto en un año. Ya van más de 200 personas muertas por causa de las bombas en diferentes ciudades y me avergüenza seguir todavía viva y ser feliz después de todos estos ataques". Es el testimonio desgarrador de Burcu Ezer, ejecutiva de cuentas en una empresa con sede en Estambul.
Para Burcu, los miércoles en la ciudad son "como pequeños sábados" y suele salir a tomar algo con sus amigos después de trabajar. Pero este 29 de junio la "preocupación" se ha apoderado de todos sus habitantes. Vive en Besiktas, una de las zonas más animadas de la ciudad por la confluencia entre estudiantes universitarios y jóvenes profesionales, pero cada mañana se traslada al centro en transporte público para acudir a su oficina. "Todo el mundo iba al trabajo leyendo noticias sobre los ataques en sus móviles y en los periódicos. Todos estamos trabajando hoy muy tristes, preocupados y enfadados", cuenta.
"Cada rincón es inseguro"
Anoche su móvil no paraba de recibir llamadas desde Bursa, la ciudad donde vive su familia. "Viajo mucho por trabajo y estaban muy preocupados", dice. Y explica que, hace unos meses, sus padres le preguntaban por qué no regresaba a su ciudad natal "Sentían que Estambul era peligroso, pero ahora saben que cada rincón de Turquía es inseguro", lamenta. "No tengo miedo a los terroristas, solo aumenta mi odio cada vez que asesinan a gente inocente", reconoce.
Aunque vive en Izmir, la tercera ciudad más poblada del país, el ingeniero mecánico G.K. viaja a Estambul con una frecuencia de dos veces al mes. "Viví allí hace unos años, tengo muchos amigos y ayer una de ellas cogió un vuelo justo diez minutos antes de que estallasen las bombas", comenta. "Siento miedo, tristeza, ira y soledad. No estoy dispuesto a hacer nada porque he perdido mi esperanza en el futuro", revela.
Tengo miedo al terrorismo, sí, pero no voy a quedarme sentado en casa para darles la importancia que buscan", reconoce Burak Pelit
"Un día normal la gente estaría trabajando, la ciudad sería una mezcla de atascos en horas punta y de turistas que pasean admirados", dice. Sin embargo, continúa, desde hace 12 meses de repente comienzan a verse que los lugares más turísticos de Estambul también son atacados por los terroristas. "Tenemos mucho miedo. Por culpa del terrorismo estamos perdiendo una media de dos a tres personas al día. Todo el mundo se ha visto afectado directa o indirectamente por algún ataque y ya no vamos tanto a los lugares concurridos como antes. De hecho, en las zonas turísticas hay un montón de restaurantes y bares en quiebra", relata el joven turco.
Para Burak Pelit, especialista en Exportaciones turco, el atentado de este martes "es un ataque a la humanidad y también descubre los problemas de seguridad del aeropuerto de Atatürk". "El número de veces que la gente sufre por culpa de los atentados es ya incontable. Todo el mundo está triste, pero el día a día continúa porque necesitamos seguir viviendo", expresa. Todo era "caótico" ayer según Pelit. "Todo el mundo estaba en estado de shock, era un entorno aterrador y triste", describe. "Tengo miedo al terrorismo, sí, pero no voy a quedarme sentado en casa para darles la importancia que buscan", reconoce.
Los jóvenes turcos coinciden en que los atentados perpetrados en su país no tienen el mismo impacto político y mediático que en otras capitales europeas. "Vimos lo mismo con las explosiones de Ankara. Un país de Unión Europea recibe más apoyo del resto de países miembros, pero si estás fuera de la UE, solo recibirás su compasión", considera uno de ellos.