Internacional

Bolsonaro lleva a Brasil el corazón del primer emperador para celebrar la independencia

Un avión militar ha trasladado el órgano de Oporto (Portugal) hasta Brasilia para los fastos del bicentenario de la independencia del país

  • El corazón de Don Pedro I es recibido con honores militares a su llegada a la Base Aérea de Brasilia (Brasil). -

Cuando Pedro I de Brasil y IV de Portugal falleció en 1834 señaló como una de sus últimas voluntades que su cuerpo fuese enterrado en Lisboa, pero también dijo que quería donar su corazón a la ciudad de Oporto, uno de los principales enclaves que le permitieron recuperar el país de las garras de su hermano Miguel en la época de guerras civiles del siglo XIX. Y allí ha permanecido el órgano hasta ahora. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, solicitó a Portugal que le fuera prestada esa reliquia para celebrar el bicentenario de la independencia del país, a lo que las autoridades portuguesas accedieron el pasado junio. Desde este lunes la pieza ya se encuentra en Brasilia, donde ha sido recibida con los honores de un jefe de Estado y ha sido llevada hasta la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Conservado en formol durante 187 años, el corazón del que fuera el primer emperador de Brasil fue transportado desde Oporto en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña acompañado por tres autoridades portuguesas, además de un representante del Gobierno brasileño.

La reliquia será expuesta a partir del jueves como parte de los homenajes por los 200 años de la independencia del país y regresará a Portugal el próximo 8 de septiembre. "Conocido como un libertador, este legítimo ícono de la independencia brasileña fue un gobernante muy adelantado para su tiempo, un líder visionario y valiente que desafió públicamente a la corte de la metrópoli en pro de los intereses de Brasil", ha asegurado el ministro de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira, miembro del comité de recepción, al recibir la reliquia.

Este monarca ha pasado a la Historia como un icono de la independencia de Brasil, pero también como el rey que llevó el liberalismo a Portugal. Pedro pasó su vida a caballo entre las dos orillas del océano Atlántico. Llegó a Brasil junto a su familia tras huir de la invasión de Portugal por parte de Napoleón. El país dejó de ser una colonia portuguesa en 1808 con la llegada de la familia real. Trece años después, el rey Joao IV, padre de Pedro, regresó a Portugal y trató de restablecer la colonia, movimiento al que su propio hijo se sublevó. Era 1822 y Pedro protagonizó el Grito de Ipiranga, que selló la emancipación de la nación de Portugal. El propio Pedro se proclamó como primer emperador de Brasil.

De vuelta al presente, Bolsonaro quiere utilizar a este símbolo de la independencia brasileña para celebrar por todo lo alto el bicentenario de la independencia de la nación. Historiadores e intelectuales brasileños han criticado esta cesión temporal de la reliquia y han señalado que el presidente utiliza a esta figura histórica para relanzar su candidatura poco antes de las próximas elecciones del 7 de septiembre.

Esta no es la primera vez que los restos mortales del emperador se utilizan para conmemorar la independencia de Brasil, pues en 1972, durante la dictadura, los restos óseos de Pedro I fueron expuestos en varias ciudades del país antes de ser depositados en el Monumento a la Independencia, en Sao Paulo, lugar donde permanecen a día de hoy, en contra de la última voluntad del monarca.

Monarca liberal

Pedro I también es una figura fundamental para la Historia de Portugal. En 1831 regresa desde Brasil hasta la península ibérica para enfrentarse con su hermano Miguel por la corona lusa. Tenía un perfil de monarca liberal y constitucionalista frente a su hermano Miguel, que defendía las viejas ideas del absolutismo. La disputa entre ambos desató un periodo de guerras civiles en las que Miguel estuvo a punto de hacerse con el dominio de todo el país, pero Pedro consiguió darle la vuelta a la contienda. Eso permitió que sus derechos de sucesión pasaran a su hija María, que gobernó el país con una Constitución liberal.

El primer emperador de Brasil falleció a los 35 años de tuberculosis en la misma habitación del palacio de Lisboa en el que nació. Tuvo una vida corta, pero intensa y caballo entre dos naciones para las que fue decisivo en la conformación de su Historia Contemporánea.

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