Es posible que Oporto sea el sitio en el que la lluvia jamás molesta. Antes al contrario, se supedita al paisaje y lo enriquece, como las hojas caídas hacen con los parques en pleno otoño. En la capital del norte de Portugal se respira un aire de actividad continua. Es el corazón del diseño portugués, pero al mismo tiempo sus gentes transmiten un ritmo cargado de sencillez. Una ciudad donde las emociones suben desde las orillas del rio, porque el Duero está sobrado de carácter.