Internacional

Davide Cerullo, de miembro de la Camorra a proteger niños: "Antes solo existías si eras mafioso"

Davide Cerullo, un excapo de la mafia napolitana, encontró su redención en una celda de la prisión de Poggioreale. Hoy cuenta su historia a Vozpópuli

  • El excamorrista, Davide Cerullo, junto a dos de las niñas de su asociación -

Nadie quiere ir a la cárcel. Pero a veces, paradójicamente, entrar en una salva. Davide Cerullo, exmiembro de la mafia napolitana, encontró su redención en una celda de la prisión de Poggioreale, en la ciudad italiana de Sicilia. Un día, al terminar su descanso, volvió a su cuarto y sobre la cama se encontró, sin saber de dónde salía, una Biblia. Al no tener otro pasatiempo, comenzó a leer, algo que creía casi olvidado.

Y ahí, en ese "encuentro" inocente, comenzó su nueva vida. Muchas de las parábolas escritas en ese libro, como la del Buen Pastor, le impactaron y le ayudaron a darse cuenta del sentido de vivir. Pero lo que le cambió por dentro fue sin duda encontrar su nombre escrito sin parar: "David, David, David". Solo entonces se dio cuenta de que desde que estaba dentro de la mafia, no era nadie: "Me dieron un mote, pero me quitaron el nombre", cuenta a Vozpópuli. Recuperar su nombre, le devolvió la vida.

Todavía pasó un tiempo hasta que se redimió por completo; tenía que ir encajando todas las piezas. Fue un camino largo y duro, pero bonito: el arte y la belleza se convirtieron en un aliado para salvarse. Ahora, después de tener dos hijas, se dedica a proporcionar tiempo libre de calidad a los niños de su barrio, Scampia. "Cuando era niño, soñaba con tener una pistola. Ahora que soy mayor, sueño con volver a ser niño". Y es precisamente a esto a lo que dedica su vida entera: a evitar que los menores pierdan su infancia en la mafia por culpa de la pobreza y la desesperación.

Familiarizado con la mafia

Cerullo nació en una familia muy grande, y la mafia era para ellos una cosa más de su vida normal. Es el noveno de 14 hermanos; de los ocho varones, prácticamente todos han estado dentro de la Camorra, el nombre por el que se conoce a la mafia napolitana. Incluso sus padres 'tonteban' con ella. La mafia, la cárcel y la muerte han estado siempre presentes en su vida.

Cuando solo tenía diez años, Cerullo dejó la escuela; a los 14 le dieron su primer arma; su encargo dentro de la mafia era traficar y guardar la droga y pasó por la cárcel de menores y la de adultos. Su familia, aunque pueda sorprender, estaba profundamente orgulloso de él: "En esas situaciones desesperadas, si entras en la mafia te conviertes en soporte para tu familia. Te valoran más, porque eres más fuerte y más carismático".

Llegó medianamente lejos dentro de la mafia napolitana, hasta que un atentado contra su vida le hizo pasar 40 días ingresado en un hospital y unos cuantos años en la cárcel, donde comenzó su "vuelta a casa, como el hijo pródigo". Ahora sabe que su vida es mucho más, que tiene sentido y es bella. Pero "antes la única forma de existir y de ser alguien en mi ciudad, era estar dentro de la Camorra".

Cerullo, un "analfabeto reciclado"

Después de darse cuenta de que, sin importar las circunstancias, era importante y de que su vida tenía sentido, cuando recordó que tenía nombre y no solo un simple mote, comenzó su "camino de perdón" por todas las atrocidades que había cometido. Empezó a dedicar tiempo a leer, a observar la naturaleza, a escuchar música, a apreciar la belleza. A darse cuenta de que todos tenemos la oportunidad de renacer. "La literatura y el arte dan la posibilidad de ser libre, te devuelven la capacidad de soñar y te ayudan a salir del mal. La cárcel mata, pero yo me pude salvar por descubrir la belleza".

Cerullo se describe a sí mismo con un "analfabeto reciclado": sabía juntar letras, pero no sabía leer de verdad. No sabía mirar la belleza de la vida porque era incapaz de mirar más allá de la angustia que crea la pobreza y la desesperación. Fue en este proceso de salvación cuando descubrió que leer te hace libre. "Ahora tengo hambre de vivir. Eso es lo que me diferencia y lo que me ha salvado".

La fe, que no la religión, ha jugado un papel importante en su 'resurrección'. "Creer da sentido a la vida", cuenta Cerullo. Muchas de las parábolas que se cuentan en el Evangelio le han conmovido a lo largo de su proceso y la figura de Jesucristo, especialmente la humanidad que demuestra en su sufrimiento, le hace identificarse con él y se siente acompañado y comprendido.

Salvar a los niños

Cerullo tiene claro que "la escolarización es la principal llave de la democracia y la libertad". Y trata de combatir, por todos los medios, que los niños lleven la vida que él ha llevado. "Cuando yo era pequeño, ir a la escuela era cosa de tontos y débiles". Ahora, lucha por cambiar el rechazo a los colegios en la zona. Una de sus principales denuncias es que "los menores crecen a la sombra de la indiferencia del estado, algo que también contribuye al crecimiento de la mafia".

Tras su 'curación', volvió a Scampia y se dio cuenta de que no le gustaba lo que veían los niños y la realidad que les rodeaba. Así que decidió fundar su ONG, "L’Albero delle storie", una asociación sociocultural de apoyo a los niños más desfavorecidos de Scampia. "Hay que crear espacios a medida de los niños. Si solo ven gris, dolor y cosas feas, se convierten en fáciles de captar por la Camorra. Es importante crear espacios bellos para ellos", apunta Cerullo.

Niños de Scampia en la asociación de Davide Cerullo

Cuando terminan las clases, los niños van allí a tener tiempo de calidad: disfrutan de la naturaleza plantando árboles o cuidando animales, hacen deberes, leen poesía, pintan... cualquier actividad que les mantenga alejados de las garras de la mafia.

Su obra artística

Davide no solo dedica tiempo a los niños. También es escritor, fotógrafo artístico y poeta, y aprovecha todas sus obras para tratar de concienciar sobre la situación que se vive en los pueblos tomados por la mafia.

Sus obras más importantes son Ali Bruciate, Los hijos de Scampia en colaboración con el escritor Alessandro Pronzato (Editorial Paoline, 2009); Parole evase, donde se recoge su experiencia en prisión (Editorial Gruppo AEPER, 2013); la fábula titulada La tripulación de los niños y el desafío al pirata Ozi, (Editorial Dante y Descartes, 2013); Poesía Cruda. Los irrecuperables no existen, (Editorial Marotta &Cafiero, 2017); y Flores de asfalto. (Editorial Florentina, 2019).

También tiene un libro fotográfico, Visages de Scampia: les justes de Gomorra, en colaboración con los escritores Erri De Luca, Christian Bobin y Ernest Pignon-Ernest (Ediciones Gallimard, 2018). Además, ha hecho las portadas del libro de Roberto Saviano, que trata sobre la pobreza y la mafia en estos barrios.

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