Han transcurrido 108 días desde que comenzó la guerra en Ucrania. El país ha agotado sus reservas de munición y ahora depende, para poder realizar su defensa, del armamento que pueda importar. De momento, el ejército aplica una táctica de degaste en Severodonetsk, la última gran ciudad controlada por Kiev en Lugansk, hasta que lleguen las armas de occidente "para poder pasar a un contraataque efectivo". En la región, los rusos han tomado ya la planta química de Azot.

Mientras tanto, la crisis alimentaria se perpetúa. Ucrania, en su papel de granero de Europa, mantiene sus puertos cerrados, algo sobre lo que quiere intervenir Emmanuel Macron para organizar un operativo de desbloqueo que permita exportar trigo, un alimento básico y barato, lo que le convierte en especialmente necesario para países subdesarrollados.

Mientras tanto, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, está a punto de viajar a Suecia y Finlandia para hacer una gira. Ambos países han mostrado su interés en adherirse a la Alianza Atlántica, aunque su entrada aún no está clara por el rechazo de Turquía.

Este sábado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha viajado a Kiev para tratar el ingreso de Ucrania en la UE y ha asegurado que el país se encuentra en el "buen camino" hacia su integración, pero ha pedido a las autoridades que, cuando termine la guerra, ofrezcan "resultados" en sus reformas sobre el Estado de Derecho y, en particular en la lucha contra la corrupción.