“¡No! ¡No a darles más miles de millones a los avariciosos griegos!”. Con esta portada se desahogaba hace unos meses el tabloide alemán Bild ante la idea de un nuevo rescate a Atenas. Pedía a sus lectores que se hicieran una foto selfie con la portada del diario. Era su forma de presionar contra el que se ha convertido el leitmotiv del eurodrama: la imparable lluvia de dinero hacia Atenas.
Hay muchos y muy buenos argumentos para romper la línea argumental de que Grecia se lo ha buscado. Pero también los hay para comprender el hartazgo de parte de la sociedad alemana con la situación político-económica en Grecia. He aquí algunos de ellos.
- Luchar contra la deuda con más deuda es un mal plan… El país heleno es hoy por hoy esencialmente insolvente, y por ello, verter otros 60.000 millones sobre los más de 300.000 millones de deuda actual no es una estrategia sostenible.
- …Y además podría ser ilegal. Algunos insisten en que los tratados europeos tienen una cláusula de no rescate implícita (o explícita en el caso del Banco Central Europeo). Consideran, a pesar de sentencias favorables de esquemas parecidos del Tribunal de Justicia europeo, que el préstamo de más de 140.000 millones de euros del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF en sus siglas en inglés) es de dudosa legalidad.
- Alemania tiene 12 millones de pobres a los que ayudar antes que a los griegos. La pobreza en el país teutón no ha sido tan alta como ahora, desde la reunificación de las dos alemanias en 1990. El índice de pobreza está por encima del 15% de la población, medido con el estándar europeo de ingresar menos que el 60% de la media del país. En 2013, el límite para ser considerado pobre en Alemania era de 979 euros.
- “Alemania nunca va a recuperar los 90.000 millones prestados”. Es una declaración de uno de los alemanes más activos contra el gobierno de Atenas en los últimos años, Hans-Werner Sinn, exdirector del prestigioso instituto alemán IFO. El miedo a haber prestado a fondo perdido, o que una quita reduzca considerablemente las arcas públicas, en forma de ejecución de avales o pérdidas directas, atosiga a un país embarcado en el objetivo del déficit cero.
Alemania tiene 12 millones de pobres que atender. El índice de pobreza está por encima del 15% de la población
- El país es “irreformable”. Hay una considerable falta de confianza en que los acuerdos políticos firmados por los líderes atenienses acaben llevándose a cabo. Los planes de rescate se elaboran por tramos de pago precisamente por ello. La paralización por parte de Syriza de algunas de las principales medidas firmadas por sus predecesores, como las privatizaciones de empresas públicas, han abundado en esta sensación.
- Los griegos son muy improductivos. Mientras cada alemán produce 57 euros de Producto Interior Bruto per cápita por hora trabajada, Grecia se queda en casi la mitad, 32 euros. En esta lista de PIB per cápita en paridad de compra, que es el mejor índice de la productividad de los trabajadores, Alemania ocupa el séptimo lugar global, frente al 32 de Grecia. España está en el 14 del ranking.
- Hay un fuerte “riesgo moral” (moral hazard) por rescatarles. Es un término económico que se usó con profusión tras los bail-out a los grandes bancos en Estados Unidos: no se puede premiar la irresponsabilidad, ya sean gobiernos o entidades financieras, que han pedido o prestado en exceso. La idea es que, si tras cada fracaso económico, llega en ayuda el Banco Central Europeo, el fondo europeo de rescate o el FMI, se desincentiva la eficiencia en el gasto y el impulso reformista.
- Han sido profundamente insolentes. La visita del primer ministro griego Alexis Tsipras al presidente ruso Vladimir Putin, justo en el culmen de las negociaciones, fue tomada por los comentaristas en Berlín como el cruce definitivo de una línea roja. La Unión Europea ha sancionado al país por su anexión de Crimea y su intervención en Ucrania. La reunión, que se tomó como un mensaje a Bruselas de que si no había dinero europeo lo habría ruso, supuso un paso más en una forma de actuar que, en general, se considera arrogante. Los modos de Tsipras o de su alter ego, el ex ministro de finanzas Yanis Varoufukis, han servido en Alemania para vídeos burlones y también para editoriales indignados en una prensa acostumbrada a unos representantes públicos mucho más sobrios.
- Han resucitado las heridas de la deuda de la II Guerra Mundial. Atenas estimó hace unos meses en 279.000 millones de euros la deuda de Alemania por los préstamos forzosos y destrucción acarreada. Una idea que el vicecanciller alemán y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, ha calificado de “estúpida”.
- Estaban creciendo cuando llegó Syriza a romperlo todo. En los tres últimos trimestres de 2014 el país había conseguido salir de la recesión tras más de seis años de caída casi constante. Ahora, la tensión política generada, el corralito o la paralización de la economía por cuestiones políticas están provocando una nueva caída del PIB que algunos cifran en hasta del 3%. La fuga de capitales del país se cifra en las decenas de miles de millones.