El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sigue con vida después de la cirugía a la que ha sido sometido con éxito esta semana. Por sorpresa se ha presentado ante los medios en la rueda de prensa que estaban dando sus médicos y ha explicado que tiene miedo de morir, después de la hemorragia intracraneal por la que ha tenido que ser intervenido.
Lula ha sido dado de alta este domingo tras haber sido sometido a la cirugía el lunes y ha admitido que se asustó con la cantidad de sangre que sus médicos detectaron en su cabeza y que se preocupó con su salud: "Yo creía que estaba curado tras haber hecho cinco tomografías (tras sufrir un golpe en la cabeza por una caída en el baño en octubre), pero me asustó el crecimiento del volumen de líquido en mi cabeza. Me preocupó", dijo el líder progresista en una rueda de prensa.
"Nunca pienso que voy a morir, pero tengo miedo", admitió Da Silva, que llegó a llorar en la corta intervención que quería aprovechar para agradecer a sus médicos, pero en la que terminó detallando sus problemas de salud. El mandatario ha asegurado que se asustó mucho el pasado lunes cuando sus médicos le dijeron que era necesario que viajara a São Paulo para ser operado de forma urgente.
Lula ha explicado que sufrió una caída en el baño en la residencia oficial de la Presidencia en octubre pasado y en ella se golpeó la cabeza contra la bañera de hidromasajes. Tras ese grave golpe, según ha contado el presidente, tratado inicialmente con unos puntos de sutura en la nuca, pensó que se había recuperado totalmente y volvió a andar en la máquina y hacer ejercicios de musculación sin ningún cuidado.
Dijo que retomó sus actividades normales y que viajó a Río de Janeiro para la Cumbre del G20 y a Uruguay para la Cumbre del Mercosur, en donde firmó el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, sin sospechar de las secuelas del golpe y de que tenía una hemorragia intracraneal.
"El sábado lo pasé bien, el domingo fui a la Granja del Torto (residencia de campo de la Presidencia) y el lunes comencé a sentir dolores de cabeza cuando me levanté y algunas cosas extrañas, que pensé que eran por el sol recibido al día anterior", afirmó.
Aseguró que cuando los síntomas se agravaron y comenzó a sentir que estaba dando pasos más lentos, que tenía los ojos rojos y que no podía dejar de abrir la boca, llamó a la médica de la Presidencia y fue sometido a una tomografía enviada inmediatamente al equipo que lo trata en São Paulo.
"Los médicos vieron la tomografía, se asustaron y me pidieron que regresara de urgencia a São Paulo", dijo. Afirmó que solo se enteró de la gravedad de la situación al día siguiente de la cirugía cuando conversó con los médicos.
Lula dijo que ahora está más tranquilo y que sabe que no puede exagerar con las actividades físicas, pero que puede volver a trabajar aunque con un ritmo moderado al menos los próximos 60 días. "Estaré hasta el jueves en São Paulo y regreso a Brasilia porque tengo que trabajar, tengo al menos una reunión ministerial antes de fin de año. Pero ya decidí que este año no voy a la playa y que pasaré la Navidad y el Año Nuevo en casa obedeciendo con mucho respeto las orientaciones de los médicos", dijo.
Aseguró que será muy disciplinado debido a que tiene un compromiso para "entregar Brasil con tranquilidad democrática, más alegre, sin hambre y sin mentiras" en diciembre de 2026, cuando concluye su tercer mandato. El mandatario no hizo ninguna referencia a la posibilidad de intentar la reelección en 2026, cuando tendrá 81 años.