Pedro Sánchez se vio este viernes con el Rey. El presidente del Gobierno y el jefe del Estado se esforzaron en trasladar una imagen de cordialidad durante su paseo por Santander, donde se celebró la Conferencia de presidentes autonómicos. Pero lo cierto es que el vínculo entre Moncloa y Zarzuela vive uno de sus momentos de mayor tensión. Fuentes diplomáticas consultadas por este diario explican que el principal problema radica en la pésima relación existente entre el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el jefe de la Casa de S.M. el Rey, el también diplomático Camilo Villarino.
Esa confrontación, aclaran estas fuentes, fue la causa de la ausencia de una delegación española en la ceremonia de inaguración de Notre Dame de París, el pasado sábado, a la que sí acudieron líderes de medio mundo, entre ellos, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump. Ese vacío de representación en la catedral, que reabrió sus puertas tras cinco años de trabajos de rehabilitación por el indencio que arrasó buena parte del templo, desató esta semana una guerra sin cuartel entre el Ejecutivo y la Casa Real.
Los proyectiles también impactaron en el Ministerio de Cultura, que dirige el ministro de Sumar Ernest Urtasun, también diplomático. El triángulo de esta polémica está conformado por tres vértices enemistados del cuerpo diplomático español. El cabreo se propagó en Exteriores porque su titular "se enteró por la prensa", según deslizó su equipo, tanto de la invitación a la jefatura del Estado y al titular de Cultura cursada por la República Francesa, como de la negativa de ambas instituciones a acudir.
Cabe reseñar que el también portavoz de Sumar alegó un "compromiso familiar" pese a que ese día acudió al circo, hecho que volvió a defender esta semana. Los puñetazos de Albares a Villarino no se quedaron ahí. Su equipo en Exteriores lamentó que "cada vez es más habitual" que Zarzuela no comparta con el ministerio las invitaciones a actos internacionales al Rey. En cualquier caso, el malestar de Exteriores no se circunscribe solo a Zarzuela, también a Cultura. Los equipos de Albares y Urtasun se miran con recelo y desconfianza, ya que ambos gabinetes están copados por diplomáticos. Algunas fuentes de Exteriores critican que el ministro de Sumar ha armado un 'Ministerio de Exteriores b' que supone un obstáculo a la labor de Albares.
"Una invitación como esta puede considerarse, en un sentido muy estricto, una invitación a un acto puramente protocolario, que podría quedar como tal en el ámbito de la Casa Real. Pero tratándose de un país tan importante para España como Francia y de un acto tan simbólico para los franceses, creo que el acto tiene un cierto carácter político que debió haberse comentado con Exteriores", explica una fuente con décadas de actividad diplomática al más alto nivel.
"El problema no es tanto que los mecanismos no hayan funcionado bien, sino que Albares tiene un carácter muy difícil y vio como un hecho humillante el nombramiento de Camino Villarino [como jefe de la Casa de S.M. el Rey]. Por eso, no se habla con la Casa Real. Ese es el verdadero problema. Si a eso le sumas el torpe manejo de la parte que correspondía al Ministerio de Cultura, tienes el cuadro completo. En cualquier caso, Exteriores sabía perfectamente que el acto iba a tener gran importancia y, sin duda, la embajada era consciente y debía estar trabajando -al menos ese es el deber de cualquier embajada- que la representación de España tuviera un alto nivel. Por tanto, no es creíble que Exteriores no supiera nada al respecto, más bien parece que no quería saber nada del tema...", explica una de las fuentes consultadas.
Villarino es un diplomático con una extensa trayectoria en asuntos internacionales, reconocido por su "profesionalismo y sentido de Estado". Ha trabajado en destinos clave para los intereses internacionales de España, como Bruselas, Washington y Rabat, y ha sido jefe de gabinete de varios ministros de Asuntos Exteriores, incluidos los dos predecesores inmediatos de Albares, los socialistas Josep Borrell y Arancha González Laya. Pero la relación con Albares es más que tensa.
El ministro actual bloqueó en 2021 el nombramiento de Villarino como embajador en Rusia tras asumir el ministerio, a pesar de que ya contaba con el plácet ruso. Ese desencuentro sacó a la luz sus diferencias profesionales y personales. Villarino, que fue un estrecho colaborador de González Laya, con quien gestionó el controvertido caso de Brahim Ghali, fue absuelto de cualquier posible delito relacionado con este caso. Pero ese episodio marcó su salida de Exteriores bajo el mandato de Albares. Villarino, según las fuentes consultadas, valora la excelencia profesional por encima de los intereses partidistas y eso ha contribuido a su distanciamiento con Albares, quien ha enfrentado críticas del mundo diplomático por priorizar afinidades políticas en su gestión.