El expresidente de Argelia Abdelaziz Buteflika ha fallecido este viernes a los 84 años, después de varios años con una salud debilitada a raíz de un ataque cerebral que sufrió en 2013 y que limitó su vida pública durante su último periodo al frente del país africano.
La confirmación de la muerte del histórico dirigente, quien estuvo casi 20 años en el poder -entre 1999 y 2019-, ha sido realizada por la Presidencia a través de un breve comunicado en la cadena de televisión estatal, ENTV.
Buteflika se vio forzado a abandonar la Presidencia en abril de 2019 después de perder los apoyos con los que contaba en el gubernamental Frente de Liberación Nacional (FLN) y el Ejército en medio de una oleada de movilizaciones contra su intención de presentarse a un quinto mandato.
El anuncio del mandatario, imposibilitado físicamente y que no hizo campaña en las elecciones de 2014 -en las que, pese a ello, se impuso con casi el 81 por ciento de los votos-, provocó un intenso malestar contra él y su círculo por el estancamiento político y económico del país.
El histórico líder argelino se había visto confinado a una silla de ruedas tras sus problemas médicos en 2013 y durante su último mandato participó en muy escasos actos --siempre sin hacer declaraciones-- y se dirigió a la población a través de misivas, una situación descrita por sus críticos como una 'Presidencia epistolar'.
Por ello, el anuncio sobre su nueva candidatura desencadenó una indignación que derivó en las mayores movilizaciones desde la independencia para pedir la salida de poder del mandatario y su círculo político, empresarial y militar de confianza -conocido como 'Le Pouvoir'-, que acabó por llevar al entonces jefe de las Fuerzas Armadas, Ahmed Gaed Salá, a proponer su inhabilitación por motivos médicos.
La propuesta de última hora de Buteflika para aplazar las elecciones y celebrar una conferencia nacional fue igualmente rechazada, y finalmente tuvo que anunciar su renuncia, arrinconado y con su imagen política totalmente dañada.
Desde entonces, ha estado fuera del ojo público, alejado de la política nacional y sin verse salpicado directamente por decenas de juicios por corrupción abiertos contra personas de su círculo y antiguos altos cargos de sus gobiernos, entre ellos su hermano, Said Buteflika, considerado como su confidente y uno de los poderes en la sombra a causa de su incapacitación.
Sin embargo, su salida de la Presidencia no ha puesto fin a la crisis política en el país africano, si bien la ha suavizado, debido a que los manifestantes mantuvieron su rechazo al mandatario interno, Abdelkader Bensalá -hasta entonces presidente del Senado-, y a su sucesor tras las elecciones de diciembre de 2019, Abdelmayid Tebune.
Las protestas se han mantenido desde entonces, si bien han estado marcadas por un aumento de la represión, y se han centrado en la exigencia de un cambio profundo en el sistema político vigente en el país desde la independencia de Francia en 1960 y en la necesidad de alejar a 'Le Pouvoir' de la primera línea, algo que va más allá de la retirada de Buteflika y que refleja la profunda crisis social y económica que atraviesa el país desde hace años.
El ascenso al poder de Buteflika
El expresidente nació en 1937, sin que esté claro entre los biógrafos si lo hizo en la ciudad de Tlemcen, en el oeste de Argelia, o en Uchda, en Marruecos, y con menos de 20 años se unió a las filas de la resistencia contra el poder colonial francés.
Buteflika estuvo durante la guerra contra Francia bajo el ala de Huari Bumediene, quien posteriormente se convertiría en el primer presidente tras la independencia del país, una etapa en la que se convirtió en ministro para Juventud y Turismo a los 25 años y de Exteriores un año después.
Fue en este último cargo, en el que permaneció hasta 1979, cuando se convirtió en una de las figuras de lo que sería conocido como el Movimiento de Países No Alineados, abogando por la inclusión de la China comunista en Naciones Unidas y como una voz importante contra el Apartheid en Sudáfrica.
Asimismo, se posicionó del lado del líder palestino Yaser Arafat en el conflicto palestino-israelí -llegando a invitarle a comparecer ante Naciones Unidas en 1974 cuando era presidente de la Asamblea General-, lo que supuso un paso histórico para el reconocimiento internacional de la causa palestina.
Sin embargo, fue finalmente cesado un año después de la muerte de Bumediene, momento en el que se abrió una investigación contra él por presunta corrupción, lo que le llevó a abandonar Argelia a principios de los ochenta, si bien volvió al país en 1987.
En los años posteriores estalló en Argelia la guerra civil tras la decisión del Gobierno --con apoyo del Ejército-- de cancelar las elecciones parlamentarias de 1991 tras la victoria en primera vuelta del islamista Frente Islámico de Salvación (FIS), una guerra que dejó más de 150.000 muertos.
La figura de Buteflika, apoyado por las Fuerzas Armadas, resurgió a finales de los noventa y fue elegido presidente en abril de 1999 -una votación que tuvo lugar después de que el resto de candidatos retiraran sus candidaturas por temor a un fraude orquestado por el Ejército- con el compromiso de poner fin al conflicto.
Fin de la guerra civil
Ya en el poder, aprobó una amnistía a los milicianos no responsables de asesinatos o violación que entregaran las armas, una ley que fue aprobada en referéndum en septiembre de ese año y que ayudó a reducir el nivel de violencia en el país y allanó el camino para el fin de la guerra en 2002.
El fin del conflicto, que supuso un impacto devastador para el país, llegó tras la eliminación casi total del Grupo Islámico Armado (GIA) -un grupo armado integrado principalmente por el Movimiento Islámico Armado (MIA) y descontentos del FIS tras la anulación electoral-.
Por contra, una escisión del GIA -el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC)- se mantuvo activo y juró posteriormente lealtad a la organización terrorista Al Qaeda y logró extender su influencia a zonas del sur sahariano del país, convirtiéndose en la principal amenaza de seguridad para el Gobierno de Buteflika tras la guerra civil.
Durante sus sucesivos mandatos, Buteflika logró estabilizar el país gracias al repunte económico que permitieron los ingresos por el petróleo y el gas, si bien las autoridades no procedieron a una diversificación económica que hizo a Argel dependiente de estos sectores.
Asimismo, el país se vio sumido en un letargo político y económico por el inmovilismo del círculo de poder, integrado por numerosas figuras de la lucha por la independencia y los empresarios cercanos a 'Le Pouvoir' que hicieron negocio durante el 'boom' de la primera década del siglo XXI.
Esta situación fue generando un creciente malestar por la falta de expectativas de la población, una situación que fue en ebullición en el marco de la conocida como 'Primavera Árabe' y que aumentó durante el último mandato de Buteflika a pesar de una serie de reformas cosméticas destinadas a aplacar el descontento.
Finalmente, Buteflika cayó en desgracia después del citado anuncio sobre su intención de presentarse a los comicios a pesar de llevar cinco años casi inhabilitado y sin aparecer en ningún foro internacional debido a su salud, lo que fue asumido como una burla por parte de la población a su posibilidad de elegir a un nuevo líder en las urnas.
Su fallecimiento deja a África sin una de sus principales figuras durante el proceso de descolonización y del Movimiento de Países No Alineados --que dio voz a África, Asia y América Latina--, muy lastrada por lo prolongado de su mandato y por no haber llevado a la práctica el ideario con el que logró un fulgurante ascenso a nivel nacional e internacional.