El presidente de Túnez, Beji Caid Essebsi, una figura clave en la política tunecina y, más recientemente, en la transición democrática iniciada en 2011, ha muerto este jueves a los 92 años de edad en un hospital militar de la capital, tras sufrir dos crisis de salud en apenas un mes.
Miembro de una familia acaudalada, estudió en el Colegio Sadiki, donde entró en contacto con las corrientes hostiles al protectorado francés llegando a participar en actividades subversivas. Se licenció en Derecho en la Universidad de París, tras lo cual regresó a Túnez para ejercer la abogacía.
El joven letrado se especializó en la defensa penal de los miembros del partido nacionalista Neo-Destur (PSD) liderado por Habib Burguiba. Tras la independencia de Francia, en 1956, éste, convertido en primer ministro, le reclutó como asesor legal de su Gobierno, donde Essebsi iniciaría una carrera meteórica.
Con Burguiba fue embajador en Francia y Estados Unidos, así como ministro de Interior, Defensa y Exteriores. En 1971 dimitió al entrar en conflicto con la cúpula del PSD por reclamar la redemocratización de la nación magrebí y volvió a su trabajo en los tribunales, si bien en 1978 volvía a la política activa como miembro del Movimiento de Demócratas Socialistas (MDS), integrado por otros disidentes.
En un giro inesperado, en 1980 hizo las paces con Burgiba, que le recuperó para el Gobierno. Seis años después, en medio de los movimientos fácticos en el PSD para la sucesión interna, Essebsi fue cesado como ministro de Exteriores, pero, en 1987, tras el golpe palaciego que situó al general Zine el Abidine ben Alí en el poder, volvió a la política.
Lo hizo primero como embajador del régimen de Ben Alí en la Alemania Occidental y después como presidente de la Cámara de Diputados, integrado en el Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), partido político creado de las cenizas del antiguo PSD. En 1994, abandonó el cargo y el escaño y regresó a su bufete.
Revolución de los jazmines
Tras años de silencio, en los que tampoco asumió una postura opositora, la Revolución de los Jazmines con la que los tunecinos derrocaron a Ben Alí en 2011 le devolvió a la primera línea. Con 84 años y pese a su vinculación con los regímenes anteriores, fue nombrado primer ministro interino.
Essebsi no fue bien recibido. A su llegada al Gobierno siguió una ola de dimisiones que suplió con un Gabinete de personas relacionadas con el RDC y tecnócratas que auguraba continuidad. En las elecciones generales de 2011, las primeras democráticas, los islamistas de Ennahda, aliados con el Congreso por la República (CPR) y Ettakol, la llamada 'troika', le desahució del poder.
Decidido a formar parte de esta nueva etapa de Túnez, Essebsi creó Nidaa Tounes, con un manifiesto fundacional que abogaba por la "democratización y modernización" del país y el "rescate" de la economía nacional en medio de "los preocupantes signos de extremismo y violencia".
Con este partido secular y progresista ganó las elecciones parlamentarias y presidenciales que se celebraron en 2014, bajo la nueva Constitución que ayudó a redactar. Así, se convirtió en el primer presidente de Túnez elegido en una votación democrática. Sin embargo, la mayoría simple en el Congreso le obligó a formar gobierno con Ennahda, segunda fuerza.
Problemas latentes
Las tensiones entre Nidaa Tounes y Ennahda estallaron de una vez por todas en 2018, con la pugna interna entre el primer ministro, Yusef Chaed, y el hijo de Essebsi, Hafedh Caib Essebsi, por sustituir al anciano presidente como telón de fondo.
La concentración de poder de Nidaa Tounes ha suscitado recelos en una población que aún ve sin resolver los problemas que propiciaron la revolución popular que puso fin a las dos décadas de mandato de Ben Alí.
Al coste de la vida y el paro juvenil, se suma una violencia recurrente que ha frenado el turismo, una de las principales industrias de Túnez, y que volvió a golpear el pasado 27 de junio, mismo día que Essebsi era hospitalizado, con un atentado que dejó un policía muerto y una decena de heridos.
Aunque podía aspirar a un segundo mandato, Essebsi ya había anunciado que no se presentaría a la reelección el 17 de noviembre, argumentando que "Túnez tenía muchos talentos".
Conforme a la Constitución tunecina, el presidente del Parlamento, Mohamed Ennaceur, de 85 años de edad, asumirá el cargo de forma interina hasta los próximos comicios.