El gobierno de unión nacional soñado por el presidente Emmanuel Macron será en realidad el gabinete más a la derecha de sus siete años de presidencia. Tras el pulso entre Macron y el nuevo primer ministro, el conservador Michel Barnier, la derecha tradicional se hace con tres ministerios, entre ellos, el de Interior, uno de los más importantes y sensibles, pero ha tenido que aceptar las líneas rojas marcadas por los macronistas, especialmente en la negativa a aumentar los impuestos a la clase media.
El nuevo gabinete francés será paritario y contará con 19 ministros y 22 secretarios de Estado. De los 19 principales, la mayoría serán ocupados por miembros del partido Ensemble pour la République, (EPR, 97 diputados), la formación macronista dirigida por Gabriel Attal, anterior primer ministro que, junto al presidente, ha plantado batalla a Barnier tanto en la elección del equipo gubernamental como en la futura política económica.
La derecha de Los Republicanos, el partido de Barnier, tendría que conformarse con tres carteras, la ya citada de Interior y, el ministerio de Enseñanza superior (Patrick Hetzel) y el de Agricultura (Anne Genevard). Menos de lo que esperaba, pero demasiado para otros, si se tienen en cuenta sus 47 diputados en una Asamblea de 577, aunque tiene mayoría en el Senado.
Un “halcón” anti-inmigración, a Interior
El responsable de Interior será Bruno Ratailleau, jefe de la derecha (Los Republicanos) en el Senado. Un representante del ala más dura en lo que respecta al control de la inmigración legal o clandestina y a la respuesta a la imparable delincuencia que sufren los franceses, especialmente los más pobres. Era uno de los puntos de desencuentro entre los centristas de Bayrou y Barnier. Macron tuvo que hacer un llamamiento a los partidos en la tarde del viernes para "facilitar la labor de Barnier". Era un mensaje dirigido especialmente al centrista Bayrou.
Para hacer frente a la crítica situación de las finanzas francesas, dos desconocidos del gran público aparecen como los “expertos” del gobierno. Se trata de Antoine Armand, diputado macronista, que ocupará el Ministerio de Economía, Finanzas e Industria, y de Laurent Saint Martin, también del partido liderado por Gabriel Attal, que será responsable de la candente cartera de Presupuesto. Sus nombramientos confirman la voluntad de Macron y Attal de convertir los asuntos económicos en un dominio reservado, para mantener la política económica que el presidente defiende desde 2017. Es un límite claro a la capacidad de maniobra del nuevo jefe del ejecutivo.
Anne Genetet, otra macronista se ocupará del Ministerio de la Educación Nacional, una de las prioridades de cada nuevo primer ministro, al menos en y teoría.
Barnier ha querido marcar su gobierno con el nombramiento de un ministerio en principio llamado del laicismo, después bautizado de "La Ciudadanía y la lucha contra las discriminaciones". El encargado será el miembro de Los Republicanos, Othman Nasru, nacido en Marruecos, inmigrado a Francia a los 17 años; es un admirador de Charles De Gaulle y Romain Gary, un magrebí de derechas que desmiente que Francia sea un país racista y afirma que él es un ejemplo de ello.
A pesar de las presiones y los intentos de veto, Laurence Garnier será secretaria de Estado de Consumo. Garnier, senadora de la derecha tradicional, se hizo conocida como opositora al matrimonio homosexual y a la introducción del aborto en la Constitución.
Otro ministerio bajo la lupa de los franceses, el de Justicia, será dirigido, si se confirman las quinielas, por Didier Migaud, un especialista en finanzas que ha trabajado en el pasado bajo administraciones socialistas (cuando estas eran socialdemócratas) y que fue elegido en 2020 por Macron para el puesto de presidente de la "Alta autoridad para la transparencia de la vida pública", una institución neutral que puede descalificar a cualquier responsable político o candidato a puestos oficiales tras investigaciones sobre cuestiones deontológicas, especialmente en el terreno económico. Migaud estaba considerado como un ortodoxo en la reducción del gasto público y es, por lo tanto, descalificado por la izquierda actual como parte de su familia política, pero para Macron y Barnier es la representación simbólica de la izquierda en el gobierno.
Otros partidos del llamado bloque central tendrán representación gubernamental; dos pertenecientes al centrista MoDem (rebautizado "Los Demócratas", con 36 escaños). Se trata del responsable de Europa y Asuntos Exteriores, Jean Noel Barrot, hasta hoy secretario de Estado para Europa, y de Genivieve Darrieussecq, que se hará con la delicada cartera de Sanidad. Darrieusecq ha sido secretaria de Estado dos veces bajo gobiernos macronistas.
Paul Christophe es el nuevo ministro de Asuntos Sociales. Representa al partido Horizons (33 diputados), de Edouard Philippe, el primer ministro de la era Macron y autodeclarado candidato presidencial en 2027. Tanto Philippe, como Bayrou y Attal son candidatos a las presidenciales de 2027 y han jugado con esa variable en las complicadas negociaciones de gobierno, exigiendo mucho y arriesgando lo mínimo para no arruinar su futuro. Valerie Letard del pequeño partido centrista Liot, será ministra de Vivienda.
El hasta ahora secretario de Estado para la Vivienda, Guillaume Kasbarian, ocupará el Ministerio de la Función Pública. Kasbarian, de origen armenio, fue el autor y defensor de la “Ley antiokupas” aprobada en la pasada legislatura. Mantienen sus puestos la ministra de Cultura, la “sarkozista”, Rachida Dati y el responsable de Defensa, Sebastien Lecornue, un fiel macronista.
El Ministerio de Transición Ecológica será dirigido por Agnes Pannier-Runacher, macronista, exministra y secretaria de Estado en otros gobiernos de Macron.
La cartera de Trabajo y Empleo recae en Asyrid Panossian-Buvet, del centro macronista, jefa de empresa y exconsejera del presidente.
Un nuevo gobierno con una mayoría de desconocidos para los franceses, que quiere representar el equilibrio entre los partidos que han aceptado participar y que no cuenta con ninguna figura que pueda hacer frente, dentro del macronismo, al jefe del Estado.
Macron prohíbe aumentar los impuestos
Michel Barnier ha anunciado para el 1 de octubre su discurso programático en la Asamblea, donde ya se medirá el rechazo o apoyo con el que cuenta entre los diputados, aunque en teoría, no habrá voto. Por el momento, solo se conocen algunas líneas generales de sus intenciones: “mejorar el nivel de vida de los franceses y el funcionamiento de los servicios públicos, especialmente la escuela y la sanidad”, “garantizar la seguridad, controlar la inmigración o hacer progresar la integración”. Asimismo, el inquilino de Matignon quiere animar a las empresas y a los agricultores a “afianzar la atractividad económica de Francia” y pretende controlar las finanzas públicas.
En ese sentido, en plena negociación con su predecesor, Attal, sobre su equipo, Barnier definió la situación económica de Francia como “muy grave”, lo que los macronistas entendieron como una ofensa a su gestión, pero que los datos objetivos demuestran como absolutamente cierto: un déficit público del 5,5% del PIB (159.000 millones de euros, en 2023) y una deuda pública de más de tres billones de euros, es decir, un 110,6% del Producto Interior Bruto: medalla de bronce del endeudamiento en la UE, tras Grecia e Italia, pero campeona continental en aplicación de impuestos y cotizaciones sociales: 48% del PIB.
Fue en ese momento en el que Attal y otros pesos pesados de la macronía advirtieron a Barnier que ni se le ocurriera subir impuestos y le amenazaron con no darle la su confianza en la Asamblea. Barnier parece, pues, obligado a reducir gastos, una tarea tan impopular como el aumento de cargas impositivas a particulares en un país donde más de la mitad de la población no contribuye al fisco; solo un 45% de los franceses pagan impuestos. Hasta última hora del viernes, no se conocían nombres para ocupar el puesto clave de ministro de Finanzas, el sustituto de Bruno Le Maire, que se marcha a Suiza como profesor de economía, tras ser acusado por muchos especialistas de ser responsable de la explosión de los déficits en su país.
Para Jordan Bardella, el presidente del partido Agrupación Nacional (RN, en su acrónimo francés), de Marine Le Pen, el nuevo gabinete representa un macronismo que los franceses han rechazado dos veces recientemente en las urnas. RN tiene la llave de la continuidad de Michel Barnier. Sus 123 diputados serán vitales para apoyar una moción de censura presentada por la izquierda o, de lo contrario, mantener en el poder al nuevo primer ministro.
Izquierda: gobierno de “unión de perdedores”
La alianza de partidos representados en el nuevo equipo gubernamental ha sido calificada por la izquierda como una “unión de perdedores”, pero en la Asamblea, aunque lejos de los 289 escaños que les daría la mayoría legislativa, podrían sumar, según las votaciones (El partido centrista Liot tiene 21 escaños y no vota siempre proMacron), entre 213 y 234 voces; como mínimo 20 más que los 193 del Nuevo Frente Popular, que aglutina a “La Francia Insumisa” de Jean-Luc Melenchón, a socialistas, comunistas y ecologistas. El NFP sigue insistiendo en que, como alianza legislativa ganadora en los comicios de julio, debería dirigir el gobierno y ha asegurado que lanzará una moción de censura al nuevo primer ministro en cuanto tenga oportunidad.
pancho
Según parece, Macron, a pesar de haber perdido las elecciones, sigue maniobrando para dirigir el nuevo gobierno. Este nace ya muy débil. Francia, por si hacía falta, está en una situación política muy instable.
pancho
Según parece, Macron, a pesar de haber perdido las elecciones, sigue maniobrando para dirigir el nuevo gobierno. Este nace ya muy débil. Francia, por si hacía falta, está en una situación política muy instable.
pancho
Según parece, Macron, a pesar de haber perdido las elecciones, sigue maniobrando para dirigir el nuevo gobierno. Este nace ya muy débil. Francia, por si hacía falta, está en una situación política muy instable.