Aunque superado por la débil coalición de derechas, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ha triunfado como partido más votado en las elecciones de Italia y prepara ya su segundo asalto al poder en un escenario de desgobierno sin mayorías nítidas.
En el cierre de campaña, el pasado viernes, el líder y candidato de este partido, Luigi di Maio, lanzó una consigna que sonó a premonición: "ha terminado la era de la oposición y da comienzo la del gobierno", proclamó en la Plaza del Pueblo de la capital.
En los comicios de este domingo el M5S, como el resto de fuerzas, no ha conseguido una mayoría para alcanzar el Ejecutivo, por lo que necesitará pactos y apoyos que ya ha reclamado, pero se ha perfilado una vez más como el partido más votado en solitario.
Con poco más que el 21% de los votos escrutados, en el Senado la formación obtendría el 30,05% de los votos, solo superada por la coalición de derechas de Silvio Berlusconi y algunos partidos de ultraderecha como la Liga Norte, otra de las grandes triunfadoras.
Estos datos confirmarían el avance de una formación fundada en 2009 por el cómico Beppe Grillo para retar el tradicional sistema político, recabando votos de la derecha y la izquierda. Y es que en 2013, año de su ruidoso debut político, ya irrumpió en el Parlamento como partido más votado en solitario, con un 25,56 % de los votos para la Cámara Baja y un 23,79 % en la Alta.
Este avance se produce, además, contra viento y marea pues ha tenido que capear con ataques desde todos los frentes e incluso contra una ley electoral que de alguna manera anima a las coaliciones y el M5S concurre siempre en solitario.
Por otro lado en los últimos tiempos han estado en el centro de la atención mediática por su gestión en las dos grandes ciudades conquistadas: la industrial Turín (noroeste) y Roma. La ingobernable capital de Italia, cuya Alcaldía dirige desde junio de 2016, ha sido la principal piedra en el zapato del M5S, con su alcaldesa, Virginia Raggi, y sus colaboradores constantemente en el centro de polémicas judiciales por lo general baldías.
Por no hablar del continuo transfuguismo de sus parlamentarios en la pasada legislatura, que llegaron incluso a formar grupo propio. También se les reprocha su discurso cambiante en materia de inmigración, ante cuya gestión siempre se han mostrado crítico, o sobre el euro, ya que originariamente propusieron un referéndum para abandonar la moneda única y después ignoraron esta idea.
El último asunto arrojado por los medios a este partido, que tiene el grito de "honradez" entre sus consignas, es el descubrimiento de que algunos de sus parlamentarios no devolvieron parte de su sueldo a un fondo para financiar pymes, como indican sus reglas internas.
En 2013 sus "ciudadanos" entraron en el Parlamento con la intención manifiesta de "abrirlo como una lata de sardinas" y en estos cinco años han suavizado aquel incendiario discurso, adaptándolo a la "praxis" de los palacios.
Para ello ha sido importante la apuesta de Grillo por su pupilo y sucesor, Di Maio, que con sus 31 años aspira a convertirse en el primer ministro más joven de la historia italiana, primacía que correspondía hasta ahora al socialdemócrata Matteo Renzi, dramáticamente derrotado.
La alegría de Di Maio ha quedado manifiesta con un vídeo en el que se le ve emocionado y abrazando a sus colaboradores en una de las sedes del partido mientras estudiaban los sondeos.
Pero para que el M5S pueda gobernar primero deberá encargarle formar gobierno el jefe del Estado, Sergio Mattarella, para con quien Di Maio ha tenido buenas palabras e incluso le ha remitido la lista de sus futuros ministros, presentada de antemano en un insólito ejercicio de transparencia política.
Y no está claro si el presidente de la República otorgará el "plácet" para formar un Gobierno al M5S de Di Maio o a la coalición de centroderecha, partido y unión de partidos más votados, respectivamente.
Por el momento, otro de sus históricos líderes, el diputado Alessandro di Battista, celebró estos resultados "apoteósicos" y abrió la puerta a las coaliciones para alcanzar el Ejecutivo. Pero con una condición: "El resto de partidos tendrán que venir a hablar con nosotros", retó.