Internacional

¿Por qué la juventud vota a la oposición de Erdogan?: "Gobierna desde que nací"

Este año, en Turquía, hay 5,5 millones de jóvenes que votarán por primera vez. Los sondeos prevén que sólo el 20% de estos nuevos votantes apoyen al actual presidente

  • El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. -

Mohamed Ercan tiene 21 años y no recuerda una Turquía sin Recep Tayyip Erdogan al frente. Como él, unos cinco millones de jóvenes pueden votar por primera vez en las elecciones de este domingo, con los sondeos apuntando a que lo harán masivamente por la oposición.

"Los jóvenes llevamos viendo gobernar al AKP (el partido islamista de Erdogan) desde que nacimos", explica a EFE este estudiante de Ciencias Políticas mientras reparte folletos electorales en Kadiköy, un distrito de Estambul.

Ercan es militante del CHP, el partido socialdemócrata dirigido por Kemal Kiliçdaroglu que aspira a derrotar a Erdogan en las elecciones presidenciales de este domingo.

"Como 5,5 millones de jóvenes que votarán por primera vez, jugamos un papel muy crítico en estas elecciones. Creo que al elegir al presidente en estas elecciones, los jóvenes derrocarán el régimen autoritario y traerán la democracia", asegura.

Los sondeos prevén que sólo el 20% de estos nuevos votantes apoyen al actual presidente, que tiene 69 años.

Tanto él como Kiliçdaroglu, que tiene 74, han apelado al voto juvenil, con promesas como eliminar el impuesto a la compra de teléfonos móviles o consolas de videojuegos, o regalar el acceso a internet.

Pero la estructura demográfica del país beneficia claramente al líder opositor y sus promesas de cambios y de restauración de las libertades y derechos que se han ido vulnerando en las dos décadas de creciente autoritarismo de Erdogan.

"En Turquía mueren cada año un millón y medio de votantes. Estos votantes son mayores. El porcentaje de voto al AKP entre los mayores de 50 años será del 60 o el 80 %. Y mientras muere ese millón y medio, otro millón y medio cumple 18 años y entra al sistema", explica a EFE un alto cargo de Gelecek (Futuro), uno de los partidos del bloque opositor que respalda a Kiliçdaroglu.

Burak también tiene 21 años, es universitario y planeaba votar por Muharrem Ince, un candidato presidencial que ha acabado retirándose.

Su segunda opción de voto es Erdogan, no tanto porque le guste el presidente sino por su rechazo a la coalición opositora, aunque reconoce que los jóvenes de su edad apoyan mayoritariamente a Kiliçdaroglu.

Un factor importante en esa dinámica de voto es que los jóvenes se informan preferentemente a través de redes sociales.

Aunque ha habido intentos por parte del Gobierno de restringir su uso, el control es mucho menor que sobre los medios de comunicación tradicionales, masivamente partidarios de Erdogan, explica a EFE el experto en comunicación política Ates Ilyas Bassoy.

Además, asegura, los espacios de encuentro de los jóvenes, como los bares o los gimnasios, y las conversaciones que ahí se desarrollan quedan fuera del control del Gobierno.

Otro elemento decisivo en la orientación del voto joven es la mala situación económica del país, con la lira muy devaluada y la inflación disparada.

"La pobreza y la ansiedad ante el futuro refuerzan la demanda de cambio político, especialmente entre los jóvenes", señala el politólogo Güven Gürkan Öztan.

La ruptura entre Erdogan y la juventud se hizo manifiesta en las masivas protestas antigubernamentales de 2013, cuando aún era primer ministro.

Aquel movimiento, que empezó para defender la supervivencia de un parque en Estambul de un proyecto urbanístico, se transformó pronto en una respuesta, sobre todo de jóvenes urbanos, ante el autoritarismo de Erdogan.

Esa tendencia se confirmó en 2019, cuando el AKP perdió por primera vez en décadas las Alcaldías de Ankara y Estambul.

"Las elecciones locales de 2019 demostraron que Erdogan ya no puede persuadir a los jóvenes y a las mujeres de las ciudades", indica Öztan.

En ese sentido, este profesor de Ciencias Políticas de la Istanbul Üniversitesi afirma que las restricciones de libertades y derechos son vistos como un problema especialmente por los habitantes de las ciudades, sobre todo por quienes tienen un mayor nivel de educación.

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