Internacional

La semana trágica de Macron: insurreción en ultramar, narcodelincuencia y ataques antijudíos en casa

Insurrección, caos y violencia en sus territorios de ultramar, narcodelincuencia rampante y ataques antijudíos en suelo continental. Emmanuel Macron ha vivido una semana negra a tres semanas de unas elecciones europeas que representarán un plebiscito sobre su gestión al frente del país

  • Emmanuel Macron durante la visita del presidente de Costa Rica a París -

¿Guerra civil en Francia, a 18000 kilómetros de París? Eso teme Louis Le Franc, Alto Comisario de la República en Nueva Caledonia, un territorio bajo bandera francesa desde 1853, donde una parte de las fuerzas que representan a la población autóctona, “kanak”, se opone a un proyecto constitucional que les podría dejar en minoría de cara a futuras consultas electorales.

Espoleados por el ala más radical del partido independentista, “Frente de Liberación Nacional Kanak Socialista” (FLNKS), cientos de jóvenes que desconocen por cierto el complicado estatus jurídico de la isla, han incendiado barrios enteros en varias ciudades, han arrasado domicilios y comercios particulares de “blancos” y han utilizado armas de guerra contra las fuerzas del orden. Hasta el sábado, seis personas, dos de ellas gendarmes, han muerto en los enfrentamientos. El estado de emergencia ha sido declarado y Emmanuel Macron anunció que la respuesta a la violencia sería “implacable”. Esperando la concreción de esas palabras, los “caldoches”, originarios de la isla, descendientes de franceses y otras etnias del Pacífico, viven atrincherados en sus barrios, defendiéndose armados en zonas donde la penuria de alimentos y medicamentos es ya inquietante.

El martes pasado, la Asamblea Nacional aprobó, con los votos a favor del bloque macronista, la derecha y el partido de Marine Le Pen, un proyecto de ley que ampliaría el cuerpo electoral en ese archipiélago francés del Pacífico Sur, en los próximos comicios provinciales, a los habitantes que residan allí desde hace más de diez años. Hasta ahora, y según los acuerdos de Numea (la capital), firmados en 1998, uno de cada cinco habitantes de ese territorio no puede elegir a sus representantes locales. Franceses sin derecho a voto en su propio país: una política apoyada por la misma izquierda que, sin embargo, propugna el voto de inmigrantes en las elecciones locales de Francia.

Esa irregularidad democrática ha sido aceptada incluso por el Tribunal de Justicia Europeo y refrendada por dos artículos de la Constitución aprobados bajo mandato socialista y que sirvieron en su momento para apartar el fantasma de la independencia y el mantenimiento con base jurídica de un sistema colonial aceptado por todos. El proyecto de Macron deberá pasar por la aprobación de tres quintos del Congreso de Versalles, es decir, la reunión de la Asamblea y el Senado que certifica los cambios constitucionales.

La “gran sustitución”: fascista en Francia, progresista en ultramar

Hasta el momento, los tres referéndums celebrados en Nueva Caledonia - 2018, 2020 y 2021 - han rechazado la opción independentista, si bien, la última consulta fue boicoteada por los separatistas.

La extrema izquierda, con “La Francia Insumisa” de Jean-Luc Melenchón al frente, atiza la hoguera de la insurrección – su sueño más húmedo – esperando que el contagio llegue a territorio continental y le otorgue la posibilidad de llegar un día al Elíseo. Una Francia a sangre y fuego sería la única vía de aterrizaje en la presidencia, dado que el caudillo de origen español ya se ha roto tres veces la dentadura en las urnas.

Desde las filas de la izquierda radical se llama a defender a la población autóctona. La guyanesa y exministra de Justicia con el socialista François Hollande, Christiane Taubira, representante de la minoría negra en ese gabinete (2012-2016), lo escribe hoy así: “Un pueblo rechaza su desaparición. Así son los pueblos apegados a su cultura y a sus mitos”. Otros portavoces de la guerrilla cultural izquierdista se unen al coro de los que denuncian una especie de “gran sustitución” (concepto publicitado por el intelectual conservador, Renaud Camus) que esa propia izquierda denunciaría como política de extrema derecha si se aplicara en muchas zonas de la Francia continental donde los franceses autóctonos son ya minoría.

Primeros ministros que habían tratado el mismo problema en el pasado, incluido su exjefe de gobierno, Edouard Philippe, habían advertido a Macron del momento quizá no muy apropiado para volver a poner el asunto en manos de los legisladores. Pero el inquilino del Elíseo, conocido por primar a veces el impulso testicular antes que la reflexión pausada, decidió ir adelante. Con las fuerzas especiales de la policía y del ejército aerotransportadas a la “República Kanaky”, como la llaman los independentistas, se espera ahora que el presidente recule y busque una excusa para aplazar su proyecto. En cualquier caso, la proximidad de los comicios europeos le pasará factura.

Nueva Caledonia es importante para Francia por la posición estratégica que le confiere en una zona donde China y la alianza anglosajona “AUKUS” (Australia, Reuno Unido y Estados Unidos) libran una batalla, hasta el momento, de influencia estratégica y política en uno de los escenarios más explosivos del planeta. Francia ya se llevó una bofetada monumental en el área cuando la AUKUS torpedeó la venta de submarinos franceses a Camberra en 2021. Ese episodio puso en evidencia la fragilidad de la diplomacia francesa y su pérdida de peso internacional.

China apoya el independentismo kanak

El entonces jefe del Estado Mayor de la Marina francesa, almirante Pierre Vandier, afirmaba en 2020: “China libra una guerra de asfixia contra sus adversarios en la región”. “En el Pacífico”, aseguraba el uniformado, “China practica una guerra híbrida que combina influencia política y presión económica”.  “China”, subrayaba, “busca una forma de sometimiento económico y financiero en esos territorios”.

Varios microestados de la zona ya participan en la llamada “nueva ruta de la seda”, como es el caso de Kiribati, Fidji, Islas Cook, Tonga, Vanuatu, Islas Salomón o Papúa Nueva Guinea. Países diminutos, pero con voto tan válido en la ONU como el de Francia o Estados Unidos. Un millón y medio de kilómetros cuadrados bajo influencia china.

La importancia de Nueva Caledonia para la República Popular China no es una novedad. La isla es el segundo productor de níquel en el mundo y Pekín es el primer importador de ese mineral, indispensable para la producción de  baterías de motores eléctricos y también de drones. China ha desplegado desde hace años una red de influencia en la isla con líderes independentistas locales a través de su diáspora y la “Asociación de amistad” chino-neocaledonia. Prueba de la importancia que ese enclave tiene para Pekín es la visita que hizo el propio embajador chino en París, acompañado de su mujer y varios consejeros, en 2017. Para los servicios de inteligencia franceses no hay ninguna duda, China apoya el independentismo de los kanaks.

Francia, está obligada a decidir si puede permitirse renunciar a buena parte del 13% de la zona económica exclusiva que le convierte en la segunda potencia marítima mundial, después de los Estados Unidos. A la diplomacia guerrera china se le ha unido en la zona la de Azerbaiyán, la satrapía centroasiática que – aliada de Moscú y proveedor de gas y petróleo a la UE - sufraga a ciertos independentistas neocaledonios y de las Antillas francesas en lo que en Francia se interpreta, también, como una respuesta de Bakú al apoyo de París hacia la cristiana Armenia, una parte de cuya diáspora (600.000 personas) vive integrada perfectamente en Francia.

Rusia V. Francia: del Sahel a Mayotte

Tras ser desalojada de tres países del Sahel (Burkina Faso, Níger y Mali), donde Rusia ha reemplazado a la histórica influencia francesa, y quizá en un futuro también de Senegal, París conoce también que Moscú juega contra sus intereses en otro de sus territorios ultramarinos, esta vez en Mayotte - un departamento, no una colonia - con los mismos derechos que los habitantes de Burdeos o Cannes, pero pobre y, por lo tanto, sin anhelos independentistas.

Mayotte, pequeño archipiélago situado en el Canal de Mozambique, entre Madagascar y el continente africano, sufre la invasión constante de ciudadanos de las vecinas islas Comoras, país independiente y también pobre. Mayotte rechazó en dos referendos la independencia; Comores prefirió esta opción en 1976 y, desde entonces reivindica su soberanía sobre su vecina, “la isla hermana”.

Poner un pie en territorio francés como Mayotte, y dar a luz allí, otorga directamente la nacionalidad francesa a los hijos de esas inmigrantes ilegales. La situación social y de violencia ha llegado a tal punto que el gobierno de París estudia eliminar el derecho de suelo para los nacidos en Mayotte de padres extranjeros. Una medida que la derecha más dura exige en toda Francia para frenar el efecto llamada que alienta la llegada masiva y descontrolada de inmigrantes, por tierra, mar y aire, desde la llegada al poder de Emmanuel Macron en 2017. Derecho de suelo en Nueva Caledonia y derecho de sangre en Mayotte; son las contradicciones de la Francia actual.

La actualidad de la semana en la Francia “europea” también ha amargado al jefe del Estado y ha otorgado munición electoral a sus rivales políticos. Los dos funcionarios asesinados a sangre fría en el ataque a un furgón de la administración penitenciaría, para liberar a Mohamed Amra, un conocido delincuente multireincidente, es una trágica prueba más, si hacía falta, de la violencia y de la impunidad con que la delincuencia ligada al narcotráfico actúa en territorio francés. El impacto de la operación se multiplicó gracias a las escenas grabadas por teléfonos móviles de testigos, entre ellos muchos colegiales desde un autobús, en el peaje de Incarville, Normandía.

Violencia fuera de control

La falta de medios de la Administración de Justicia o el ridículo armamento con el que los encargados de acompañar en las salidas al juzgado a los presos deben protegerse de delincuentes con armas sofisticadas volvieron a airearse, acompañando los lamentos del titular de Justicia, Eric Dupont-Moretti, cuyo trabajo como abogado en el pasado le valió, el día de su nombramiento, el aplauso de los delincuentes encarcelados. En definitiva, más material argumentario para la oposición conservadora. 

El viernes amanecía en Francia con un intento de atentado contra la sinagoga de Ruán, situada en el centro histórico de la capital de Normandía. El autor, un argelino con orden de expulsión, se introdujo en el recinto y prendió un fuego que alertó a los vecinos. Cuando los policías se presentaron en el lugar, el individuo se lanzó hacia ellos blandiendo un cuchillo. Fue abatido por las fuerzas del orden.

El alcalde de Ruán, el socialista Nicolas Mayer-Rossignol, dijo que “cuando se ataca a la comunidad judía, se ataca a Francia, a todos los ciudadanos franceses. No hay lugar para el antisemitismo en la República, subrayó. El atentado contra la sinagoga tiene lugar tras semanas de manifestaciones en contra de Israel, después la respuesta del gobierno dirigido por Benjamin Netanyahu al pogromo palestino y la toma de rehenes trasladados a Gaza. Según cifras presentadas por el Consejo representativo de las instituciones judías de Francia (Crif), el número de actos antisemitas en Francia ha aumentado en un 1000% desde el ataque de Hamás, el 7 de octubre.

La extrema izquierda azuza a los manifestantes propalestinos en una cínica maniobra para recuperar el voto de las “banlieues”, de los hijos de inmigrantes provenientes de países musulmanes a los que La Francia Insumisa  “esencializa” y corteja , aunque eso le lleve a aliarse con la parte más radical del islamismo y a renunciar a los principios republicanos que siempre han sido defendidos por la izquierda francesa y por el propio Melenchón.

Elecciones europeas: evitar la catástrofe

En definitiva, un panorama general que castiga la gestión del presidente Macron y hace las delicias del jefe de filas de Marine Le Pen y su partido, “Agrupación Nacional”, Jordan Bardella (28 años), que encabeza con más del 30% en intención de voto la carrera de las elecciones europeas del 9 de junio. Las fuerzas macronistas se debaten con desesperación evidente para impulsar a su jefa de cartel electoral, la diputada europea Valerie Hayer (38 años), una auténtica desconocida para el público. Una política que no empapa al electorado (un 16% en intención de voto) , a diferencia de Bardella y del candidato apoyado por el Partido Socialista, Raphael Glucksmann (44 años), que podría robarles el segundo puesto a las huestes de Macron.

El nerviosismo oficial es tal que incluso el presidente ha desafiado a Marine Le Pen a un debate televisado, confiado en su superioridad dialéctica y de contenido.  Después de algunas dudas, Le Pen ha respondido que está dispuesta a debatir, pero después de las europeas. El Elíseo ha optado más tarde por un duelo entre Bardella y el primer ministro, Gabriel Attal (44 años), que no estaba muy en convencido de pringarse políticamente en estos comicios.

Así las cosas, el actual jefe de gobierno intentará el próximo jueves batir al favorito en los sondeos para las europeas y eventual futuro primer ministro si Marine Le Pen se instala en el Elíseo tras las presidenciales de 2027, a las que Emmanuel Macron ya no puede presentarse. Para Gabriel Attal, demoler verbalmente a Jordan Bardella significaría salvar al macronismo y situarse como favorito para reemplazar a su actual patrón en 2027.

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